miércoles, 2 de julio de 2008

¿cual es nuestro compromiso social como santiaguinos?


En la sucesión de protestas y manifestaciones en defensa de los trabajadores, en defensa de las regiones, los estudiantes han permanecido al margen.La herencia del fujimontesinismo es más profunda y asfixiante de lo que a menudo advertimos a simple vista.Hace poco fueron detenidos en Chimbote dos dirigentes universitarios, miembros del tercio estudiantil, por extorsionar a una empresa que presta servicio de seguridad a la Universidad Privada San Pedro, a la cual le habrían exigido el pago de ciertas sumas de dinero, a cambio de apoyarlos con sus votos para renovar el contrato.En las universidades privadas no se ‘hace política’, está prohibido. Los dirigentes estudiantiles simplemente están impedidos de pensar. Por eso no es extraño que las matrículas y las cuotas mensuales hayan subido paulatinamente, haciendo ricos a los promotores. Buen ejemplo de cómo usar las universidades para los intereses privados es la Universidad César vallejo, cuyo promotor, César Acuña Peralta, es ahora alcalde de Trujillo, tras un oscuro pasado.Pero ahora vemos que los dirigentes -que en muchas universidades privadas llegan a los cargos tras una buena dosis de franeleo-, han comprendido perfectamente la forma de ‘hacer política’ que se extiende por medio mundo, y que en nuestro país llega a niveles lamentables.No es por ello extraño que a pesar de las grandes deficiencias de infraestructura, los pobres presupuestos y una tradición de lucha, son los profesionales de las universidades públicas los que gozan de mayor prestigio.Sin embargo a ellos también se les extraña en estos días en que los gobiernos regionales y las organizaciones civiles salen a las calles para protestar por el entreguismo vergonzante de la alianza aprofujimorista.Cuando José Carlos Mariátegui editaba la revista Amauta, cuando Haya de la Torre contribuyó desde la Federación de Estudiantes del Perú en la lucha por la jornada laboral de 8 horas, años más tarde, durante la dictadura militar, los estudiantes jugaron un rol protagónico.Pero ahora, muerto el comunismo según los portavoces del omnipresente ‘pensamiento único’, de la mano del ultraneoliberalismo, nuestros universitarios saben poco o nada de historia, y de filosofía política aún menos.El resultado es, en el mejor de los casos, profesionales con elevado nivel técnico, y con una formación humana y social escandalosamente pobre.Urge pues una reforma de la universidad, desde luego en el sentido contrario a la congresista Hildebrandt, pues no se trata sólo de dinero, sino de un marco apropiado para florezca el pensamiento nutrido de valores éticos.

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