domingo, 21 de junio de 2009

LA UNICA BATALLA QUE LE GANO EL PERU A CHILE



No todas fueron derrotas en la Guerra con Chile. El combate de Sángrar fue un emblemático triunfo peruano en la sierra central. Este 26 de junio se conmemorará la gesta histórica de un grupo de limeños valerosos y sus estrategias de resistencia a la invasión chilena.Por Ghiovani HinojosaLos canteños han hecho de la defensa de la patria una consigna rebelde e inquebrantable. Durante el proceso de Independencia del país, su liderazgo combativo fue tal que el libertador San Martín los autorizó a llevar brazaletes con una inscripción que delataba su espíritu: “A los constantes patriotas de Canta”. Por eso cuando el 5 de abril de 1879 Chile le declaró la guerra al Perú, lo primero que hicieron fue organizar un cabildo en el que suscribieron un acta para “poner a disposición del Supremo Gobierno nuestros pequeños recursos y nuestros servicios personales”. Su determinación los llevaría dos años después a batallar en la puna de Huarochirí (Lima) contra el ejército invasor en el que fue el primer triunfo bélico peruano en la sierra central.La amenazaTras las derrotas militares en San Juan y Miraflores, en enero de 1881, Lima quedó a merced de la voluntad de las tropas chilenas que habían emprendido su escalada mortal de sur a norte. La capital del Perú estaba llena de “carabineros” y el entonces presidente Nicolás de Piérola empezó a despachar desde ocultas tiendas de campaña en la sierra limeña. Su última esperanza la depositó en el entonces coronel Andrés Avelino Cáceres, a quien encargó la jefatura política y militar de la región central. Este organizó la resistencia nacional en la sierra reclutando campesinos valerosos e imaginando formas creativas de atacar al enemigo.En este contexto tuvo lugar la emblemática Batalla de Sángrar, llamada así por el nombre de la hacienda de Carampoma (Huarochirí) donde se desató. La expedición chilena liderada por el comandante Ambrosio Letelier, que buscaba consolidar la presencia invasora en los andes, había enviado a Canta una nota en la que exigía que sus pobladores dejen las armas y anunciaba que, si no lo hacían, “barrerían” con esta ciudad. Ya se habían enterado de que, desde la ocupación de Lima, dos batallones de patriotas canteños se habían organizado con sus propios recursos logísticos y económicos para defender el país.“¡Hoy o nunca!”El 24 de junio de 1881, cerca de 200 pobladores, buena parte de ellos adolescentes, iniciaron una caminata rumbo a la Cordillera de la Viuda, a más de 4,200 metros sobre el nivel del mar. Antes de salir de Canta, oyeron misa y se encomendaron a sus patrones comunales, el Señor de los Auxilios y la Purísima Concepción. Al principio se ocuparon en buscar más voluntarios, pero ni bien un vecino les contó que un grupo de chilenos había tomado la hacienda Sángrar, dirigieron sus rumbos al fundo Oxamachay, cerca de los invasores. En la carretera, dos hombres con un toro y dos barriles de ron que iban hacia el campamento chileno mostraban que los invasores estaban en momentos de dispersión y merienda.En Oxamachay tuvieron una reunión que los pintó de cuerpo entero: el coronel Norberto Vento, líder de los guerrilleros canteños y dueño de la hacienda ocupada, había decidido atacar al enemigo el día siguiente, cuando la voz popular se impuso exaltada. “No, señor, hay tiempo y ahora mismo nos vamos sobre ellos: sabemos que son 100 y los tomaremos de sorpresa; quizá mañana habrá más y entonces estaremos perdidos”, gritaron. Esto según la versión del peruano Lizardo Revolle, sobreviviente de la batalla, recogida en el libro “Sángrar”, del coronel Juan Patiño Zambrano.Así, en la tarde del 26 de junio los combatientes canteños se dividieron en tres grupos para atacar a los chilenos desde distintos puntos de los cerros aledaños. Era el estilo Avelino Cáceres de esconderse entre los ramajes y el verdor para luego surgir ofensivo y contundente. Los soldados chilenos, que estaban por servirse el rancho y tenían sus armas fuera de su alcance, se apostaron alborotados en las casas de la hacienda, cerca de los muros del cementerio y en la capilla. La “nutrida descarga” de balas que recibieron fue parte de un ataque letal e imprevisto.La historia cuenta que la ofensiva peruana incluyó el incendio del techo pajizo de la hacienda y se intensificó hasta muy entrada la noche. Según las cifras oficiales, los chilenos eran un poco más de 50 y los peruanos cerca de 140. Del lado nacional, sólo se reconocieron cuatro bajas, mientras que ellos tuvieron 17 muertos, 17 heridos y 19 desaparecidos. Según Patiño Zambrano, los investigadores chilenos justifican esta derrota arguyendo que los peruanos eran 700, a pesar de lo cual reconocieron la pericia estratégica de los canteños: “Pocos momentos bastaron para que el enemigo rodease ambos edificios (el cuartel y la iglesia de la hacienda), por cuyas entradas nos hacían un nutridísimo fuego”, relata un parte oficial chileno.No se trata de exaltar patriotismos ni de celebrar la violencia, pero las palabras del ex presidente argentino Nicolás Avellaneda irradian cierta sabiduría: “Los pueblos que olvidan sus hechos gloriosos pierden la conciencia de su destino, porque los pueblos viven necesariamente de sus recuerdos y de sus esperanzas, y cuanto más ahondan en su pasado, mayor es el anhelo de su porvenir”.

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