Los dos comparten una historia de amores y odios. Los dos se declaran de centroizquierda, pero sus nombres (hoy) evocan a la derecha. Los dos han marcado, para bien o para mal, el destino del país durante los últimos 30 años. Alan García y Dionisio Romero conforman, este año, el dúo más poderoso del Perú, según los resultados de la XXIX Encuesta del Poder. @articulo.titulo ) -->
Por Gonzalo Carranza y Viviana Gálvez
Charles Conrad y Alan Bean pisaron la luna en noviembre de 1969 como parte de la misión Apolo XII, la segunda en lograr un alunizaje exitoso. Synchronicity, de The Police, fue el segundo álbum pop más exitoso de 1983, el año en que Thriller, de Michael Jackson, batió todos los récords. Sporting Cristal ocupó el segundo puesto del Torneo Descentralizado de 1997, aquel en el que Alianza Lima se coronó como campeón después de 19 años. Cuando Roger Federer obtuvo en el Roland Garros del 2009 su decimoquinto trofeo de Grand Slam, Andy Roddick quedó segundo. Y si usted no sabía ninguno de esos datos, no se preocupe: el olvido suele ser el lugar asegurado de aquellos que no llegan a la cima del podio.
Pero el panorama cambia dramáticamente cuando se trata de analizar la Encuesta del Poder que APOYO Publicaciones viene realizando desde hace 29 años. En todas las encuestas, el primer lugar fue ocupado por el presidente de turno. No obstante, son los puestos que vienen detrás y, particularmente, el segundo lugar, los que despiertan la atención de quienes toman el sondeo como un termómetro de los tiempos que nos tocan vivir.
Recuérdese, por ejemplo, el año 1993. Justo detrás del previsible primer lugar obtenido por Alberto Fujimori, asomaba la presencia de Vladimiro Montesinos. Si bien el ex asesor y jefe de facto del Servicio de Inteligencia Nacional ya había ocupado el cuarto lugar un año antes, su segundo puesto de 1993 evidenciaba la tendencia que marcaría el resto de la década: un poder no oficial, oscuro y, a la larga, corrupto funcionaría como número dos del depositario de la mayor proporción de poder formal que alguien puede recibir en el Perú: el Presidente de la República.
“En épocas normales, el segundo usualmente es el primer ministro o el ministro de Economía, pues la encuesta refleja quién tiene más influencia en el Poder Ejecutivo, en las decisiones del Presidente”, explica Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos APOYO Opinión y Mercado, empresa encargada de procesar, año a año, los resultados de la encuesta. “Y en el caso de Fujimori y Montesinos terminó ocurriendo eso también”, añade Torres. El dúo al tope de la encuesta se repetiría hasta el 2000, y en 1997 Fujimori y Montesinos estuvieron al borde del empate (lo que motivó la celebérrima carátula con los rostros de ambos partidos por la mitad). Luego, el régimen se derrumbaría y nuevas caras llegarían al primer (y al segundo) lugar.
Así, entre los años 2002 y 2004 se daría un nuevo escenario en la historia de la encuesta: mientras el primer puesto seguía correspondiendo al Presidente –en este caso, Alejandro Toledo– el segundo puesto fue ocupado durante ese trienio por Alan García, el principal líder de oposición. Toda una muestra de la fragilidad del gobierno de Perú Posible, partido que, dicho sea de paso, nunca logró colocar un militante en el podio de la encuesta. Así, durante los cinco años de gobierno, figuraron –además de García– en el puesto dos o tres los independientes Pedro Pablo Kuczynski, Roberto Dañino y Javier Silva Ruete.
La segunda entrada a Palacio de Gobierno de Alan García Pérez devolvió a la encuesta sus resultados habituales: durante tres años consecutivos (2006, 2007, 2008), Jorge del Castillo, en su posición de primer ministro, se adueño del segundo puesto. Pero también durante los mismos tres años, asomó en el tercer lugar un nombre que, si bien habitual en el top ten de la encuesta, nunca antes se había encaramado en el podio: Dionisio Romero Seminario. Y el 2009, con Del Castillo fuera de cualquier cargo formal en el Ejecutivo, Romero, viejo zorro de la política y de los negocios recién jubilado, ha alcanzado el segundo lugar.
La importancia de ser segundo
“Los resultados de la encuesta me parecen consecuentes con la percepción que se tiene sobre la estrecha relación del gobierno con la empresa privada y con el capital privado”, apunta el periodista Augusto Álvarez Rodrich. “Dionisio Romero aparecía siempre en la encuesta, pero lo que es interesante este año es su presencia dominante” señala, por su parte, el semiólogo Eduardo Zapata. “Ello revela en los encuestados la percepción de que se está reeditando esta idea de ‘los 12 apóstoles’ empresariales del primer gobierno de García”, añade.
El poder del silencio
“Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”. El viejo proverbio árabe le cae como anillo al dedo a la estrategia política de quien es reconocido por la encuesta hecha al público en general a nivel nacional como el segundo hombre más poderoso del Perú: Luis Castañeda Lossio.
Pero el resultado obtenido en la encuesta a “la calle”, así como el sexto puesto en el sondeo a líderes de opinión, le puede traer malos recuerdos al burgomaestre limeño. En ediciones anteriores de la Encuesta del Poder, la aparición temprana de “presidenciables” como Mario Vargas Llosa o Alberto Andrade no fue una garantía de triunfo. “Castañeda es consciente de esas historias, en las cuales los candidatos se desgastaron antes de tiempo”, argumenta Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos APOYO Opinión y Mercado, para explicar la estrategia de “mudez” del alcalde.
“Lo que impacta en el caso de Castañeda es el nivel de aceptación que tiene”, afirma el analista Romeo Grompone. Mientras tanto, para Torres, el segundo lugar del alcalde es un reflejo más de la ausencia de figuras de peso en el Ejecutivo y en el Apra, similar al caso de Jorge del Castillo el año pasado.
De esta manera, una conclusión que se podría derivar de la presencia de Romero en el segundo lugar es la intuición de cierto cogobierno entre García y las grandes empresas privadas a las que, luego de su supuesta conversión ideológica, ve como las principales generadoras de desarrollo para el Perú. A ello no sólo apuntan los artículos editoriales de García –particularmente su serie sobre el “síndrome del perro del hortelano”– y su constante presencia en eventos empresariales, sino también los rumores sobre sus frecuentes cenas con empresarios para sondear su opinión sobre la coyuntura política y económica. Ello era incluso más evidente en la encuesta del año pasado, donde no sólo Romero aparecía en el tercer lugar, sino que también Roque Benavides Ganoza, CEO de Compañía de Minas Buenaventura, y Pedro Brescia, una de las cabezas del grupo empresarial del mismo nombre, ocupaban los puestos 8 y 9, respectivamente.
Hoy, en cambio, Romero aparece solitario en el top-ten, ratificando lo que advierte Romeo Grompone, investigador del Instituto de Estudios Peruanos: que el ex CEO de Credicorp no es considerado únicamente como más poderoso que sus pares, sino también más influyente que los gremios empresariales y sus representantes. Véase, en ese sentido, el lejano puesto 30 que ocupa en la encuesta Ricardo Briceño, actual presidente de la Confiep.
“Pero Dionisio Romero ya se retiró de la posición que ocupaba en el Banco de Crédito y está transfiriendo la dirección del grupo a su hijo, por lo que se da una situación muy curiosa y sorprendente”, dice el analista político Fernando Rospigliosi. Sin embargo, de acuerdo con Alfredo Torres, toda la figuración pública que tuvo Romero durante su retiro –incluida una entrevista dominical en la principal página de El Comercio en la que se declaraba “de centroizquierda”– pudo haber empujado al alza su visibilidad, un criterio importante entre quienes responden la encuesta. A ello se podría sumar, incluso, que aumentó su visibilidad al-lado-de-García, quien estuvo presente en uno de los cócteles de despedida que tuvo el empresario.
“Dionisio Romero es un símbolo del sector empresarial”, apunta Rospigliosi. “Desde hace tiempo se lo considera el empresario más poderoso, pues, aunque desde el punto de vista económico el Grupo Brescia puede tener más poder, Romero siempre ha sido más relevante en el campo político”, añade el analista. Así, cabría recordar su participación como uno de los símbolos de la mayor protesta que afrontó el propio García en su primer período: la movilización contra la estatización de la banca en 1987. “Además, sus empresas exitosas son también muy famosas, como el Banco de Crédito o Alicorp”, detalla Torres. En ese sentido, un detalle que llama la atención es que, ante la consulta sobre los ejecutivos más poderosos, los gerentes generales de ambas compañías, Walter Bayly y Leslie Pierce, ocupan el primer y el tercer lugar, respectivamente.
“Lo que muestra la encuesta es que, por encima de opositores y de líderes políticos, el poder está concentrado en la economía”, puntualiza el politólogo Fernando Tuesta Soldevilla. “Y la figura de Dionisio Romero Seminario responde muy bien a esta circunstancia, pues en él confluyen la importancia en el plano económico y el poder”, agrega.
Consecuencias de un ascenso
¿Pero implica la subida de Romero una entronización de la derecha económica? “Es un resultado muy vinculado con el modelo de crecimiento impulsado por el gobierno”, apunta Grompone. Sin embargo, Romero nunca ha sido abiertamente defensor de posturas ideológicas de derecha, sino que, más bien, ha ido acomodando sus visiones políticas con sus intereses empresariales. “Su posición política no es tan reaccionaria; es mucho más progresista que muchos políticos”, explica, en ese sentido, el sociólogo Sinesio López.
Lo que sí parece claro es que el resultado de la encuesta cambia dos dinámicas. La primera es que resulta complicado argumentar que Romero sea la voz en el oído de García, o quien más influencia tenga en sus decisiones, por más cercanía que hayan demostrado ambos personajes en el pasado reciente, ello tanto por las características del poder de Romero como por la propia personalidad del presidente. “Todo el mundo sabe que no admite segundos, visibles ni invisibles”, apunta Zapata. Para el semiólogo, quien mejor representa al poder detrás del poder –en general, no necesariamente detrás de García– es la figura de “Don Bieto”. ”No el personaje específico, sino el Bieto omnipresente, el lobbista chicha”, explica el semiólogo, evocando tal vez más al personaje encarnado por Carlos Álvarez que al de carne y hueso.
En ese sentido, el de Romero es un segundo puesto que muestra una dinámica política diferente, con menos distribución de poder dentro del Ejecutivo y de la clase política en general, y más poder en el mundo económico y de los negocios.
La segunda diferencia tiene que ver menos con la encuesta y más con las muestras de cercanía de García hacia Romero y el resto del empresariado que los resultados dejan ver. En ese sentido, uno de los matices que marcó la campaña electoral del 2006 vino dado por las constantes acusaciones de Alan García a Lourdes Flores Nano de ser “la candidata del Grupo Romero” por la presencia de personalidades cercanas a éste en el entorno de Unidad Nacional, como Arturo Woodman, Martín Pérez o Rafael Rey. Hoy, si no es ocioso mencionarlo una vez más, los tres ocupan puestos en el gobierno aprista. Y, por supuesto, para García, el nombre de Dionisio Romero ya no suena a blasfemia.
La fragilidad de la política
Más abajo en la encuesta, el tercer lugar este año corresponde al ministro de Economía, Luis Carranza. Álvarez Rodrich interpreta esto, nuevamente, como una muestra de la importancia que le da el actual gobierno a sus relaciones con el capital privado. Y aun más abajo, en el puesto número siete –uno arriba del primer ministro Javier Velásquez Quesquén– aparece el líder aprista Jorge del Castillo.
“Del Castillo se ubica en un puesto muy alto, teniendo en consideración que dejó el puesto de primer ministro, pero se le reconoce como el enlace entre el gobierno y el capital”, argumenta Álvarez Rodrich. “Para las élites, es el aprista con quien más se puede conversar. Ha desarrollado muy bien ese posicionamiento”, añade Tuesta Soldevilla. Ahora bien, de acuerdo con Zapata, esta imagen de “amigo de los empresarios” puede alejar a Del Castillo de las bases del Apra.
En ese sentido, el puesto siete se podría interpretar como un promedio entre los puntos a favor y en contra de Del Castillo. Entre los primeros, destaca con claridad el nombramiento en el último gabinete de varios ministros, incluido el propio Velásquez Quesquén, conocidos por su cercanía con él. “El hecho de que el primer ministro esté por debajo de Del Castillo muestra que se le percibe como una “mano” de éste”, sentencia Álvarez Rodrich. Mientras tanto, entre los puntos negativos del ex premier se cuenta la menor solidez de su posición al interior del partido, donde líderes como Mauricio Mulder y Mercedes Cabanillas –además de los cada día más mediáticos “cuarentones”– sí pueden disputarle posiciones de poder (ver artículo Poder Estelar).
“El Apra ya no existe”, concluye Zapata. “Quien existe es Alan García y creo que todos los demás líderes del Apra y la gente en general son muy conscientes de esto”, añade el semiólogo. Un detalle histórico puede ser la mejor muestra de ello: en 11 de los 29 años de la Encuesta del Poder, el Apra consiguió ubicar a un militante suyo en el paradigmático puesto número dos. Este año, en cambio, su mejor resultado después de García es justamente el séptimo puesto de Del Castillo.
Y la fragilidad de lo político de cara a las elecciones del 2011 también se manifiesta en la diversidad de personajes que se ubican entre los 30 más poderosos. Por encima de presidenciables como Luis Castañeda Lossio, Lourdes Flores Nano, Keiko Fujimori o Alejandro Toledo, está Mario Vargas Llosa en un sorprendente quinto lugar. Por encima de la Defensora del Pueblo, del presidente del directorio del Banco Central de Reserva y del saliente premier, está el chef Gastón Acurio “Lo que la Encuesta está mostrando es una fragmentación enorme del poder en el Perú”, concluye Rospigliosi. Habrá que esperar a que la Encuesta del Poder cumpla 30 años para ver si, con las elecciones regionales y municipales inminentes y la campaña presidencial cobrando calor, la política vuelve a los reflectores.
Por Gonzalo Carranza y Viviana Gálvez
Charles Conrad y Alan Bean pisaron la luna en noviembre de 1969 como parte de la misión Apolo XII, la segunda en lograr un alunizaje exitoso. Synchronicity, de The Police, fue el segundo álbum pop más exitoso de 1983, el año en que Thriller, de Michael Jackson, batió todos los récords. Sporting Cristal ocupó el segundo puesto del Torneo Descentralizado de 1997, aquel en el que Alianza Lima se coronó como campeón después de 19 años. Cuando Roger Federer obtuvo en el Roland Garros del 2009 su decimoquinto trofeo de Grand Slam, Andy Roddick quedó segundo. Y si usted no sabía ninguno de esos datos, no se preocupe: el olvido suele ser el lugar asegurado de aquellos que no llegan a la cima del podio.
Pero el panorama cambia dramáticamente cuando se trata de analizar la Encuesta del Poder que APOYO Publicaciones viene realizando desde hace 29 años. En todas las encuestas, el primer lugar fue ocupado por el presidente de turno. No obstante, son los puestos que vienen detrás y, particularmente, el segundo lugar, los que despiertan la atención de quienes toman el sondeo como un termómetro de los tiempos que nos tocan vivir.
Recuérdese, por ejemplo, el año 1993. Justo detrás del previsible primer lugar obtenido por Alberto Fujimori, asomaba la presencia de Vladimiro Montesinos. Si bien el ex asesor y jefe de facto del Servicio de Inteligencia Nacional ya había ocupado el cuarto lugar un año antes, su segundo puesto de 1993 evidenciaba la tendencia que marcaría el resto de la década: un poder no oficial, oscuro y, a la larga, corrupto funcionaría como número dos del depositario de la mayor proporción de poder formal que alguien puede recibir en el Perú: el Presidente de la República.
“En épocas normales, el segundo usualmente es el primer ministro o el ministro de Economía, pues la encuesta refleja quién tiene más influencia en el Poder Ejecutivo, en las decisiones del Presidente”, explica Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos APOYO Opinión y Mercado, empresa encargada de procesar, año a año, los resultados de la encuesta. “Y en el caso de Fujimori y Montesinos terminó ocurriendo eso también”, añade Torres. El dúo al tope de la encuesta se repetiría hasta el 2000, y en 1997 Fujimori y Montesinos estuvieron al borde del empate (lo que motivó la celebérrima carátula con los rostros de ambos partidos por la mitad). Luego, el régimen se derrumbaría y nuevas caras llegarían al primer (y al segundo) lugar.
Así, entre los años 2002 y 2004 se daría un nuevo escenario en la historia de la encuesta: mientras el primer puesto seguía correspondiendo al Presidente –en este caso, Alejandro Toledo– el segundo puesto fue ocupado durante ese trienio por Alan García, el principal líder de oposición. Toda una muestra de la fragilidad del gobierno de Perú Posible, partido que, dicho sea de paso, nunca logró colocar un militante en el podio de la encuesta. Así, durante los cinco años de gobierno, figuraron –además de García– en el puesto dos o tres los independientes Pedro Pablo Kuczynski, Roberto Dañino y Javier Silva Ruete.
La segunda entrada a Palacio de Gobierno de Alan García Pérez devolvió a la encuesta sus resultados habituales: durante tres años consecutivos (2006, 2007, 2008), Jorge del Castillo, en su posición de primer ministro, se adueño del segundo puesto. Pero también durante los mismos tres años, asomó en el tercer lugar un nombre que, si bien habitual en el top ten de la encuesta, nunca antes se había encaramado en el podio: Dionisio Romero Seminario. Y el 2009, con Del Castillo fuera de cualquier cargo formal en el Ejecutivo, Romero, viejo zorro de la política y de los negocios recién jubilado, ha alcanzado el segundo lugar.
La importancia de ser segundo
“Los resultados de la encuesta me parecen consecuentes con la percepción que se tiene sobre la estrecha relación del gobierno con la empresa privada y con el capital privado”, apunta el periodista Augusto Álvarez Rodrich. “Dionisio Romero aparecía siempre en la encuesta, pero lo que es interesante este año es su presencia dominante” señala, por su parte, el semiólogo Eduardo Zapata. “Ello revela en los encuestados la percepción de que se está reeditando esta idea de ‘los 12 apóstoles’ empresariales del primer gobierno de García”, añade.
El poder del silencio
“Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”. El viejo proverbio árabe le cae como anillo al dedo a la estrategia política de quien es reconocido por la encuesta hecha al público en general a nivel nacional como el segundo hombre más poderoso del Perú: Luis Castañeda Lossio.
Pero el resultado obtenido en la encuesta a “la calle”, así como el sexto puesto en el sondeo a líderes de opinión, le puede traer malos recuerdos al burgomaestre limeño. En ediciones anteriores de la Encuesta del Poder, la aparición temprana de “presidenciables” como Mario Vargas Llosa o Alberto Andrade no fue una garantía de triunfo. “Castañeda es consciente de esas historias, en las cuales los candidatos se desgastaron antes de tiempo”, argumenta Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos APOYO Opinión y Mercado, para explicar la estrategia de “mudez” del alcalde.
“Lo que impacta en el caso de Castañeda es el nivel de aceptación que tiene”, afirma el analista Romeo Grompone. Mientras tanto, para Torres, el segundo lugar del alcalde es un reflejo más de la ausencia de figuras de peso en el Ejecutivo y en el Apra, similar al caso de Jorge del Castillo el año pasado.
De esta manera, una conclusión que se podría derivar de la presencia de Romero en el segundo lugar es la intuición de cierto cogobierno entre García y las grandes empresas privadas a las que, luego de su supuesta conversión ideológica, ve como las principales generadoras de desarrollo para el Perú. A ello no sólo apuntan los artículos editoriales de García –particularmente su serie sobre el “síndrome del perro del hortelano”– y su constante presencia en eventos empresariales, sino también los rumores sobre sus frecuentes cenas con empresarios para sondear su opinión sobre la coyuntura política y económica. Ello era incluso más evidente en la encuesta del año pasado, donde no sólo Romero aparecía en el tercer lugar, sino que también Roque Benavides Ganoza, CEO de Compañía de Minas Buenaventura, y Pedro Brescia, una de las cabezas del grupo empresarial del mismo nombre, ocupaban los puestos 8 y 9, respectivamente.
Hoy, en cambio, Romero aparece solitario en el top-ten, ratificando lo que advierte Romeo Grompone, investigador del Instituto de Estudios Peruanos: que el ex CEO de Credicorp no es considerado únicamente como más poderoso que sus pares, sino también más influyente que los gremios empresariales y sus representantes. Véase, en ese sentido, el lejano puesto 30 que ocupa en la encuesta Ricardo Briceño, actual presidente de la Confiep.
“Pero Dionisio Romero ya se retiró de la posición que ocupaba en el Banco de Crédito y está transfiriendo la dirección del grupo a su hijo, por lo que se da una situación muy curiosa y sorprendente”, dice el analista político Fernando Rospigliosi. Sin embargo, de acuerdo con Alfredo Torres, toda la figuración pública que tuvo Romero durante su retiro –incluida una entrevista dominical en la principal página de El Comercio en la que se declaraba “de centroizquierda”– pudo haber empujado al alza su visibilidad, un criterio importante entre quienes responden la encuesta. A ello se podría sumar, incluso, que aumentó su visibilidad al-lado-de-García, quien estuvo presente en uno de los cócteles de despedida que tuvo el empresario.
“Dionisio Romero es un símbolo del sector empresarial”, apunta Rospigliosi. “Desde hace tiempo se lo considera el empresario más poderoso, pues, aunque desde el punto de vista económico el Grupo Brescia puede tener más poder, Romero siempre ha sido más relevante en el campo político”, añade el analista. Así, cabría recordar su participación como uno de los símbolos de la mayor protesta que afrontó el propio García en su primer período: la movilización contra la estatización de la banca en 1987. “Además, sus empresas exitosas son también muy famosas, como el Banco de Crédito o Alicorp”, detalla Torres. En ese sentido, un detalle que llama la atención es que, ante la consulta sobre los ejecutivos más poderosos, los gerentes generales de ambas compañías, Walter Bayly y Leslie Pierce, ocupan el primer y el tercer lugar, respectivamente.
“Lo que muestra la encuesta es que, por encima de opositores y de líderes políticos, el poder está concentrado en la economía”, puntualiza el politólogo Fernando Tuesta Soldevilla. “Y la figura de Dionisio Romero Seminario responde muy bien a esta circunstancia, pues en él confluyen la importancia en el plano económico y el poder”, agrega.
Consecuencias de un ascenso
¿Pero implica la subida de Romero una entronización de la derecha económica? “Es un resultado muy vinculado con el modelo de crecimiento impulsado por el gobierno”, apunta Grompone. Sin embargo, Romero nunca ha sido abiertamente defensor de posturas ideológicas de derecha, sino que, más bien, ha ido acomodando sus visiones políticas con sus intereses empresariales. “Su posición política no es tan reaccionaria; es mucho más progresista que muchos políticos”, explica, en ese sentido, el sociólogo Sinesio López.
Lo que sí parece claro es que el resultado de la encuesta cambia dos dinámicas. La primera es que resulta complicado argumentar que Romero sea la voz en el oído de García, o quien más influencia tenga en sus decisiones, por más cercanía que hayan demostrado ambos personajes en el pasado reciente, ello tanto por las características del poder de Romero como por la propia personalidad del presidente. “Todo el mundo sabe que no admite segundos, visibles ni invisibles”, apunta Zapata. Para el semiólogo, quien mejor representa al poder detrás del poder –en general, no necesariamente detrás de García– es la figura de “Don Bieto”. ”No el personaje específico, sino el Bieto omnipresente, el lobbista chicha”, explica el semiólogo, evocando tal vez más al personaje encarnado por Carlos Álvarez que al de carne y hueso.
En ese sentido, el de Romero es un segundo puesto que muestra una dinámica política diferente, con menos distribución de poder dentro del Ejecutivo y de la clase política en general, y más poder en el mundo económico y de los negocios.
La segunda diferencia tiene que ver menos con la encuesta y más con las muestras de cercanía de García hacia Romero y el resto del empresariado que los resultados dejan ver. En ese sentido, uno de los matices que marcó la campaña electoral del 2006 vino dado por las constantes acusaciones de Alan García a Lourdes Flores Nano de ser “la candidata del Grupo Romero” por la presencia de personalidades cercanas a éste en el entorno de Unidad Nacional, como Arturo Woodman, Martín Pérez o Rafael Rey. Hoy, si no es ocioso mencionarlo una vez más, los tres ocupan puestos en el gobierno aprista. Y, por supuesto, para García, el nombre de Dionisio Romero ya no suena a blasfemia.
La fragilidad de la política
Más abajo en la encuesta, el tercer lugar este año corresponde al ministro de Economía, Luis Carranza. Álvarez Rodrich interpreta esto, nuevamente, como una muestra de la importancia que le da el actual gobierno a sus relaciones con el capital privado. Y aun más abajo, en el puesto número siete –uno arriba del primer ministro Javier Velásquez Quesquén– aparece el líder aprista Jorge del Castillo.
“Del Castillo se ubica en un puesto muy alto, teniendo en consideración que dejó el puesto de primer ministro, pero se le reconoce como el enlace entre el gobierno y el capital”, argumenta Álvarez Rodrich. “Para las élites, es el aprista con quien más se puede conversar. Ha desarrollado muy bien ese posicionamiento”, añade Tuesta Soldevilla. Ahora bien, de acuerdo con Zapata, esta imagen de “amigo de los empresarios” puede alejar a Del Castillo de las bases del Apra.
En ese sentido, el puesto siete se podría interpretar como un promedio entre los puntos a favor y en contra de Del Castillo. Entre los primeros, destaca con claridad el nombramiento en el último gabinete de varios ministros, incluido el propio Velásquez Quesquén, conocidos por su cercanía con él. “El hecho de que el primer ministro esté por debajo de Del Castillo muestra que se le percibe como una “mano” de éste”, sentencia Álvarez Rodrich. Mientras tanto, entre los puntos negativos del ex premier se cuenta la menor solidez de su posición al interior del partido, donde líderes como Mauricio Mulder y Mercedes Cabanillas –además de los cada día más mediáticos “cuarentones”– sí pueden disputarle posiciones de poder (ver artículo Poder Estelar).
“El Apra ya no existe”, concluye Zapata. “Quien existe es Alan García y creo que todos los demás líderes del Apra y la gente en general son muy conscientes de esto”, añade el semiólogo. Un detalle histórico puede ser la mejor muestra de ello: en 11 de los 29 años de la Encuesta del Poder, el Apra consiguió ubicar a un militante suyo en el paradigmático puesto número dos. Este año, en cambio, su mejor resultado después de García es justamente el séptimo puesto de Del Castillo.
Y la fragilidad de lo político de cara a las elecciones del 2011 también se manifiesta en la diversidad de personajes que se ubican entre los 30 más poderosos. Por encima de presidenciables como Luis Castañeda Lossio, Lourdes Flores Nano, Keiko Fujimori o Alejandro Toledo, está Mario Vargas Llosa en un sorprendente quinto lugar. Por encima de la Defensora del Pueblo, del presidente del directorio del Banco Central de Reserva y del saliente premier, está el chef Gastón Acurio “Lo que la Encuesta está mostrando es una fragmentación enorme del poder en el Perú”, concluye Rospigliosi. Habrá que esperar a que la Encuesta del Poder cumpla 30 años para ver si, con las elecciones regionales y municipales inminentes y la campaña presidencial cobrando calor, la política vuelve a los reflectores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario