Personalmente tengo muchos desacuerdos con Patria Roja. No me parece conveniente ni lo mejor que sigan aparentando que el partido (Patria Roja) es algo diferente del frente (MNI). También que se sigan autoproclamando Partido Comunista cuando la vida y la historia han demostrado que dicha concepción ha fracasado. Sin embargo hay que reconocer que el Movimiento Nueva Izquierda –frente político de PR–tiene una gran actividad partidaria, incluso más que otros partidos, y está legalmente inscrito ante el JNE y, por lo tanto, tiene todo el derecho, como cualquier otra organización legal, de participar en estas y en las próximas elecciones como ha venido haciendo en años anteriores. Tratar de eliminarlo de la competencia electoral es un comportamiento autoritario.
Por eso me parece realmente deplorable que la mayoría de candidatos al sillón municipal en lugar de pedir mesura y tranquilidad para un desarrollo normal de estos comicios, se hayan sumado oportunistamente a este carnaval macartista. Su falta de imaginación y de talante democrático es la mejor expresión de su propia decadencia. No quieren debatir ideas ni programas, solo esparcir miedo que a lo único que conduce es al desarrollo de una cultura autoritaria que los convertirá, más temprano que tarde, de victimarios, como son ahora, en víctimas.
Por eso la pregunta en este contexto es si el progresismo –y por ello entiendo a las diversas izquierdas y al nacionalismo– será capaz de abrirse un espacio, con una identidad propia, para convertirse en un actor relevante en el país, y cómo abrirá y creará ese espacio. Lo peor que le puede pasar a la democracia es que la izquierda, el progresismo y el nacionalismo o desaparezcan o terminen pidiendo permiso a la ultraderecha para sobrevivir. Es decir, firmando una suerte de carta de sujeción como ahora pretenden. Lo que demuestran estos últimos hechos es que la posibilidad de una democracia para todos en el Perú, depende de que el progresismo vuelva a ser protagónico en la vida política nacional y de que exista una derecha pluralista. Por eso apoyar a Susana Villarán no es solo promover una candidatura: es también defender la democracia.
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