por Miguel Angulo Jiménez
Miguel Angulo Jiménez
Xavier Domingo. Tusquets Editores (Barcelona). 181 páginas
Este entretenido libro es un verdadero viaje que se inspira en la obra cumbre de la picaresca española La vida del buscón llamado Don Pablos, pero que usa como navegador la cocina y sus múltiples posibilidades como rutas. Xavier Domingo, conocido por su mordacidad y desfachatez en artículos gastronómicos, nos lleva de la mano a la España de Don Francisco de Quevedo y Villegas, nos da una visión en momentos bastante cruda de una gastronomía que alterna entre la comida popular y la más refinada. Esta cocina, que puede ser interpretada como alquimia pura o bien como recurso médico, inspira un libro que sorprende por su crudeza al tratar temas como la coprofagia y la antropofagia pero relatados de tal manera que más allá del desagrado natural que podría surgir nos lleva a ciertas reflexiones.
Resaltan referencias variadas, entre ellas las que citan técnicas de vinificación que al menos entendido les parecerían de horror, como el hecho de clarificar el vino arrojando a las cubas de crianza jamones o animales muertos, lo cual nos lleva a pensar que el vino de ayer (rudimentarios, con sabor a pez y desfangados) no es definitivamente el vino de hoy y aquel sentimiento de que todo lo pasado fue mejor es sólo eso, es decir, un sentimiento.
Es muy interesante el capítulo acerca de los médicos cocineros de la época en que la comida del enfermo no estaba reñida con la buena gastronomía y que el restablecimiento de la salud era entendido no por el ayuno forzado sino por medio del placer alimenticio, que si bien respondía a principios como el equilibrio de los humores que ningún médico actual compartiría, rescata una manera de visionar al ser humano más integrada en la cual la recuperación de la salud no se parece a un sistema carcelario y la mejoría no es vista en términos de productividad económica. La Mesa del buscón es un libro para leer con deleite y buen humor, que nos invita a la reflexión pero también a la acción (basta leer el capítulo De cómo despertar el amor) y que nos permite revivir épocas pasadas en las cuales el hombre era dueño del tiempo, para traerlas a un presente en el cual el hombre podría estar mejor si se permitiera integrar al que es también objeto de experiencias.
Miguel Angulo Jiménez
Xavier Domingo. Tusquets Editores (Barcelona). 181 páginas
Este entretenido libro es un verdadero viaje que se inspira en la obra cumbre de la picaresca española La vida del buscón llamado Don Pablos, pero que usa como navegador la cocina y sus múltiples posibilidades como rutas. Xavier Domingo, conocido por su mordacidad y desfachatez en artículos gastronómicos, nos lleva de la mano a la España de Don Francisco de Quevedo y Villegas, nos da una visión en momentos bastante cruda de una gastronomía que alterna entre la comida popular y la más refinada. Esta cocina, que puede ser interpretada como alquimia pura o bien como recurso médico, inspira un libro que sorprende por su crudeza al tratar temas como la coprofagia y la antropofagia pero relatados de tal manera que más allá del desagrado natural que podría surgir nos lleva a ciertas reflexiones.
Resaltan referencias variadas, entre ellas las que citan técnicas de vinificación que al menos entendido les parecerían de horror, como el hecho de clarificar el vino arrojando a las cubas de crianza jamones o animales muertos, lo cual nos lleva a pensar que el vino de ayer (rudimentarios, con sabor a pez y desfangados) no es definitivamente el vino de hoy y aquel sentimiento de que todo lo pasado fue mejor es sólo eso, es decir, un sentimiento.
Es muy interesante el capítulo acerca de los médicos cocineros de la época en que la comida del enfermo no estaba reñida con la buena gastronomía y que el restablecimiento de la salud era entendido no por el ayuno forzado sino por medio del placer alimenticio, que si bien respondía a principios como el equilibrio de los humores que ningún médico actual compartiría, rescata una manera de visionar al ser humano más integrada en la cual la recuperación de la salud no se parece a un sistema carcelario y la mejoría no es vista en términos de productividad económica. La Mesa del buscón es un libro para leer con deleite y buen humor, que nos invita a la reflexión pero también a la acción (basta leer el capítulo De cómo despertar el amor) y que nos permite revivir épocas pasadas en las cuales el hombre era dueño del tiempo, para traerlas a un presente en el cual el hombre podría estar mejor si se permitiera integrar al que es también objeto de experiencias.
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