sábado, 23 de febrero de 2008

7 ensayos, una visión


El ensayista y crítico Edgar Montiel envía desde París una reflexión oportuna respecto al libro fundamental de José Carlos Mariátegui.

(1) El pintor argentino José Malanca captó esta foto, en noviembre de 1929. (2) José Carlos Mariátegui (a la izquierda) con amigos peruanos en Roma, en 1922.


Al cumplirse el 80 aniversario de la publicación de los 7 Ensayos constituye un deber de gratitud saludar el aporte de José Carlos Mariátegui al entendimiento de nuestra realidad material y cultural como nación, así como a las alternativas que en su momento propuso. Reconocimiento no tanto a la certeza de sus diagnósticos o a la justeza de sus alternativas como a la pertinencia de su contribución intelectual a ese esfuerzo por hacer inteligible la realidad nacional en su diversidad y sus problemas.

La producción de conocimientos es una práctica colectiva, que cuenta con actores individuales y sociales, que son complementarios. Una teoría o una interpretación no es el resultado de una sola inteligencia, por mas lúcida que ésta sea, ni pretende ser perenne, sino que su formulación se inscribe en un proceso solidario –como lo calificaba G. Bachelard- en el sentido que avanza por acumulación de saberes, en el que una idea, un concepto, ratifica o rectifica una hipótesis.

En esta construcción colectiva del conocimiento en el campo de las ciencias sociales y humanas –que es donde se debe ubicar los 7 Ensayos-, José Carlos ha jugado un papel de primer orden gracias a su creatividad y a su opción metodológica materialista. Por supuesto, la preocupación por asir una realidad histórica, geográfica y cultural compleja como la peruana, que no es lineal en nada, es un desafío que viene desde muy atrás, de modo que sin ánimo metafórico se puede asegurar que ya trabajaban en ese sentido el Inca Garcilaso, Guamán Poma, Viscardo y Guzmán, Sánchez Carrión, Vidaurre, Unanue, L.E. Valcárcel, Haya de la Torre, V.A.Belaúnde, Porras Barrenechea, Jorge Basadre etc. quienes forjaron así, generación tras generación, una tradición de pensamiento estratégico, preocupada por elaborar exámenes de la realidad para poder responder a los desafíos de sus respectivas circunstancias. Pusieron de este modo el Conocimiento al servicio de la Política –nótese las mayúsculas- como la contribución propia de los intelectuales a la construcción colectiva de la nación.

Por eso es preferible, cuando se trata de ponderar el aporte de un pensador, de hacerlo en términos de contribución a la construcción cognoscitiva, y no en términos de “vigencia” en el tiempo, como si un dispositivo teórico tuviera un “acabado” destinado a durar el mayor tiempo posible (parcialmente aceptable para los valores estéticos, que surgen con una vocación de permanencia). Al hacer una lectura epistemológica de conjunto de los autores que hemos mencionado –se trata en realidad de actores muy comprometidos con el destino nacional-, se encuentra entre ellos visiones compartidas, ideas que se conectan, conceptos afines, propuestas que se completan, es decir que se formulan discursos “solidarios”. Es lo que me propuse mostrar en nuestra intervención en el centenario del nacimiento de J.C.Mariátegui (1994), al hacer confluir los caudales de saberes entre el Inca Garcilaso, que en plena conquista escribe sus “comentarios contra la falsificación de la realidad”, y el Amauta, que “ensaya una interpretación de la realidad” en la época republicana (1).

¿Cómo celebrar las 8 décadas de los 7 Ensayos? No debería ser la exégesis y la actitud escolástica la manera de dar un abrazo agradecido a José Carlos. Mas grato y útil sería adoptar la misma actitud que él adoptó con Gonzáles Prada: “emular al Maestro en el espíritu, no en la letra”. Y el espíritu de José Carlos fue el de la creación, la vivacidad intelectual, el interés interdisciplinario, la dimensión internacional de su reflexión, y especialmente su marcada preocupación Política por los asuntos principales de la nación.

Y al respecto, en la práctica intelectual de hoy se advierte ciertas flaquezas a superar, como la poca atención a un visión estratégica en los temas que se abordan: muchos estudios de micro-realidades que no se inscriben en una visión de conjunto, abundan diagnósticos de los problemas sociales que no aportan las propuestas remediadoras, como si estuviéramos vetados para la inventividad social y política. En estos tiempos cruciales, de reordenamiento del mundo global, se requiere privilegiar un pensamiento estratégico para poder responder a los nuevos desafíos : cómo integrar la economía peruana a la global, con qué principios defender el interés nacional al negociar los recursos metálicos y energéticos del país, de qué manera proteger y explotar la vasta biodiversidad que nos brinda la naturaleza, cómo movilizar las fuerzas creadoras de la sociedad para hacer que el desarrollo no sea un asunto de cúpulas o burocracias, en qué sentido reformar la educación básica y superior para conformar una sociedad del conocimiento, qué nuevas estrategias promover para vencer a la pobreza, cómo reinventar la política y la democracia en el país para responder a la realidad intercultural. Ante un pensamiento anémico de propuestas, de espalda a las prioridades del país, necesitamos promover un pensamiento estratégico que sepa distinguir lo esencial de lo accesorio y nos proponga vías innovadoras que responda a los intereses mayoritarios (2)

Ante los desafíos de su época, José Carlos supo ser innovador en sus métodos y proposiciones. Hoy, que las nuevas generaciones lean al Amauta con esmero, sin rigideces, en un dialogo crítico, creativo y de construcción de futuro, pues no se trata de un ejercicio recitativo. Nos toca a las actuales generaciones emular su actitud creadora para brindar nuestras propias respuestas a los desafíos que nos acechan hoy en día.

Lima/París, enero 2008

(1) Texto incluido en El humanismo americano. Filosofía de una comunidad de naciones. FCE Lima 2000

(2) Al respecto ver: Edgar Montiel Gobernar es saber. Formar hombres y mujeres de Estado para la nación. FCE Lima 2006

Edgar Montiel
Colaborador

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