domingo, 13 de diciembre de 2009

La mano de Brasil

La mano de Brasil

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha estado en Lima en visita oficial y ha marcado rutas no sólo para el desarrollo de las relaciones económicas y comerciales mutuas, sino también respecto a la necesidad de fortalecer políticamente la unidad de Sudamérica.

Lula tuvo dos entrevistas con Alan García. Cada una duró dos horas. La primera fue a solas, y es posible que haya tocado temas candentes como el golpe militar contra el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, golpe que Brasil condena con rigor, mientras que el Perú muestra mano blanda.

Se puede suponer, asimismo, que Lula haya planteado el problema de las siete bases militares que Washington ha instalado en Colombia, y que Brasil considera amenazantes no sólo contra Venezuela, sino asimismo contra Brasil.

La sorpresiva entrevista de Lula con Ollanta Humala, líder del Partido Nacionalista y opositor activo al régimen gobernante, lleva, por otra parte, la marca de amplitud continentalista e independencia de un gobernante que tiene el 80% de aprobación de sus compatriotas.

En la cita más amplia, el mandatario visitante reclamó a García asistir con más frecuencia a las reuniones de la Unión de Naciones Sudamericanas.

“Creo”, dijo Lula a García, “que tienes un defecto. Creo que debes participar más en las reuniones de Unasur, para que tus propuestas sean escuchadas y debatidas”.

Fue una manera velada de señalar que el Perú no concuerda hasta hoy con las posiciones de los demás países de la región, con la sola excepción de Colombia, un país cuya sumisión a los planes del Pentágono es vergonzosa.

Brasil es considerado, desde los días del canciller Manuel Rodríguez Cuadros, un aliado estratégico del Perú. Hay, en realidad, una antigua coincidencia de los dos países, que Raúl Porras Barrenechea exaltó hace medio siglo en memorable discurso en el Senado del Perú.

El gigante del Atlántico sudamericano es un país en pleno despegue económico. Su comercio creciente con Asia le exige estrechar relaciones con el Perú, cuyas carreteras y ferrocarriles pueden ser prolongación de caminos y ferrovías brasileños. Asia no puede, literalmente no puede, vivir sin alimentarse de la soja que Brasil produce en millones de toneladas por año.

Alguna vez recogí el testimonio de un diplomático peruano que me decía que Fujimori, por orden de Estados Unidos, había decidido no expandir vías que iban a servir para afirmar vínculos con Brasil.

Brasil se ha colocado, junto con China y la India, a la cabeza de un bloque de naciones que adopta posiciones de defensa colectiva de los países en vías de desarrollo.

En esa dirección marcha su política exterior de apoyo y solidaridad con los regímenes progresistas de nuestra América. Su política social interna refleja esa opción.

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