Escribe; Roberto Rafael Huincho Vargas; estudiante de Ingenieria de Minas de la UNASAM.
Existen en los libros de texto miles de definiciones sobre nosotros la juventud, donde se presentan como rasgo característico de ella su irresponsabilidad y su rebeldía "sin causa". La juventud, que es un principio biológico, es ciertamente creatividad, sed de conocimientos y búsqueda de experiencias que opone a cualquier obstáculo su rebeldía.
Ante ello el sistema dominante, al que tenemos que reconocer suma astucia en su afán de preservarse, ha creado miles de armas que permitan aliviar el peligro que puede representar la organización de los jóvenes conscientes de su opresion. Muchas son dichas armas la televisión, la música, la educación institucional, la familia, y tantas mas en las que en otra ocasión podremos adentrarnos más concretamente.
Pero lo que nos interesa en este momento es determinar cuáles de esos instrumentos opresivos nos afectan a nosotros los jóvenes que logran desarrollar alguna perspectiva crítica de la situación social, decidiéndose a crear y defender una utopía de la vida. Sin duda que a todos nos alienan en alguna medida las relaciones personales, el trabajo y los estudios, pero en esa función represiva de la inquietud juvenil, las drogas y el alcohol han resultado medios aun mas excelentes, pues Para qué sirven los sueños, las ideologías, las utopías si nos sumergimos en la alucinación y la incoherencia que ambos producen; rebeldes pero confusos, preferiblemente adictos o alcoholizados, así nos quiere el sistema; así somos menos peligrosos y así han derrumbado muchos movimientos como el hippie y el punk, además reducidos a la condición mucho mas inofensiva de modas. Por eso resultan estúpidas, repugnantes y contrarevolucionarias las repetidas seudoconsignas de "bebe y lucha" o "entre curda y revolución no existe contradicción".
Hasta es decepcionante, observar como tantos jóvenes valiosos para la construcción del nuevo mundo prefieren mantenerse en la comodidad del no hacer nada, escudándose tras un remedo de libertad individual con el cacareado "no lo deseo", o con otras miles de
excusas cuando prefieren aborregarse para consumir lo mismo da si ropa, espectáculos o hamburguesas; que organizarse para la lucha social o el desarrollo de alternativas culturales. A veces, incluso hay una participación nominal en actividades contestatarias, pero se carece de una autentica ética de la responsabilidad y la supuesta persona "contestataria" se conforma con que los demás hagan todo el trabajo. En fin, esto solo pretende ser una pista para que quien se sienta tocado emprenda la autocritica, sin olvidar que esta carece de objeto si no nos proponemos superar los errores. Recordemos siempre
que la revolución es un proceso constante, para la sociedad y para nosotros mismos; como tal, exige una revisión cotidiana de la relación entre nuestras actitudes y nuestros valores éticos.
La juventud es sinónimo de potencial para el cambio, si no la asumimos para la realización de nuestros sueños, entonces, cuando llegue su fin biológico llegara el fin de nuestra rebeldía. Si por el contrario, vemos en trabajar por nuestra utopía el más hermoso de los compromisos con nosotros mismos y con los demás, aprenderemos a saborear la satisfacción de saber que hacemos lo correcto, internalizaremos con pasión y conciencia nuestra rebeldía, y así, a pesar de las cronologías hormonales, podremos conservar por siempre nuestra juventud en la predica y la práctica de la revolución.
! Demostrémonos que podemos ser responsables con nuestros sueños!
! Nuestra rebeldía si tiene causa!
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