domingo, 13 de diciembre de 2009

LOS DILEMAS NO RESUELTOS DEL PADRE ARANA

Javier Torres Seoane

Uno de los hechos pol�ticos m�s relevantes de este a�o ha sido la creaci�n del movimiento Tierra y Libertad y el salto a la competencia electoral del padre Marco Arana, reconocido l�der del movimiento ambientalista as� como enemigo declarado de Minera Yanacocha. Este salto de la escena regional a la nacional ha producido una serie de movimientos al interior de la desorganizada izquierda peruana que vale la pena analizar.

De un lado la creaci�n de Tierra y Libertad ha significado el m�s importante quiebre generacional en mucho tiempo en la izquierda ya que la mayor�a de personas vinculadas al movimiento est�n entre los 30 y 50 a�os, y provienen del circuito de las ONG, aunque con una cierta presencia que va m�s all� del circulo lime�o de �stas y que no pertenecen a la llamada �generaci�n del 68� cuyo l�der mas significativo fue el ex Congresista Javier Diez Canseco. De otro lado no encontramos en este movimiento a importantes intelectuales de aquella generaci�n que curiosamente han terminado m�s cerca del nacionalismo de Ollanta Humala, a pesar de venir de una cantera que se forj� en la confrontaci�n con el gobierno militar de los a�os setentas. As� personajes como Alberto Adrianz�n, Edmundo Murrugarra, Sinesio L�pez entre otros aparecen cercanos al entorno humalista, por no mencionar a Carlos Tapia, activo y entusiasta vocero del PNP.

�Es Tierra y Libertad la expresi�n de la renovaci�n y �aggiornamento� de la izquierda peruana o es simplemente el ala verde que nuestra izquierda nunca tuvo? Hasta el momento pareciera ser m�s lo segundo que lo primero, debido a que el padre Arana no logra articular un discurso que vaya m�s all� del ambientalismo militante, de la defensa de los derechos de las comunidades afectadas por la gran miner�a y de la cr�tica a las enormes facilidades y beneficios que las empresas mineras tienen para desarrollar sus inversiones olvidando adem�s, la compleja situaci�n que genera la miner�a informal. As� la agenda sigue circunscrita a la misma que Arana enarbol� como p�rroco de Porc�n primero, como director de Grufides, luego, y como activo l�der de la red Muqui despu�s. A esto se suma que varios de sus m�s cercanos colaboradores provienen de dicho espectro, en particular de las ONG cr�ticas al modelo neoliberal impuesto desde los 90. De otro lado no parece muy clara la posibilidad de un acercamiento de este movimiento con las diversas organizaciones y movimientos que reivindican lo ind�gena, a pesar de que sus agendas convergen en la defensa del medio ambiente.

Es poco hasta ahora lo que otros sectores de la poblaci�n que no tengan que ver con este discurso puedan haber escuchado en las giras que el padre Arana ha hecho por el pa�s, y es por ello que su llegada resulta sumamente limitada al �mbito rural. Por otro lado, no hay todav�a en su discurso, m�s all� de ciertas generalidades, nada que responda a las preocupaciones del poblador de las ciudades, que tienen una din�mica muy distinta al mundo rural y que en muchas ocasiones son los beneficiarios del boom minero o agroexportador en t�rminos del desarrollo de una econom�a de servicios. De alguna manera Arana tiene el mismo problema que la izquierda peruana ha vivido desde fines de los 80s cuando no s�lo se dividi� sino que no pudo hacer frente al avasallador discurso neoliberal promovido por Mario Vargas Llosa y Hernando de Soto en el cual el valor de lo individual se puso por encima de cualquier proyecto colectivo de transformaci�n de la sociedad peruana, y que hoy se ha masificado a trav�s del discurso del emprendimiento, y frente al cual la izquierda no ha logrado construir ning�n discurso alternativo.

Otro de los retos que enfrenta el padre Arana es como captar las simpat�as de aquel sector descontento que se concentra sobre todo en la sierra sur del Per� que en su momento simpatiz� con el nacionalismo de Ollanta Humala, sin importarle mucho las graves denuncias por violaciones a los derechos humanos que se le hicieron. En ese tema Arana afronta una doble tensi�n, por un lado su perfil de defensor de los derechos ambientales, que lo llev� a ser premiado hace unos a�os por la Coordinadora Nacional Derechos Humanos, limita sus posibilidades de acercarse con mas facilidad al nacionalismo y sus aliados, pero de otro lado el necesario esfuerzo por diferenciarse de Humala, lo lleva a ser un cr�tico en exceso de las posturas de �ste, que finalmente son bastantes parecidas a las suyas.

Si bien es cierto quienes apoyan a Arana y provienen de las ONG o del movimiento de derechos humanos se sienten m�s a gusto a su lado que con el nacionalismo, es claro que a la poblaci�n en general el hecho de que un candidato sea sospechoso de violaci�n de derechos humanos no le significa mayor problema. En ese sentido el electorado peruano no es ideol�gico ni mucho menos principista, sino sobre todo pragm�tico y con una vocaci�n por opciones que no sean radicales ni en un sentido ni en otro. Lo que busca son candidatos que respondan a sus intereses m�s concretos y directos.

En la escena cajamarquina es claro que el lanzamiento de Arana y su paulatino distanciamiento de su amigo y compa�ero en varias movilizaciones, Gregorio Santos, l�der de Patria Roja y uno de los candidatos con mayor opci�n a la presidencia regional, ha generado un serio problema a las aspiraciones de Santos, ya que a pesar de haber constituido el MAS (nombre utilizado tambi�n por los ex PS que siguen a Arana) para las elecciones regionales, sabe que un candidato respaldado por Tierra y Libertad en las pr�ximas elecciones regionales podr�a significar su derrota a manos del candidato del APRA o de otro partido nacional o regional. El voto rondero que es una de las principales bases de Santos y el MNI podr�a dividirse. Por ello es que existe una gran incertidumbre sobre la suerte de ambos movimientos en las elecciones regionales. As� Arana tendr� que tomar una dif�cil decisi�n, ya que para el l�der de un nuevo movimiento lanzar candidato en su regi�n de origen resulta clave si se encuentra en un proceso de acumulaci�n de fuerzas para la elecci�n nacional. Al respecto una tensi�n similar debe estar viviendo en Cusco, su aliado, ex miembro del Partido Socialista y presidente de la REMURPE, Wilbert Rosas, quien deber� tejer sus hilos muy finamente para generar una alianza que le permita competir con alguna chance frente a pol�ticos tan cuajados como Carlos Cuaresma o M�ximo San Rom�n. Si Arana quiere hacer pol�tica en serio tendr� que asumir un pragmatismo que hasta la fecha no aparece como una de sus virtudes, y que no es propio de la cantera de ONG de donde proviene.
De otro lado no deja de llamar la atenci�n el manejo y la buena prensa que se ha dado desde un sector a la figura de Arana y que de alguna manera ha venido levantando su candidatura. Parecer�a ser que la derecha ha encontrado al personaje ideal para terminar de golpear la ya alica�da figura de Ollanta Humala. Esto sin embargo corre en paralelo con el manejo del sector m�s reaccionario de la prensa que ha venido difundiendo declaraciones de miembros de Sendero Luminoso expresando sus simpat�as por Tierra y Libertad e incluso una improbable alianza de ambos movimientos. A pesar del esfuerzo por deslindar con estas declaraciones, la figura de Arana puede verse mellada por esta campa�a que no es sino un cap�tulo m�s de viejas campa�as que no encuentran mejor forma de liquidar ante la opini�n p�blica una opci�n de izquierda o progresista con la violencia, asociaci�n antojadiza y falaz pero sumamente efectiva.

As� adem�s del enorme esfuerzo que significa conseguir firmas, el movimiento Tierra y Libertad y su l�der Marco Arana tienen un largo trecho que recorrer antes de consolidarse como una opci�n pol�tica con reales pretensiones de llegar al poder alg�n d�a y superar cierta tendencia al caudillismo que �l cr�tica en otros. Para alguien que ha aparecido muchas veces ante la prensa como el enemigo p�blico n�mero uno del poderoso gremio minero no le ser� f�cil ubicarse en la centro izquierda que aspira a ocupar, ni incluso lanz�ndole mensajes a �ste sector matizando sus posiciones m�s confrontacionales y evitando plantear propuestas de nacionalizaci�n de los recursos. M�s all� del discurso que finalmente articule, su aparici�n marca un parte aguas en la historia de la izquierda peruana que puede significar el fin de la hegemon�a lime�a de la misma, y por ello es un hecho que se debe seguir y analizar con seriedad y desapasionamiento.
Que este liderazgo haya surgido en Cajamarca a partir de los conflictos generados por el impacto o el rechazo a la actividad minera, es una muestra m�s de que la pol�tica peruana est� en un proceso de cambio. Cambio que proviene de la din�mica regional, le pese a quien le pese

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