miércoles, 13 de mayo de 2009

Sabía usted que … en 1000 días de gobierno



Por Augusto Álvarez Rodrichalvarezrodrich@larepublica.com.pe
¿El vaso está medio lleno o medio vacío?
Unos avisos en los diarios –con el mismo título de esta columna pero con un horror ortográfico (‘sabia’)– listan los hechos positivos de los mil días del gobierno. No están mal pero, a diferencia de lo que dice el presidente, son insuficientes para sustentar que hay una “gran reforma” en marcha en el país.
En la lista hay de todo como en botica: reducción de pobreza, vacunas aplicadas, leyes promulgadas, préstamos realizados, celulares vendidos, títulos de propiedad entregados, trabajadores capacitados o empleos creados.
Como esta columna ha reconocido sin menoscabo, están ocurriendo varios hechos destacados pero, como también ya se ha hecho notar, el gran problema del gobierno actual –compartido con sus predecesores– es su escasa audacia, coraje, ideas y voluntad para encarar reformas de fondo en áreas cruciales como educación, salud, seguridad o justicia.
Su postergación explica la dificultad para atacar con profundidad a la pobreza aun cuando, por temporadas, existan excedentes fiscales. El obstáculo central es que las estructuras para prestar esos servicios públicos básicos son una calamidad y nadie se atreve a modernizarlas. Este gobierno solo es un administrador responsable del momento pero sin la iniciativa de emprender las reformas de fondo que el país requiere.
Esto volvió a ser evidente esta semana cuando el presidente inauguró una unidad básica de atención primaria en Jesús María. De ello dio cuenta la Nota de Prensa N° 2520 de la Presidencia, en la que se leen excentricidades como esta: “Las grandes reformas aplicadas por el gobierno permitirán construir un país moderno, productivo, sin complejos ni quejas”.
El presidente también dijo que “las grandes reformas que transformarán el país son las que se aplican en sectores como la salud (a través del aseguramiento universal) y la educación (con la modernización educativa)”. Agregó que “estas son las grandes reformas silenciosas que nos permitirán avanzar hacia el futuro e ir construyendo todos estos servicios que son característicos de la modernidad y la democracia”.
El mismo día en que García hablaba de esa reforma de la salud, se conocía que 26 niños del altiplano puneño han muerto de frío, y una encuesta de la Universidad de Lima revelaba la insatisfacción de la población con los servicios de salud.
Siempre se puede ver el vaso medio vacío o medio lleno. Recordarle estos indicadores al jefe de Estado no busca mellar el optimismo que él debe insuflarle al país –aunque con realismo–, sino bajarlo un poco de su nube para que no se crea el cuento que él mismo escribe, así como lograr que quizá, un día, se inicie alguna reforma crucial en serio en el Perú.

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