domingo, 26 de julio de 2009

“García es un presidente de escritorio”


Antropólogo, docente sanmarquino, investigador del IEP y ex comisionado de la CVR, Carlos Iván Degregori es un agudo observador de la realidad política, social y cultural del país. Aquí ensaya una mirada sobre el momento actual.Por Federico de CárdenasFotos: Eduardo Cavero–
En un texto tuyo, “Multiculturalidad e interculturalidad”, decías que lo étnico en el Perú es más afirmación de lo cholo que de lo andino y agregabas que a pesar de los puentes trazados por el mestizaje, las diferencias entre identidades subsisten, con la población de origen quechua, aymara o amazónico en lo más bajo de la pirámide social. Concluías que, mientras esto subsista, seguiremos teniendo problemas de autoestima y convivencia entre los pueblos del Perú. ¿Ratificarías este diagnóstico de hace 10 años?
–Sí. Con algún matiz, sigo suscribiéndolo, porque a diferencia de Ecuador, Bolivia o Guatemala, aquí se ha dado un proceso de desplazamiento que va mucho con las migraciones o la escuela. Padres de origen quechua, aymara que eran monolingües tienen hoy nietos en la universidad y se reubican en este estrato cholo, pero con una suerte de ambigüedad respecto de su procedencia. Hay una relación, pero no dejan de mirar de arriba a abajo a los que se “quedaron” en sus zonas de origen. Por eso no se da la situación que se configuró en los 90 en Ecuador y Bolivia, donde amplios movimientos indígenas redefinen sus identidades como urbanas tratando de borrar todo rastro del “estigma” étnico. En Lima hemos pasado de barriadas a pueblos jóvenes y asentamientos humanos y luego a Lima centro, Lima sur, etc., lo que de hecho refleja una realidad en movimiento. Mi matiz consistiría en indicar que hoy la palabra “cholo” se vuelve más ambigua, más cajón de sastre, pero sigo creyendo que esos sectores, limeños o alimeñados –y no solo las clases altas– no llegan a percibir como ciudadanos iguales a los campesinos quechuas, aymaras o amazónicos, por más que se les exalte –sobre todo en la última década– como íconos turísticos. Pero tendrían que ser, eso sí, los que bailan o cantan, no los que reclaman, hacen paros o bloquean vías.–
¿Hay alguna relación entre los que migraron a Lima y los núcleos del interior que hoy día protestan? ¿Serían los que se han “quedado” quienes reclaman ciudadanía e inclusión?–
Curiosamente, 40 años después, problemas rurales que debían estar resueltos o que se suponía resueltos con la reforma agraria vuelven a primer plano. No son los mismos, pero sí son los mismos ámbitos: protección de los bosques, cuestionar a las mineras por los posibles daños ecológicos, preocupación por el cambio climático. Lo rural vuelve con fuerza, pero con algo nuevo y muy interesante: la solidaridad que se da entre pueblos amazónicos y entre los nativos. Me parece una proeza que logren articularse desde Amazonas a Madre de Dios y que la gente de las ciudades amazónicas y los colonos o agricultores de las restingas los apoyen. Ha pasado no solo en Bagua, también en Yurimaguas y otras ciudades Y me dicen –no lo he comprobado– que lo mismo se ha dado en las pequeñas y medianas ciudades andinas, solidarias con las protestas rurales. En Lima hubo una gran protesta solidaria, pero provino de sectores más politizados.Sistema y antisistema–Este ciclo de protestas ha sido explicado desde el gobierno, la clase política y algunos medios a partir de la dicotomía sistema-antisistema, que parece ser el eje central de polarización y les permite hablar de dos modelos: el chavista y “el de los peruanos”, olvidando otras opciones presentes en el continente.
¿Cómo ves el tema?
–Se trata de una táctica que se podría calificar de antigua en el actual gobierno –y no solo del gobierno, pues la comparten sectores de la élite empresarial, social o mediática– que implica una modificación semántica del término antisistema, que antes significaba antisistema democrático –SL sería el ejemplo que más cabe dentro de esa definición–, pero que ahora ya no se aplica a aquel que quiere destruir la democracia, sino a aquel que desea un modelo económico alternativo. Al desplazarse del terreno político al económico, facilita o hace factible una posible alianza con el fujimorismo.
¿Qué más antisistema puede haber que un partido que durante ocho años rompió las reglas democráticas o se burló de ellas y que no se ha arrepentido?
Si lo hubieran hecho no habría problema, pero se sabe que Keiko Fujimori va a postular para lograr de algún modo una amnistía para su padre; pese a ser irredentos, por decirlo de algún modo, resulta que ellos no son vistos como antisistema, con lo cual pueden moverse en el escenario político con aparente normalidad y no como los representantes de un régimen corrupto y violador de los DDHH. Por otro lado, se quiere meter en el saco del antisistema a todos los que están en desacuerdo con el neoliberalismo extremo que en lo económico practica este gobierno, calificándolos de “chavistas”. Esta es una torpe e interesada reducción, que finge ignorar la existencia de otros modelos políticos como el brasileño, el uruguayo o el chileno, tan admirado en otros órdenes, pero no en las formas efectivas de inclusión que ha puesto en práctica.–El último artículo del presidente García, “A la fe de la inmensa mayoría” incurriría en esta polarización.
¿Qué opinión te merece?
–Muy decepcionante. No solo por su actitud polarizante sino por su afán de explicarlo todo a partir de una supuesta guerra fría que habría recomenzado y de un complot contra el Perú. Creo que hay varias concepciones del Perú que están en disputa, y eso no data de ahora sino de hace mucho. El cacique Jum, el de “La casa verde” de MVLL, pensaba formar parte del Perú, mientras que para esos miembros del Perú oficial que lo torturan no lo era. AGP hace lo mismo, achata los movimientos de protesta, los asimila a un supuesto complot y no es capaz de ver sus propias limitaciones y las de su gobierno. Pero incluso un buen gobierno podría tener sectores en contra sin que haya que descalificarlos o considerarlos antisistema.Otro punto que me pareció cuestionable es que siguiera considerando que ese Perú que él imagina es el eje estratégico de Sudamérica. Resucitar la idea de guerra fría justo cuando la administración de Obama trata de enterrar la que Bush quiso revivir cuando el Muro había caído, y plantear una supuesta centralidad del Perú como país decisivo en América Latina, son grandes errores. Brasil, México, Chile, Argentina, incluso Colombia, son países que cuentan más que el Perú en el continente. Ese complejo mesiánico es algo fuera de lugar. Días después escuché a Mauricio Mulder decir que este era “el mejor gobierno de la historia del Perú”. Si es así, entonces los culpables somos casi todos los peruanos, que no pensamos lo mismo.La única autocrítica que admite es que faltó comunicación, lo que es otra vez tomar el rábano por las hojas, pues el gobierno no solo tiene medios favorables que simpatizan con sus políticas, sino que dicho así se entiende que no hay nada malo en el mensaje, sino solo en la forma como lo transmites.Vaticinios
–Hace dos años, en estas mismas páginas, hiciste un pronóstico respecto del presidente García que quisiera saber si mantienes: dijiste que si seguía tal cual, al final de su mandato sería una mezcla de Fujimori y Toledo. ¿Lo ves en ese camino?–
Hay indicios, ¿no? El llamado al orden como primer punto para el nuevo gabinete guarda mucha relación con Fujimori, y además a lo largo de estos años se ha demostrado –no con pruebas, nunca las habrá– que hay una suerte de desparpajo en llevar a cabo acciones y votaciones con el fujimorismo. Estos vínculos con la vieja imagen de Fujimori no solo se dan en lo que se refiere al orden, también hay similitudes en el escándalo de los petroaudios. Pero hay un punto en demérito de García: Fujimori estaba mucho más por todo el Perú, en tanto que él difícilmente va más allá de la Costa Verde o San Miguel. Es mucho más un presidente de escritorio. García ha seguido las líneas generales de la política económica que siguió Toledo, quien a su vez la siguió de Fujimori. Puede haber matices aportados por cada uno, pero no hay un quiebre.–Hay una continuidad en muchos aspectos...–Por lo general para mal. A este gabinete se le puede criticar –no como Toledo, que hizo mal en tachar a Velásquez Quesquén de político de tercera fila, cuando él tuvo gabinetes muy mediocres– por esa consigna muy amenazante de poner orden y por algunos de sus miembros: Rey en Defensa, Pastor en Justicia, etc. Diría, en fin, que García es una mezcla de Toledo con Fujimori, con un ingrediente propio que es el Partido Aprista, que funciona, ya no a nivel de masas, pero sí a nivel de cuadros. Por ejemplo, es el que tiene un equipo parlamentario más sólido y disciplinado, por eso no le pasa como a Ollanta Humala, cuyo equipo al día siguiente estaba en mil pedazos. Pero decir que AGP es una mezcla de Fujimori y Toledo implicaría afirmar que no hay nada propio y sí lo hay. Con este matiz, me reafirmo
.–¿Cómo ves los dos años que vienen? Para algunos serán muy difíciles, pues las protestas continuarán; para otros el clima se calmará en cuanto entremos al periodo electoral.
–Por ahí he leído que habrá adelanto de elecciones, vacancia presidencial o paros cada vez más contundentes. No lo creo. Van a seguir los conflictos –y más si hay gabinete de choque– pero no van a poner en peligro la estabilidad del gobierno. Primero, porque hay descontento, pero no veo una situación de gravedad extrema a nivel nacional; segundo, porque no existe una alternativa política que logre aglutinar a los movimientos de protesta. No hay un dínamo movilizador, que tendría que ser una alianza de partidos, o de partidos, movimientos y organizaciones sociales. Creo que llegaremos al periodo electoral, aunque mi temor es que se trate de elecciones muy sucias. Hay algo ominoso en las palabras de AGP cuando dijo: “No puedo imponer a mi sucesor, pero sí puedo impedir que salga aquel a quien no quiero”.
Ficha personal• Profesión: Antropólogo. Analista político y cultural.• Estudios: Licenciado en Antropología por la U. de Huamanga. Bachelor of Arts cum laude por la U. de Brandeis (EEUU).• Cargos: Ex comisionado de la CVR, ex director de la Escuela de Antropología y docente sanmarquino. Investigador del Instituto de Estudios Peruanos, del que ha sido director.• Libros: “El surgimiento de Sendero Luminoso. Ayacucho 1969-1979 (IEP, 1990); “No hay país más diverso. Manual de Antropología” (IEP, 2000), editor; “Jamás tan cerca arremetió lo lejos. Memoria y violencia política” (IEP, 2003).

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