miércoles, 16 de enero de 2008

SOBRE LA REFORMA DE LA CONSTITUCION DE 1979

Todo comenzó muy bien, con el anuncio hecho por el congresista Daniel Abugattás (PNP) en nombre de su grupo parlamentario para sostener una reunión con la bancada del PAP a fin de dialogar y llegar a posibles acuerdos con la finalidad de organizar una reforma constitucional que busque restaurar la Constitución de 1979. El congresista Abugattás no lo dijo, pero todos lo interpretamos como el abandono de la inútil tesis de la Asamblea Constituyente, que en el fondo solo contribuye a inmovilizar las cosas y a que se siga manteniendo la Constitución dictatorial y fraudulenta de 1993.

La congresista Cabanillas respondió por el PAP saludando la disposición del PNP a un diálogo sobre reforma constitucional, aclarando que su partido está dispuesto a aceptar que se tome como base la Carta de 1979 para las modificaciones del caso, porque está claro que casi 30 años no pasan en vano y que hay instituciones de la Carta de 1993 que no están contempladas en la de 1979 y deben ser incorporadas a ella. Para completar las buenas noticias, el congresista Edgar Reymundo (UPP) comunicó que su bancada también estaba dispuesta a participar en el diálogo.

Pero no pasaron 24 horas antes de que empezaran las objeciones, y la paradoja es que provienen de las filas del PAP a través del propio presidente de la Comisión de Constitución, Javier Velásquez Quesquén, quien consideró que por ahora este debate es inconveniente y, pasando de la objeción al insulto, añadió que hay que tener mucho cuidado para no ceder al chantaje de los que quieren esta discusión para incorporar a esta reforma ideas trasnochadas y estatistas. Asimismo agregó que su bancada no ha tomado un acuerdo sobre el punto.

No nos cabe duda de que, con las razones del congresista Velásquez Quesquén, siempre será inconveniente intentar siquiera un debate constitucional. Y más difícil será sentarse a la mesa con quienes ya tacha de chantajistas antes de haber escuchado su propuesta. Ahora entendemos mejor por qué el PAP paralizó la reforma constitucional presidida por Henry Pease durante el toledismo y que estaba avanzada en un 85%, haciendo perder tiempo precioso al país y, en el fondo, dejando las cosas como están.

Pues mientras nuestra clase política dé semejantes muestras de inmadurez y ni siquiera acepte sentarse a dialogar, lo único que se logrará es que la Constitución delincuencial que impuso la dictadura mediante un escandaloso fraude continúe vigente. Los partidarios del ex dictador y esa minoría de tecnócratas neoliberales que se amparan en ella deben estar festejando: no podían haber recibido mejor regalo.

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