martes, 29 de julio de 2008

editorial del diario la republica luego de oido el mensaje presidencial


Pocos anuncios, muchas cifras y grandes omisiones
En cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 118, inciso 7 de la Constitución, el presidente García acudió al Legislativo para ofrecer el mensaje anual sobre el estado de la nación. La Carta de 1993 afirma que estos mensajes "contienen la exposición detallada de la situación de la República y las mejoras y reformas que el Presidente juzgue necesarias y convenientes para su consideración por el Congreso". De lo primero hubo mucho en la alocución del doctor García –que empleó en ello casi igual tiempo que el año pasado–; de lo segundo –reformas pendientes y cómo llevarlas a cabo– lamentablemente muy poco.
Hay que saludar, sí, el cambio de tono registrado en el mensaje, que –sin llegar a extremos de autoflagelación reclamados por algún sector de la oposición– careció del tono triunfalista del año pasado y hasta incluyó por momentos una soslayada autocrítica. De todos modos, el mensaje sigue teniendo problemas de estructuración, pues a una gran introducción general sigue luego la enumeración por sectores, lo que hace que inevitablemente algunos temas y cifras vuelvan a ser mencionados, algo que pone a prueba la paciencia del auditorio y seguramente diluye la atención popular.
Pero los anteriores son comentarios a la forma. En cuanto al fondo, el Presidente anunció tres objetivos para su tercer año: 1) el incremento de la ayuda a los pobres; 2) la lucha por controlar la inflación; y 3) las políticas para generación de empleo. A continuación pasó a señalar algunas correcciones pendientes, entre ellas la falta de medicinas en los centros de salud; la falta de un número suficiente de efectivos policiales para garantizar la seguridad ciudadana; la falta de una insistencia en la lucha contra la corrupción; la falta de un compromiso de su gobierno con la juventud; y, sin particularizar, añadió que también hizo falta mayor serenidad y menos soberbia a su gobierno al tratar algunos problemas.
Siguió luego una larga enumeración de obras realizadas o en curso, algo que no se puede criticar al mandatario, que considera además que no se reconoce lo suficiente los logros de su gobierno. Este listado, que avanza por sectores, se encuentra detallado en las páginas de nuestra edición y no vamos a comentarlo. Pero sí nos corresponde señalar algunas partes discutibles del mensaje y no pocas omisiones. Entre las primeras, acaso sea la más importante la obstinación en atribuir todo el peso de la inflación a factores externos –petróleo y alimentos– con lo cual se sigue desconociendo que hay un componente interno en el proceso, que incluso ha sido medido por economistas. Mientras esto sea así, y se pretenda frenar la inflación sin racionalizar el gasto fiscal, nada se logrará y seguiremos con el enemigo en casa, aunque se diga que es la menor en todo el continente.
De esta conformidad derivan no pocas ausencias y omisiones en el discurso. Por ejemplo, al hablar del sector Interior, aparte de mencionar las 40 toneladas de droga incautadas o la ley contra el lavado de dinero no se dijo una palabra sobre lucha contra el narcotráfico y los remanentes terroristas en el Huallaga y el VRAE. Tampooco sobre políticas de respeto a los DDHH, castigo a los violadores de los mismos e implementación de las recomendaciones del Informe Final de la CVR.
En cuanto a los anuncios, hay que decir que fueron pocos. El más importante fue el pedido al Congreso para que proceda a la creación de un Ministerio de Cultura. En verdad no se sabe si al haber dejado la tarea al Congreso la intención es dar largas al tema. Siempre hemos sido partidarios de dicho Ministerio (que AGP candidato prometió) y es de esperar que no siga el mismo destino del nonato Pacto Social o de la difunta ONA.
Esta vez el Presidente no dijo palabra sobre el Centro de Planificación Estratégica, cuya creación dio dos veces por inminente. Es una omisión de peso, y que acaso explica la predominancia de lo coyuntural en el mensaje, que careció de una visión de mediano y largo plazo, pues lo más que se proyectó hacia el futuro fue hasta el 2011, como si dicho año se acabara todo. Se ha dicho que ya se contaba con recursos del BM para implementar el CEPLAN y este silencio es lamentable.
En lo referente a regiones, una novedad bien recibida fue la inclusión de un listado de obras en marcha que están a cargo de las mismas o son fruto de la colaboración con el gobierno central. Es un indicio puntual de que el gobierno no desea más "moqueguazos", algo que debiera profundizarse en la reunión con los presidentes regionales ya anunciada.
¿Y la oxigenación de la escena política? Tampoco el doctor García soltó palabra al respecto, pero esa sí es una prerrogativa presidencial. Como sea, resulta difícil concebir una distensión que sería bienvenida para la segunda mitad del segundo alanismo sin el relevo de una buena mitad de carteras cuyos desgastados responsables no dan más y requieren reemplazo.

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