Hoy sería elegido Presidente de Cuba. Lleva medio siglo en la sombra del poder. Dirigía el ejército, pero sobre todo protegía las espaldas de su hermano mayor. Ahora deberá reemplazarlo. Los historiadores no han sido generosos con él. Su pasado está lleno de intrigas y componendas, pero esta semana algunos analistas han destacado su pragmatismo económico y las señales de cambio político que ha lanzado desde que el patriarca cayó enfermo.
Por Jorge Loayza
El otro castro. El momento más importante en la vida política de Raúl Castro ha llegado.
Los papeles parecen haberse trocado. Raúl deja la segunda línea a la que lo relegó su hermano para asumir ahora, al cabo de casi medio siglo, el rol protagónico de la política en su país. Fidel le ha entregado la posta y ahora sólo se pronunciará desde la sombra a través de las páginas de Granma. Durante décadas Raúl Castro ha sido calificado por muchos como el puño izquierdo de su hermano mayor, el todopoderoso Fidel. Para algunos, sin embargo, Raúl no es más que un tipo campechano y querendón, que tuvo que ponerse el uniforme de malo sólo porque la historia lo colocó detrás del líder. En sus primeros años esa posición le mereció el apodo de "Raúl, el terrible".
El poder de Raúl Castro nació del fusil. Junto a Fidel participó en la insurrección armada contra la dictadura de Fulgencio Batista. El 26 de julio de 1953, en el fallido asalto al cuartel Moncada, ambos serían detenidos y posteriormente amnistiados. Exiliado en México, y siendo militante de la Juventud Comunista Cubana, Raúl conoció a Ernesto ‘Che’ Guevara y lo presentó a Fidel. Poco después, por orden de su hermano, fundó el Segundo Frente Oriental "Frank País" para intentar la segunda y definitiva incursión sobre la isla, entonces convertida en una suerte de centro de diversiones nocturnas del poder norteamericano.
Fue en esos años que conoció a Vilma Espín, la hija de un próspero fabricante de ron, con estudios en Estados Unidos, pero que terminó convirtiéndose en guerrillera y finalmente se casó con él. Los historiadores coinciden en que después del triunfo de la Revolución, mientras Fidel festejaba y pronunciaba encendidos discursos, Raúl –ya sin barba y con una expresión inofensiva en el rostro– ordenaba la ejecución de cientos de seguidores de Batista. Nombrado ministro de Defensa a los 28 años de edad, Raúl fue el organizador del nuevo ejército cubano, un numeroso y muy bien preparado cuerpo militar que en un principio tenía por misión defender la isla de una probable invasión norteamericana, pero que luego fue enviado a diversas misiones en África para apoyar militarmente procesos insurgentes que contaban con el respaldo de Moscú.
En esos primeros años de la revolución la posición prosoviética de Raúl era muy marcada. En su libro "Retrato de familia con Fidel", el disidente y escritor Carlos Franqui –quien había dirigido el periódico "Revolución"– cuenta que en una discusión con Raúl Castro, este lo acusó de ser antisoviético y prochino. Franqui, efectivamente, sentía repulsión por la URSS, pero lo que le respondió a Raúl desató en él algo más que enojo. Le dijo que quienes dirigían la revolución se habían vuelto tan dictadores como Batista. Entonces Raúl perdió el control y le dijo: "¡Yo te fusilo! ¡Te fusilo!".
RAÚL, EL MENOR
Raúl Castro tuvo que esperar 49 años para que su hermano le transfiriera el poder definitivamente. En 2001 Fidel declaró que Raúl "es el camarada que tiene la mayor autoridad después de mí y la mejor experiencia. También posee todas las cualidades para sucederme". Sus críticos, sin embargo, afirman que Raúl nada tiene ver con Fidel: es un mal orador y carece del carisma de su hermano.
Raúl es "el primer bolchevique de América". Así le gusta que lo llamen entre amigos. Norberto Fuentes, escritor y periodista cubano ahora disidente pero que durante varias décadas fue amigo y colaborador de Fidel Castro, ha relatado aspectos poco conocidos de la vida de los hermanos en el poder.
Ayer y hoy. Arriba, Raúl Castro y Ernesto Guevara tras el triunfo de la revolución. Abajo, ahora a Raúl le conviene estar más cerca de Lula que de Hugo Chávez.
Fuentes ha escrito de Raúl: "Cuando no lleva atuendo militar, sabe vestir sin ostentación, pero con suma elegancia, y prefiere las ropas de color beige. El lujo de la única joya que se permite es un Rolex Oyster de oro. Este es, pues, el hombre de presencia ligera, dado a las bromas y a disfrutar de las largas veladas que propicia la gracia de ser un buen bebedor, muy de acuerdo a su estilo bolchevique, y al que he visto tomar decisiones de jefe de Estado, implícitas de frialdad y rapidez ejecutiva, sin que le hayan hecho temblar las manos".
Fuentes también ha recordado una ocurrencia de Raúl durante una reunión privada junto al vicepresidente Carlos Lage y su ayudante, Alcibíades Hidalgo: "¿Ustedes se imaginan, caballeros, qué pasaría en este país si a Fidel le da un infarto y a mí me da otro al recibir la noticia?". Nadie se atrevió a responder.
Brian Latell, ex analista de la CIA especializado en Cuba, escribió en su libro "The Inside Story of Castro’s Regime and Cuba’s Next Leader" que probablemente Fidel no se hubiera mantenido tanto tiempo en el poder si no hubiera sido por Raúl. ‘’Me di cuenta de que Raúl era el único aliado verdaderamente indispensable de su hermano y que su brillante dirección de las fuerzas armadas aseguró la revolución’’, escribió. Tal vez por eso siempre quiso que le pisara los talones en varios cargos: primer vicepresidente del Consejo de Estado (Gobierno), segundo secretario del Partido Comunista y ministro de Defensa.
Ahora sería difícil que a Raúl le dé un infarto al enterarse de una posible muerte repentina de su hermano mayor. Cuando en julio del 2006 Fidel le prestó el poder, algunos analistas vaticinaron que bajo su mando Cuba tomaría medidas económicas que recordarían el viraje económico dado por China tras la muerte de Mao Tse Tung. Es decir, abrir lenta y paulatinamente la economía, pero conservar el régimen político autoritario de partido único.
En su libro "La Hora Final de Castro", el periodista Andrés Oppenheimer señala que en 1989 Raúl Castro desplegó una despiadada campaña de intrigas contra un grupo de militares, entre ellos el general Arnaldo Ochoa, que proponían una apertura política y económica, y empezaban a cuestionar las decisiones de Fidel Castro. Ochoa, por ejemplo, quien luego sería condenado a muerte y ejecutado, era considerado un "perestroiko" por Raúl.
¿EL LÍDER DEL CAMBIO?
Los analistas han destacado algunas señales positivas de Raúl desde que, en julio del 2006, tomó el control de la isla. Mencionan la orden de pagar la deuda del gobierno con los pequeños agricultores y aumentar los precios que los productores reciben por la leche y la carne. Además, flexibilizó las normas de aduanas para facilitar la importación de electrodomésticos, como reproductores de DVD. Lo que más se ha destacado es el gran debate político, animado por el propio gobierno, que ha permitido a muchos por primera vez formular reclamos, señalar errores y formular propuestas de cambio.
Sin embargo, es una incógnita lo que sucederá en Cuba. Por ejemplo: ¿Cómo será su relación con la Venezuela de Chávez? Para el periodista Andrés Oppenheimer, será difícil que Cuba tome distancia de Chávez pues perdería la ayuda petrolera que ahora es indispensable para la sobrevivencia económica del socialismo cubano. Sin embargo, Oppenheimer matiza de este modo su opinión:"Pero también es cierto que Raúl Castro y los militares cubanos en especial no ven con ninguna simpatía a Chávez". Esta semana el diario Folha de Sao Paulo aseguró que Raúl Castro había solicitado el respaldo político del presidente Lula, ya que considera que podría ser un socio más conveniente que Chávez para lograr que Estados Unidos levante el bloqueo económico contra Cuba.
A la isla no han llegado noticias muy alentadoras de Estados Unidos a pesar de que Raúl ya ha mostrado voluntad por el diálogo. El subsecretario de Estado John Negroponte ha dicho que Estados Unidos no levantará en el futuro inmediato el embargo contra Cuba pese a la renuncia de Fidel Castro. En plena campaña electoral, Barack Obama ha dicho: "La renuncia de Fidel Castro es un primer paso esencial, pero no suficiente para la llegada de la libertad a Cuba’’.
La interrogante es si, con todo el poder en sus manos, Raúl será el "terrible". Norberto Fuentes escribió que Fidel descansó durante muchos años en la figura de Raúl porque hacía aparecer como que el hermano menor era el malo. "Y es algo de lo que Raúl se queja y dice ‘coño, en realidad el malo es él’".
Quienes lo conocen dicen que no es el hombre rígido e implacable que aparenta ser. Aseguran que es muy bromista, que se ha vuelto tolerante frente a las críticas y que tanto le gusta pasar una tarde al lado de sus hijos y nietos, que se enoja y reniega cuando lo interrumpen para comunicarle asuntos de Estado. En junio del año pasado no pudo evitar llorar en público durante el entierro de Vilma Espín, su esposa y ex compañera de batallas, quien llegó a presidir la Federación de Mujeres Cubanas. Ahora, una de sus hijas, Mariela, defiende los derechos de las minorías sexuales en Cuba, un tema que siempre ha sido muy espinoso en la isla.
En el 2001, Raúl Castro se refirió, ante una eventual muerte de su hermano, a la posibilidad de limar el conflicto con Estados Unidos: "Soy de los que creen que lo que le conviene al imperialismo, con todas nuestras diferencias irreconciliables, es normalizar las relaciones lo más posible en vida de Fidel". Sin él, precisó, todo sería "más difícil". En una reunión con jóvenes cubanos Raúl dijo que no es necesario pronunciar discursos largos como hace Fidel. Quizá también piense que no es necesario esperar mucho tiempo para iniciar los cambios que su hermano postergó demasiado tiempo.
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