Tomando de su propia medicina
Luego, diez años más tarde, en junio del 2001, en los últimos días del gobierno de transición, ante denuncias de que no se habría cumplido con todas las obligaciones hacia esos trabajadores , se aprobó una ley que permitía compensar a los despedidos que no hubieran recibido sus beneficios, formándose una comisión que dictaminaría en seis meses el número de perjudicados.
Hoy, ocho años después, con sucesivas prórrogas y modificaciones, se ha creado una lucrativa industria del favoritismo, tanto para las centrales sindicales como para el Ministerio de Trabajo, y llevamos a la fecha cuatro listas con 35 mil restituidos en puestos innecesarios. Incluso, la gran mayoría de los favorecidos recibieron, antes de salir del Estado, jugosos incentivos y son miembros de algún partido o dirigentes de sindicatos. Lo que no son, de ninguna manera, es trabajadores despedidos sin beneficio alguno que deberían ser compensados. Simplemente, el poder de turno ha encontrado otra modalidad de favorecer a sus partidarios.
Por ello, si bien es un escándalo que la cuarta lista contenga, por ejemplo, a la esposa del ex presidente de la Comisión de Trabajo –y quién sabe a qué otros allegados más, lo cual se debe investigar–, la verdad es que las centrales sindicales que se quejan están recibiendo de su propia medicina al haber sido ellas las responsables de un esquema corrupto que todos –Congreso, Gobierno y sindicatos– siguen explotando, mientras los sufridos contribuyentes lo seguimos financiando. Solo nos queda exigir que, de una vez, se dé por concluido este vergonzoso mecanismo para beneficiarse indebidamente del Estado.
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