domingo, 26 de julio de 2009

Gobierno, ¿llegas al 2011?

Por Carlos Reyna
Impensable hace poco, pero este gobierno carga ahora con una incógnita como las que había en los años 80. ¿Llegará el Presidente hasta el final de su mandato? Para un hombre perceptivo como Alan García, esta debe ser la primera y la última pregunta que se hace al comienzo y al final del día.
Las protestas de julio fueron de muy variada intensidad en todo el país. En Lima fueron más bien de baja intensidad. A esto se sumó el efecto de unos medios masivos volcados en su integridad a cubrir los crímenes de la farándula. Eso, más las vísperas de las fiestas patrias, le han dado un corto respiro a las angustias en Palacio.
Sin embargo, ni eso es duradero ni le alcanza al Presidente para responder la pregunta sobre su sereno arribo hasta el final de su mandato. Sigue siendo un gobernante que marcha en contra del consenso. Prácticamente 70 % de desaprobación según Ipsos. El Congreso, que roza el 80 % de desaprobación, casi nada lo puede ayudar. En parte porque el propio García lo usó y lo desgastó como blindaje.
Los conflictos sociales, ese otro indicador del temperamento de la gente, volvieron a crecer en junio. El último monitoreo de la Defensoría del Pueblo ya marca 273 conflictos, 5 más que en mayo 2009 y ¡141 más que en junio 2008! A nadie se le escapa que de estas brasas sociales saltaron las llamas que le quemaron los fusibles al gabinete Simon. Parece obvio que si se las subestima pueden quemar hasta un poco más arriba.
A la carencia de consenso se suman crecientes señales de que, al Presidente y sus ministros, el orden ya se les escapó de las manos. Al final de esta última semana los titulares de la prensa seria dejaron la farándula y volvieron a la política. Conflicto y desgobierno en el tránsito, presos que se burlan de su propio presidio, malandrines liberados, epidemia que se dispara, recaudación que se desploma y la encuesta que muestra a un premier nuevo pero de bajísima aceptación.
En los últimos días ha quedado parcialmente clara la receta del Presidente para restablecer o imponer la sensación de orden en los próximos meses. Acelerar la inversión pública pendiente, unos 20 mil millones de soles. Restarles espacio a las protestas y conflictos, sacándolos de la PCM hacia los ministerios. Dividir a las organizaciones sociales más fuertes. Represión sin miramientos a los más radicales. Mantener el esquema económico y la tesis de la conspiración internacional.
Es posible que a la base de esta receta esté la idea de que la protesta indígena pudo convocar solidaridades que otras protestas no podrían. Otras pueden ser cuestiones de fe: que la crisis internacional se aplaque pronto o que Dios ilumine el criterio de los ministros. Todas ellas son imposibles de comprobar hoy mismo. Todas ellas dejan al Presidente con sus preguntas sobre esa neblinosa y lejana meta que se ha vuelto el 2011

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