lunes, 12 de mayo de 2008

DERRAME EN PARACAS ¿QUIEN TIENE LA RESPONSABILIDAD?


El choque de un barco carguero norteamericano contra el muelle San Martín en Pisco afectó su tanque de combustible y provocó el derrame de unos 800 galones de petróleo y la formación de una mancha de 25 metros de diámetro en el mar, ocasionando la intervención de cinco compañías de bomberos de Chincha y San Clemente y de la Capitanía de Puertos, las que pudieron controlar la emergencia, que no llegó a poner en riesgo el delicado ecosistema de la reserva nacional de Paracas.
Al menos esto es lo que ha hecho público el jefe de la reserva nacional, Oscar García, luego de un amplio recorrido por la zona protegida. La explicación proporcionada es que la corriente marina apuntaba al sur al momento del derrame y que luego hubo vientos en la misma dirección, lo que contribuyó a alejar la mancha perjudicial y evitó su ingreso a la reserva. Sin embargo, cabe preguntarse por lo que hubiese ocurrido sin estas condiciones favorables.
Sin la menor duda, hoy estaríamos lamentando un daño quizás irreparable a una zona cuyas características únicas la convierten en extremadamente vulnerable. No hay más que recordar el terrible daño ocasionado a la reserva de Paracas por las fábricas de harina de pescado existentes en la zona, las cuales arrojaban irresponsablemente sus efluentes a la bahía, provocando una disminución de oxígeno en las aguas y una mortandad de especies marinas. Hubo que hacer una larguísima campaña en los medios para que dichas fábricas aceptaran dar tratamiento a sus desechos.
La presencia de puertos en la zona y de un incesante tráfico marítimo hace que un accidente de grandes proporciones siempre pueda producirse. Por lo mismo, lo ocurrido esta vez en Paracas debiera servir de advertencia. Es necesario contar con los equipos y personal especializado necesarios y en alerta permanente para poder conjurar una amenaza de contaminación sobre la reserva de Paracas con la suficiente rapidez como para evitar males cuyas consecuencias bien pueden ser irreversibles.
Un pequeño percance como el que comentamos ha provocado que maricultores de la zona deban adelantar sus cosechas debido a la amenaza de los restos de petróleo. Y hay quejas de pescadores de la zona que han encontrado ejemplares cubiertos por crudo, lo que descubre que este tipo de accidentes, por leves que sean, siempre causan algún daño al ecosistema. Aprendamos la lección, ya que por decenios hemos sido –y en gran parte seguimos siendo– un país sin conciencia ambiental, lo que pone en riesgo una de las mayores riquezas con que contamos: nuestra biodiversidad.

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