El 8 de agosto de 1990, Juan Carlos Hurtado Miller anunció el shock. Hoy, la población valora estabilidad de precios y fundamentos macroeconómicos.
Por Gabriel González
La noche del 8 de agosto de 1990, como era usual en esa época, el terrorismo había dejado sin fluido eléctrico a varios distritos de la capital. La mayoría de limeños se enteró por la radio de las medidas anunciadas por el ministro de Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, quien cerró su presentación invocando el apoyo divino. “Que Dios nos ayude”, imploró.
Los precios de la leche y el azúcar se duplicaron, el pan se incrementó en 170% y la gasolina subió 30 veces. Hurtado Miller fue el mensajero del “shock”, como se llamó al conjunto de medidas que detuvo la hiperinflación.
“Era la amputación de una gangrena sin anestesia. Fue brutal, pero no teníamos otra opción”, refiere Carlos Amat y León, ministro de Agricultura de entonces y uno de los impulsores del paquete de medidas, que empezó a gestarse antes del 28 de julio, en el Círculo Militar de Jesús María.
EL AJUSTE. Según Amat, la única manera de parar la hiperinflación era contraer drásticamente la demanda interna, inflada artificialmente por años de subsidios y emisión inorgánica de dinero (la maquinita). “No se podía incrementar la producción porque dependíamos de los créditos internacionales que estaban cerrados”, explica.
Al día siguiente, la incertidumbre predominaba en el estado de ánimo de la población, mientras que en las periferias de Lima proliferaron los saqueos. Sin embargo, la protesta popular no fue la esperada. “No teníamos plata para pagar la planilla de maestros, de policías el 15 de agosto. Con el ‘gasolinazo’, se hizo caja”, evoca el catedrático de la Universidad del Pacífico.
En setiembre, la hiperinflación se detuvo, pero dos meses después nuevamente aumentaron fuertemente los precios. Hurtado fue reemplazado en enero de 1991 por Carlos Boloña.
César Peñaranda, quien presidió el gabinete de asesores del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), entre 1991 y 1992, recuerda que la tarea en esos años fue continuar la estabilización, empezar las reformas estructurales e invertir en infraestructura.
Así, se impulsó la reforma tributaria y arancelaria, las privatizaciones y se diseñó el Sistema Privado de Pensiones. Peñaranda precisa que gran parte de las reformas se lograron con el consenso del Congreso y no después del autogolpe de 1992.
LOS RESULTADOS. La economía creció 2.1% en 1991. En 1992, por un fuerte fenómeno del Niño, cae en 0.4%. Al año siguiente, Jorge Camet tomó la posta en la conducción del MEF.
Camet profundizó las reformas –sobre todo la comercial y la de promoción de inversiones– y logró la reinserción del Perú a la comunidad financiera internacional con los acuerdos del Club de París y el Plan Brady.
Roberto Abusada, asesor del MEF entre 1993 y 1997, comenta que, durante estos años, la inflación persistía. La única manera de controlar el alza de precios fue con una férrea disciplina fiscal, al no poder equipararse el valor del sol frente al del dólar, porque no se contaba con la credibilidad en el manejo monetario del país.
A partir de mayo de 1993, la inflación mensual bajó a menos de 2% y, desde ese año hasta 2010, el crecimiento promedio anual de la economía ha sido 5.1%. Hoy, revela Abusada, la economía es 2.5 más grande que en 1993. Destaca, además, que entre 1993 y 1997 la pobreza extrema se redujo de 27% a 15%.
Los tres economistas coinciden en que el peruano de hoy valora la estabilidad de los precios y los fundamentos macroeconómicos, pues perciben que sostienen la bonanza de estos años. “Está surgiendo una nueva clase media, que tal vez no entienda las sutilezas del manejo económico, pero que no está dispuesta a aceptar experimentos como el venezolano”, concluye Abusada.
DATOS
• Con el shock, se eliminaron US$1,300 millones en subsidios.
• En 1990, la recaudación tributaria era 4% del PBI. Hoy, la presión tributaria se acerca al 15%.
• Desde 2004, la economía peruana ha crecido 60%. Hoy, el “milagro económico peruano” es reconocido en el mundo.
• A fines de los 90 se truncaron las reformas del Estado y del mercado laboral, así como las concesiones
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