sábado, 23 de febrero de 2008

olvidados en su propio pais


El Perú no sólo tiene para mostrar al mundo hermosos monumentos arquitectónicos, también puede poner en exhibición el peor trato que da a las personas de la tercera edad. Humildes ancianos que llenan los atrios de las iglesias pidiendo limosnas, o que para ganarse unos míseros soles tienen que cargar sobre sus espaldas pesados bultos, o reciclar basura expuestos a una serie de enfermedades. Rostros avejentados por la crudeza de la vida y abandonados y desprotegidos por el Estado y hasta por sus propios hijos no gozan de una pensión mínima que les permita solventar sus necesidades básicas.
En Bolivia, el presidente Evo Morales decidió dar un bono de 30 dólares a los ancianos más pobres de ese país, en el Perú, ¿por qué no? Hay dinero y Alan García nos lo recuerda todos los días hablando del crecimiento económico del país. Aunque para él sólo parecen existir los grandes inversionistas y sus gollerías. Hay que voltear la mirada. En este país no sólo hay empresarios o turistas a los cuales mostrar nuestra mejor cara, sino ancianos que trabajaron duro y que hoy se ven obligados por las circunstancias a salir a las calles para pedir al gobierno un salvavidas que les permita sobrevivir. Cuán doloroso resulta verlos.
Tarde o temprano –aunque no nos guste pensarlo– todos llegaremos a ese estado de la vida. Ni los mejores cirujanos estéticos lo podrán evitar. No sólo hay que añadir años a la vida, sino vida de calidad a los años. Todos tenemos derecho a ello.

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