por Cesar Levano director del diario la primera
El presidente regional de Puno, Hernán Fuentes, ha lanzado una propuesta audaz: ir hacia la creación de un Estado federal. La idea ha convertido a Fuentes en blanco de la artillería oficial y oficialista. Para empezar, se ha satanizado la iniciativa. Se ha dicho que Puno, por boca de Fuentes, quiere independizarse del resto del Perú. Lo que hemos escuchado en la televisión es lo que el presidente puneño recalcó: no estoy hablando de una República independiente.Claro está que la idea federalista merece ser discutida. Los pensadores clásicos del Perú: José Carlos Mariátegui, Jorge Basadre, Víctor Andrés Belaunde se pronunciaron contra esa fórmula.Mariátegui señaló en 7 Ensayos que se debe descentralizar no para dividir, sino para crear la unidad nacional sobre nuevas bases. En la Asamblea Constituyente, V.A. Belaunde, en intervenciones compiladas en el libro El debate constitucional, reflexionó en la misma dirección.Jorge Basadre alertó más de una vez sobre el hecho de que en la realidad histórica peruana actúan diversas fuerzas centrífugas. Recuérdese, advirtió, que el Perú tiene fronteras con cinco países.No es un secreto que Chile postula en secreto, desde los días del dictador y ladrón Augusto Pinochet, la creación de una república aymara. Fui el primer periodista que denunció la maniobra, señalando con su nombre –María Teresa Infante– a la diplomática pinochetista que hasta hoy ocupa una posición clave en la cancillería chilena y que viajaba constantemente a Puno a predicar la independencia de los aymaras de Puno, Bolivia… ¡y Chile! en una sola república.Por esas razones, es deber de todo estadista auténtico –no hablo de Alan García– prestar atención a los reclamos del sur peruano, con énfasis en Puno. En lugar de insultos y amenazas, conviene el diálogo, el debate. El reclamo de Fuentes, más allá de las virtudes y defectos del personaje, encarna resentimientos frente al centralismo abusivo de Lima. En eso, Puno no está solo. Se puede discrepar de la idea federalista –yo discrepo–, lo que no cabe es convertirla en blanco del odio y en alistar búfalos y metralletas contra ella. Hay que volver a discutir las ideas y las prácticas de descentralización, regionalización, federalismo, autonomía. Hay que retornar a un gran debate constitucional. A algunos compañeros que reclamaban el derecho de autodeterminación y por lo tanto de separación, de secesión, de las nacionalidades quechua y aymara, les recordé hace poco que esa reivindicación no provenía de Mariátegui, sino de Eudocio Ravines. Era en éste la aplicación de la vulgata seudomarxista, que el Amauta había rechazado. Esos amigos se quedaron con la boca abierta. Su fervor por Mariátegui no había incluido la lectura de Mariátegui.Ignoro si Fuentes ha ido a las fuentes.
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