sábado, 26 de enero de 2008

Misterios de Uchuraccay



Hace 25 años asesinaron en las alturas de Uchuraccay a ocho periodistas y un guía. Hasta hoy no se conoce la verdad de ese crimen. Hay muchos eslabones perdidos en esta historia. Por ejemplo, por qué muchos de los testigos principales, en particular choferes, murieron de forma trágica. O por qué tantos campesinos del pueblo de Uchuraccay fueron victimados. La historia empezó, como se sabe, debido a que días antes del viaje de los periodistas a Huamanga se había producido en Huaychao una matanza de ocho senderistas, por obra, según la información periodística, de comuneros iquichanos. La Comisión presidida por Mario Vargas Llosa a la que el gobierno de Fernando Belaunde encargó investigar la muerte de los periodistas reveló que los senderistas muertos no fueron ocho, sino veinticinco.En todo caso, el propósito inicial del grupo periodístico era investigar lo ocurrido en Huaychao. Después decidieron ir a Uchuraccay.En el tercer volumen de su libro Contra viento y marea, Vargas Llosa incluye una entrevista que le hizo en esa época el periodista Alberto Bonilla de Caretas.Pregunta Bonilla: ¿La Comisión ha encontrado evidencia de la existencia de “sinchis” disfrazados, como decía cierta prensa? Respuesta: “La Comisión no ha encontrado ningún testimonio que convalide esa acusación. Hay sí la afirmación hecha por los comuneros de Uchuraccay ante los miembros de la Comisión de que sinchis venidos en helicóptero antes de los sucesos les dijeron claramente que si venían los senderistas se defendieran y los mataran”. La fácil suposición es que los comuneros, al ver llegar a los periodistas, creyeron que eran senderistas, y que confundieron cámaras y teleobjetivos con armas de fuego. Difícil de creer. Alguna vez conversé con una profesora que me aseguró que los campesinos de Uchuraccay no eran esos seres primitivos que nos pintaron. Algunos tenían instrucción secundaria y poseían, también ellos, cámaras fotográficas.En los días del crimen se dijo que los periodistas llegaron a Uchuraccay con una bandera roja. Vargas Llosa escribe que los comuneros fueron unánimes en formular esa acusación; pero precisa que ésta “no tiene validez alguna ni resiste el más somero análisis”. ¿Iban, en efecto, los periodistas, a portar esa bandera en zona de guerra? Además, quienes conocimos a Eduardo de la Piniella –mocetón alegre y combativo– y a Carlos Sánchez –parco y severo– en nuestra redacción de El diario de Marka los sabíamos contrarios al senderismo.Alguien inculcó ese libreto a los comuneros. Era al momento en que el general Clemente Noel empezaba a descargar su furia represiva, furia que hizo crecer al senderismo. Por todo eso, vaya nuestro homenaje a los nueve mártires de Uchuraccay y nuestra exigencia de que se investigue limpiamente ese sucio crimen.

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