sábado, 23 de febrero de 2008

Que es el Perú sin el Cuzco


Mirko Lauer
Calificado de anti-turístico, el paro le está ganando a los cusqueños mala prensa en varios medios. Una idea que no es nueva, pero que sigue llamando la atención, es que hay en el cuerpo social cusqueño algo de irreductible, rencoroso, irracional, y en última instancia comercialmente suicida. Como que el paro mata a una gallina de huevos de oro.
¿Es así? Los pobladores de la ciudad y la campiña del Cusco vienen acompañando un boom turístico que no es de hoy ni de ayer, sino de ya varios decenios. Un factor clave en ese despegue ha sido la amabilidad y el don de gentes de los pobladores, orgullosos y hasta contentos de ser visitados por una incesante marea de turistas.
Un grupo de cusqueños emprendedores se ha hecho rico junto a extranjeros con el turismo, un grupo más amplio ha encontrado buenos empleos en los servicios. Pero la ciudad y la región del Cusco siguen figurando prominentes en el mapa de la pobreza. Por lo que es probable que a quienes hoy marchan por las calles la bonanza ajena les sea irritante.
Es inevitable que con la historia se haya formado una suerte de formación ideológica cusqueña, hecha de una mezcla de datos firmes y leyendas urbanas. El sentimiento de despojo está muy vivo en la antigua capital del Tahuantinsuyo, y el patrimonio monumental es visto como una herencia común del pueblo sometida a la rapiña de invasores.
Los cusqueños, como buena parte del sur andino, desde hace decenios están consistentemente muy a la izquierda de la sucesión de Ejecutivos de Lima. Lo cual suele hacer de la protesta en esa zona bastante más que un pulseo por un tema concreto. Hay allí elementos de protesta histórica, étnica, cultural y regional.
Es cierto que Cusco y alrededores tienen una tradición radical que rebrota fácil y le complica la vida a los negocios. Pero también tiene una tradición comercial y hospitalaria que es parte del atractivo de la región. Como se ve en otros lugares, las piedras peladas por sí mismas no pueden crear un foco de atracción turística.
Para ponerlo de alguna manera, hay zonas que le quedan grandes a las ideas-fuerzas de la descentralización en el país. Así como la agroindustria y el resto del agro precisan lineamientos políticos y acaso hasta ministros diferentes, las zonas más intensamente turísticas requieren algo más que el pensamiento Proinversión.
La idea de castigar a los cusqueños eliminándolos del show de las cumbres está entre las más infelices de los últimos tiempos. Eso es convertir al conflicto en curso en uno de los principales protagonistas de esas cumbres. El Perú sin el Cusco definitivamente puede ser un lugar mucho más triste. De hecho es un lugar difícil de imaginar.

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