miércoles, 19 de agosto de 2009

Fines de Año, en Copenhague


La primera advertencia sobre el efecto en el cambio climático de la acción humana es antigua. La hizo un químico sueco, Svante Arrhenius, en 1896. Pero recién hace unos veinte años surgió suficiente evidencia científica como para afirmar que el proceso en curso constituye una amenaza para la humanidad. En junio de 1988, en un tórrido día de verano, el científico James Hansen de la NASA informó a una Comisión del Senado de los EEUU que se encontraba 99% seguro de que las temperaturas récord de ese año eran resultado de la acción humana y no consecuencia de una variación natural. La situación no ha mejorado desde entonces, a pesar de los acuerdos logrados en Río de Janeiro (1992) y Kyoto (1997). La última década, por ejemplo, incluyó a 8 de los 10 años con mayor temperatura registrada en toda la historia.
La emisión global de dióxido de carbono proveniente de la combustión de fósiles y de la producción de cemento aumentó –según cifras del Worldwatch Institute– de 22,600 millones de toneladas en 1990 a 31,000 millones de toneladas en 2007, cerca de 37%. Ello implica 85 millones de toneladas de dióxido de carbono diarios, o 13 kilos en promedio por persona. La tasa anual de aumento en las emisiones globales, 1% en 1990, se elevó a 3.5% entre 2000 y 2007. Y en China, la emisión en 2008 fue 150% superior a la de 1990. Esta evolución ha sido sorprendente, incluso para los expertos. Hasta hace muy poco, la Agencia Internacional de la Energía proyectaba que recién en 2030 China se convertiría en el principal país emisor de gases. Sin embargo, debido a su acelerado crecimiento, y a la etapa de desarrollo en que se encuentra, China ya encabeza el ranking desde 2006.
Las alteraciones que originaría el cambio climático serán dramáticos para todos. En América Latina, por ejemplo, el proceso implicaría la desaparición de los glaciares, lo que afectaría los niveles de agua para el consumo humano, la producción agrícola y la generación de electricidad; el reemplazo de bosques tropicales por sabanas estériles; y una caída en la productividad de muchos cultivos y actividades pecuarias como consecuencia de la desertificación y la salinización, así como una menor producción pesquera.
Se viene generando, a escala mundial, un nuevo ambiente político en favor de medidas orientadas a enfrentar esta amenaza. Pero, según el Worldwatch Institute, se requiere hacer frente a algunos importantes desafíos:
Pensar en largo plazo.- La especie humana es relativamente eficaz para hacer frente a desafíos de corto plazo, como la reciente crisis financiera o una pandemia de gripe. Pero el cambio climático es un problema de largo plazo, cuyas peores consecuencias serían sufridas por personas que aún no han nacido. Se requiere de un sentido de largo plazo como el que se tuvo para construir Machu Picchu o las catedrales medioevales.
Innovación.- El mundo necesita desarrollar y diseminar tecnologías que maximicen la producción y el uso de energías no contaminantes, a la vez que minimizar los costos y optimizar la conveniencia. Se requiere aumentar dramáticamente la eficiencia de los combustibles y reducir la liberación a la atmósfera de CO2, metano, óxidos de nitrógeno y gases de invernadero que se utilizan en productos y procesos de refrigeración.
Cambio en estilos de vida.- La tecnología más revolucionaria no va a resolver por sí sola el tema del cambio climático. Por ejemplo, debido al aumento creciente en el tamaño de casas y automóviles, la emisión de gases de invernadero es el doble en EEUU que en el resto de los países industrializados. Se requiere de un cambio significativo en los patrones de consumo, acostumbrarse a comer menos carne, por ejemplo, y a viajar menos en avión. Las generaciones pasadas aceptaban tales sacrificios en “épocas de guerra”. La actual lo es, aunque el enemigo lo tenemos dentro de nosotros mismos.
Recuperación de la Tierra.- Es necesario revertir el flujo de dióxido de carbono y otros gases invernadero de tierra y bosques degradados o destruidos. La tierra y la vegetación deben servir para remover los gases dañinos de la atmósfera. Bajo una gerencia efectiva, la Tierra puede absorber un estimado de 13% de todas las emisiones de gases generadas por el hombre.
Instituciones firmes.- El buen gobierno resulta crítico cuando de él depende la sobrevivencia. En el segundo semestre de 2008 fue evidente el desbalance entre unas finanzas globales desbocadas y un sistema regulatorio que apenas constituía un conjunto de retazos parchados. Mientras no se generen instituciones globales para enfrentar el problema, va a ser necesario fortalecer y aumentar la eficiencia de las NNUU, de los bancos multilaterales y de los gobiernos de las economías líderes.
Imperativo de equidad.- La emisión por habitante proveniente de EEUU es 7 veces superior a la América Latina y 20 veces superior al de los países más pobres del África. El acuerdo al que se llegue debe obligar a los países más ricos e industrializados a reducir su emisión proporcionalmente más.
Estabilidad económica.- ¿Puede un mundo que ya enfrenta los costos de una economía en recesión, asumir los costos incrementales de un cambio energético? Cualquier acuerdo que asuma como premisa una prosperidad global estará condenando al fracaso. Un nuevo régimen internacional para atender el desafío del cambio climático debe ser consistente, tanto en etapas de bonanza como de ajuste.
Estabilidad política.- Es muy difícil, para un mundo como el actual, sacudido por guerras y amenazas terroristas, focalizar bien su atención en problemas de largo plazo. De otro lado, amenazas como la del clima contribuyen a exponer la estrechez de miras de los intereses específicos. Los peligros planetarios ayudan a ver a la humanidad como una especie común y vulnerable, antes que como una colección de naciones enganchados en una competencia perpetua.
Movilización para el cambio.- En noviembre de este año, el mundo enfrenta una gran prueba. ¿Podrán los 200 gobiernos que se reunirán en Copenhague forjar un nuevo acuerdo que establezca un liderazgo y una hoja de ruta para hacer frente a este desafío?

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