sábado, 5 de abril de 2008

El Gran Soplo


Justicia :::: Caso Fujimori: Aquilino Portella era un teniente del Ejército cuando el Grupo Colina lo reclutó para ingresar a U. La Cantuta. Y luego lo contó todo.

Portella bajo arresto domiciliario, en Ancón. Una condena de 25 años por el crimen de La Cantuta pende sobre su cabeza y aflige a su hermana Gloria.El proceso por lesa humanidad contra el ex presidente Alberto Fujimori ingresará a una nueva dramática etapa en los próximos días. El interrogatorio al periodista Umberto Jara se prolongó por espacio récord de cuatro audiencias esta semana, y debe cerrar el viernes 4 con tres videos y los audios del sensacional documental al Mayor (EP) Santiago Martin Rivas una vez colapsado el régimen fujimorista el año 2001/02, y Paniagua y Toledo en el tente en pie.
Martín Rivas Jara, encausado como jefe del escuadrón de la muerte, Grupo Colina, dijo a Jara y plenamente consciente de que estaba siendo grabado y filmado, sindicó al ex presidente Alberto Fujimori de estar perfectamente al tanto de la naturaleza de los “trabajos” de Colina. Ver para creer.
El próximo lunes 7 debe comparecer ante la Corte que conduce magistralmente el juez César San Martín, nada menos que el general de Infantería Luis Pérez Documet, jefe de la DIFE (Dirección de Infantería del Ejército) de aquellos luctuosos años.
Pérez Documet se encuentra procesado por las ejecuciones extrajudicales de los nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta el 18 de julio de 1992. Debe corroborar el testimonio del teniente EP Aquilino Portella. Una condena de 25 años por el mismo crimen pende sobre la cabeza de Portella, pesadilla que brotó por los poros de su hermana Gloria el último sábado, fecha en que CARETAS lo entrevistó en su casa de Ancón.
Portella dice que él denunció al jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINTE), general EP Willy Chirinos, a fines de 1992, la existencia de un denominado “Grupo Colina” o escuadrón de la muerte al interior del propio Ejército.
Chirinos, recién estrenando el cargo, fue quien le habría informado al No 2 del Ejército, Rodolfo Robles, de la existencia de Colina. O al menos eso es lo que asegura Robles. Lo concreto es que en mayo de 1993, Robles denunció públicamente la existencia del escuadrón de la muerte y tuvo que refugiarse en Argentina para salvar el pellejo.
El teniente Portella habría sido así la primera fuente de esta larga historia y que tiene, quince años más tarde, al ex presidente Alberto Fujimori sentado en el banquillo de los acusados por crimenes de lesa humanidad.
–Lo busqué y le conté todos los detalles (del Grupo Colina) –dijo Portella a CARETAS–. Incluso le pedí una reunión con el Comandante General (Nicolás Hermoza Ríos). En pocas semanas se tendrá la versión del propio Chirinos sobre este culebrón.
¿Por qué sabría el teniente Portella tanto del sangriento final del operativo la Cantuta?
Porque él estuvo ahí.
El ex jefe de inteligencia de la División de Fuerzas Especiales, coronel EP Julio Rodríguez Córdova, declaró ante la Corte que, en la víspera de la masacre de La Cantuta, el 17 de julio de 1992, el coronel Federico Navarro Pérez (presunto No 1 del Grupo Colina), le solicitó que el teniente Aquilino Portella se sume a un operativo militar al día siguiente en la universidad chosicana, pues Portella había sido jefe de la Base al interior de la universidad cinco meses antes. Había una lista de sospechosos por arrestar.
El general Pérez Documet ha testificado ante la Justicia que el mayor Santiago Martin Rivas le solicitó se le asigne al teniente Portella para coordinar el ingreso del grupo de inteligencia en La Cantuta.
Y así fue.
Luego de la ejecución de los estudiantes en las inmediaciones de la planta de tratamiento de La Atarjea, en Ate, un chofer condujo a Portella al cuartel. Instantes después, dice Portella, telefoneó a su superior, el comandante Carlos Miranda Balarezo, y le informó de los hechos.
Miranda le dijo que iba a dar cuenta al general Pérez Documet. Esa noche el general pidió que ambos fueran a su casa.
–Estaba indignado –recuerda.
A los pocos días Pérez cambió a Portella a la DINTE.
–Detecté que me seguían y vigilaban –narra. En 1993 el general Rivero le propuso salir del país. El teniente aceptó. Un buen día le dieron un pasaporte falso con otro nombre. Viajó a Japón, donde vivía su hermano.
A los pocos meses, en abril de 1993, el congresista Henry Pease, de la oposición, recibió un sobre anónimo con los nombre de los oficiales y subalternos comprometidos en el crimen de La Cantuta, el año anterior. Lo firmaba un grupo autodenominado ‘León Dormido’.
En 1996 se venció la visa y Portella regresó al país. Quería hablar con el Comandante General, Hermoza Ríos.
–Me dieron US$ 30 mil en efectivo. Me sentí peor que una prostituta –dice Portella.
En el 2003 fue detenido y acusado por los delitos de homicidio calificado, desaparición forzada y secuestro. El juicio no termina. Su hermana ruega por que sea absuelto. (PC)

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