Fue Norberto Bobbio, el politólogo italiano defensor del “socialismo liberal”, el que demostró, a fines del siglo pasado y en plena ofensiva derechista mundial, el error de quienes consideraban que las calificaciones de izquierda y derecha en política eran cosa del pasado. También, en nuestro país y a partir de la moda y cuento acerca del “fin de las ideologías”, algunos sesudos analistas y no pocos políticos nos quisieron hacer creer que las diferencias residían sólo en el método, porque todos luchábamos por lo mismo. Que la lucha entre la izquierda y la derecha había sido suplantada por la lucha entre la “eficiencia versus ineficiencia”. Hasta hace poco, siempre eran recalcitrantes derechistas los que nos criticaban por reconocer nuestra adhesión izquierdista. Siempre nos preguntábamos por qué, salvo bichos muy raros o extravagantes, nadie aceptaba ser de derecha. Cosa curiosa, porque en países cercanos sí existen posiciones y partidos políticos que se ufanan ser de derecha. Y no pasa nada. Normal nomás.Quizás se deba a la vergüenza que algunos tienen lo que les impiden reconocerse públicamente como de derecha. ¿Por qué acá y no en los países vecinos? Porque acá, la derecha -civil y militar- tiene complejo de culpa; es que en el fondo se saben responsables de no haber pensado en los intereses del país, de haber privilegiado los propios y de sus amigotes extranjeros; de haber permitido que la ciudadanía sólo sea un privilegio de las minorías. Por eso, y dejando de lado los errores cometidos por el gobierno de Velasco, el visceral odio con que la derecha recuerda su gobierno, tiene mucho que ver con el discurso inaugurado entonces a favor de “los de abajo” y en contra de los señalados como responsables de la desigualdad imperante, es decir, a “los de arriba”. Si el programa económico de Velasco hubiera sido parecido al de Pinochet ¿ustedes creen que la derecha hubiera criticado a Velasco?Pero, ahora, que Alan García, Dionisio Romero y Yehude Simon reivindican su adhesión y militancia izquierdista, la cosa se pone picante. Sólo falta que los capazotes de la Confiep y las AFPs les sigan en el juego. El caso de Gastón Acurio es diferente, el sí es de izquierda porque si no ¿de dónde saca el buen gusto para preparar sus ricos cebiches?
"La globalización cada ves avanza con mayor velocidad ,y ya casi es un hecho irreversible, el internet modifica costumbres, y urge tomar lo bueno de esto, la prensa basura peruana, no es de fiar, las Universidades, ni los entes comprometidos, permiten la aparición de una prensa libre. Por lo que no queda más que usar los medios posibles para expresarnos libremente".Este es un blog de mucha temática social.Wilmer Castillo
miércoles, 27 de mayo de 2009
POR NO RECONOCER QUE SE ES DE DERECHA
Fue Norberto Bobbio, el politólogo italiano defensor del “socialismo liberal”, el que demostró, a fines del siglo pasado y en plena ofensiva derechista mundial, el error de quienes consideraban que las calificaciones de izquierda y derecha en política eran cosa del pasado. También, en nuestro país y a partir de la moda y cuento acerca del “fin de las ideologías”, algunos sesudos analistas y no pocos políticos nos quisieron hacer creer que las diferencias residían sólo en el método, porque todos luchábamos por lo mismo. Que la lucha entre la izquierda y la derecha había sido suplantada por la lucha entre la “eficiencia versus ineficiencia”. Hasta hace poco, siempre eran recalcitrantes derechistas los que nos criticaban por reconocer nuestra adhesión izquierdista. Siempre nos preguntábamos por qué, salvo bichos muy raros o extravagantes, nadie aceptaba ser de derecha. Cosa curiosa, porque en países cercanos sí existen posiciones y partidos políticos que se ufanan ser de derecha. Y no pasa nada. Normal nomás.Quizás se deba a la vergüenza que algunos tienen lo que les impiden reconocerse públicamente como de derecha. ¿Por qué acá y no en los países vecinos? Porque acá, la derecha -civil y militar- tiene complejo de culpa; es que en el fondo se saben responsables de no haber pensado en los intereses del país, de haber privilegiado los propios y de sus amigotes extranjeros; de haber permitido que la ciudadanía sólo sea un privilegio de las minorías. Por eso, y dejando de lado los errores cometidos por el gobierno de Velasco, el visceral odio con que la derecha recuerda su gobierno, tiene mucho que ver con el discurso inaugurado entonces a favor de “los de abajo” y en contra de los señalados como responsables de la desigualdad imperante, es decir, a “los de arriba”. Si el programa económico de Velasco hubiera sido parecido al de Pinochet ¿ustedes creen que la derecha hubiera criticado a Velasco?Pero, ahora, que Alan García, Dionisio Romero y Yehude Simon reivindican su adhesión y militancia izquierdista, la cosa se pone picante. Sólo falta que los capazotes de la Confiep y las AFPs les sigan en el juego. El caso de Gastón Acurio es diferente, el sí es de izquierda porque si no ¿de dónde saca el buen gusto para preparar sus ricos cebiches?
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