viernes, 22 de febrero de 2008

Se Fue Fidel


Internacional :::: Renuncia a la presidencia de Cuba de Fidel Castro cierra un ciclo histórico y abre las puertas a un inminente cambio generacional –aunque no necesariamente democratizador– en la conducción de la Revolución.

Castro y Velasco en 1971. El líder cubano regresaba de una histórica gira de un mes a Chile que terminó por exacerbar las relaciones de Salvador Allende con la oposición.“No me despido de ustedes. Deseo sólo combatir como un soldado de las ideas. Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso”. El martes 19, Fidel Castro puso así punto final a 49 años de gobierno. La renuncia del líder cubano, cuatro días antes de que el Consejo de Estado cumpliera con el ritual de reelegir a Fidel en la presidencia, representa sin duda el fin de toda una era.
Parece que Fidel guardaba la ilusión de alcanzar los 50 años en el gobierno –que se cumplen en enero del 2009– antes de anunciar su retiro. Para un político atrapado en su propia teatralidad y arcaico sentido del espectáculo, cerrar personalmente medio siglo a la cabeza de la Revolución puede haber sido un símbolo tan poderoso como la conquista de Sierra Maestra.
Pero parece evidente que el anciano cuerpo no da más. En julio del 2006, Castro cedió la administración del gobierno a su hermano Raúl y desde entonces apareció en públicas imágenes muy esporádicamente desde su lecho de enfermo.
Así, la transición dinástica de la conducción de la Revolución Cubana es un hecho singular, aunque no único en esquemas dictatoriales. Pero la hipótesis de que si cae el líder, caía todo el régimen, no se registró en la isla.
“Aunque Fidel Castro ya no es el que manda, la maquinaria represiva que él construyó durante casi medio siglo permanece completamente intacta”, dijo en un comunicado José Miguel Vivanco, director del programa para las Américas de Humans Rights Watch.
“La única sucesión dinástica que ha funcionado es la de Corea del Norte, en la que Kim Jong Il sucedió a su padre”, recuerda el historiador peruano Iván Hinojosa. “Pero con la muerte de Lenin y de Mao siempre se armó la pampa”.
En cambio, el régimen dictatorial cubano no mostró fisuras, purgas ni cuestionamientos al hermano Raúl en los últimos 20 meses. Un “Caracazo” de masas volcadas a las calles de La Habana reclamando elecciones libres concluyó en una mera especulación académica.
Sin duda, la presencia de Raúl ayudó a mantener el statu quo, pero pertenece a la misma generación de Fidel. El hermano también frisa los 80 años, aunque se le pinta como si fuera sustantivamente más joven.
“Raúl es una bisagra mientras el régimen gana tiempo hasta que las cosas se asienten”, considera Hinojosa.
El domingo se sabrá si el Consejo de Estado de Cuba consolida a Raúl Castro en la jefatura de gobierno o elige a un sucesor distinto.
Carlos Lage Dávila, 56, médico, es la figura más voceada. Con funciones similares a las que en otro país recaerían en un primer ministro, Lage es quizá la figura más relevante de la jerarquía tras Fidel y Raúl Castro.
Como vicepresidente y secretario del Consejo de Estado y de Ministros y miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC), Lage es desde los años 90 un hombre indispensable para entender el rumbo de Cuba y figura en todas las listas de candidatos a suceder a Fidel Castro.
El protagonismo de Lage en los últimos años en el panorama internacional, donde en repetidas ocasiones representó al líder cubano, ha hecho que él y el canciller, Felipe Pérez Roque, se conviertan en la cara de la revolución fuera de la isla.
“Lage representa un salto generacional, pero no necesariamente democratizador”, advierte Hinojosa.
Así, la renuncia de Fidel marca el fin de una hornada de líderes que venían de la Revolución. Se acabó la aureola del heroísmo –sólo sobrevive Raúl, que no fue una figura descollante en las jornadas épicas de la década del 50.
“El régimen está ahora en manos de hombres del aparato, de administradores que tienen que construir una legitimidad distinta”, describe Hinojosa.
Así, la renuncia de Fidel Castro obliga a definiciones múltiples. El propio “Lula” de Brasil ha viajado a Cuba, un contrapeso al venezolano Hugo Chávez, quien por momentos parece convertido en la secretaría de prensa de Fidel.
Las elecciones en EE.UU. también son un factor relevante. El destino de Cuba tiene una gran influencia electoral en Norteamérica y pronto tendremos gestos y pronunciamientos de los candidatos protagónicos.
El propio presidente de EE.UU., George W. Bush, por cierto, no se mordió la lengua el día del anuncio. “Ellos (los cubanos) son los que han sufrido bajo Fidel Castro. Ellos son los que han sido encarcelados por sus creencias. Ellos son a los que se les ha negado el derecho de vivir en una sociedad libre. Esto debe ser el comienzo de la transición democrática para el pueblo de Cuba”, declaró.
Claro que los ataques de EE.UU. a Fidel resultan siempre funcionales al cubano que escale al poder. No hay nada mejor que EE.UU. los amenace

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