domingo, 29 de agosto de 2010

Vaso de Leche: ¿reforma o recorte?

Hace unos días, el diario Perú 21 titulaba “Vaso de leche no llega a los necesitados” y “El programa de vaso de leche es una total coladera”, cuestionándose así la existencia de un programa cuyos beneficios no llegarían a los más pobres. Asimismo, se citaba un estudio realizado por Comex Perú, el cual determinó que el 73% de los beneficiarios de Lima y Callao reciben “indebidamente” esta asistencia porque, entre otras cosas, la mayoría no es pobre, tiene empleo y vive en casa propia construida con material noble. ¿Serán estos elementos suficientes para cuestionar este programa social?

El programa de Vaso de Leche fue promovido en la década de 1980 por el líder de izquierda y Alcalde de Lima, Alfonso Barrantes, en medio de las políticas de ajuste económico de la época, esto con el objetivo de enfrentar la emergencia alimentaria de los menos favorecidos. En un inicio, nos recuerda el sociólogo de DESCO, Gustavo Riofrío¹, no se optó por el camino de la focalización de grupos de beneficiarios, sino se estableció que todo aquel que necesitara el Vaso de Leche debía organizarse para recibirlo. Han pasado los años y la falta de un verdadero control por parte del Estado para re-dirigir los objetivos de este programa han generado una serie de problemas que son necesarios enfrentar.

Uno de estos problemas es que la focalización no funciona. Un estudio de Monge, Vásquez y Winkelried² señala que el programa de Vaso de Leche tiene el mayor porcentaje de infiltración si lo comparamos con otros programas sociales como el comedor popular, el desayuno escolar y el seguro integral de salud. Para Gustavo Riofrío este es un problema real, pero que no se soluciona “ultrafocalizando” este programa. En ese sentido, se observa que algunos sectores neoliberales que critican dicho programa buscan recortarlo cada vez más para dárselo “solo a los que más lo necesitan”, pero sin un criterio apropiado. ¿Cómo saber quién necesita el Vaso de Leche? ¿Se puede hacer esta distinción entre los pobres que actualmente lo reciben?

Por esto, Gustavo Riofrío señala la necesidad de mirar de forma global el programa de Vaso de Leche para adecuarlo a las actuales necesidades. En primer lugar, habría que elaborar una nueva Ley del Vaso de Leche, en la que debieran participar expertos, intelectuales y las organizaciones de mujeres que actualmente sostienen el sistema de reparto de la leche. Además, habría que destinar un presupuesto específico destinado a pagos de personal de apoyo, profesionales en nutrición, capacitación y equipo logístico, pues solo con el trabajo voluntario de los actuales líderes y lideresas del Vaso de Leche no es posible hacer eficiente este programa.

Finalmente, de lo que se trata es que el Estado asuma su rol protector del bienestar social de la población, sobre todo de los más vulnerables, como son los niños, madres gestantes, ancianos y tebecianos a los que el Vaso de Leche asiste. Por esto, en lugar de buscar justificaciones para recortar este programa indiscriminadamente, el gobierno debiera plantear el camino para gestionarlo de forma eficiente.

Recuperar el poder del Estado en el negocio gasífero‏

Mañana con el diario La República, Otra Mirada publica el No.12 de su suplemento mensual sobre temas de interés nacional. Esta vez el tema, “Gas peruano, el país esta primero". Te invitamos a leerlo y debatir su contenido con tus compañeros y amigos. Aprovechamos para darte un adelanto del mismo.

Recuperar el poder del Estado en el negocio gasífero

Hace un año cuando empezamos Otra Mirada. Análisis y Propuestas de Política, como una publicación con la edición de La República del último sábado de cada mes, lo hicimos con el tema del gas. En ese momento se trató de llamar la atención sobre un asunto que empezaba a ser levantado por diversos expertos y múltiples actores sociales y políticos. Ahora, un año después, podemos decir con orgullo que hemos contribuido a que el tema del gas ha dado un vuelco, colocándose en la agenda política peruana como uno de los temas que definen la vocación nacional de los actores políticos en competencia.

Es interesante observar cómo en el debate reciente la iniciativa en este asunto ya ha estado claramente de lado de los que reclamábamos contra la exportación del gas barato, que viene de los lotes 88 y 56 que dejó la empresa Shell, como parte de una reivindicación nacional por la soberanía en el manejo de nuestros recursos naturales. Paradójicamente la exportación no ha tenido defensores importantes más allá de los conocidos lobistas de las grandes empresas y la propaganda pagada en los medios, pero sin capacidad para crear una opinión pública movilizada que defienda el saqueo, desafortunadamente todavía en curso. El propio gobierno aprista, que en esto ha demostrado un continuismo con el anterior, se ha movido defendiendo a las empresas, pero a la vez teniendo que dar concesiones al movimiento reivindicador que en ningún caso llega a plasmar a plenitud. Aunque, el que no haya tenido defensores públicos con influencia no significa que el negocio de exportación no controle aún los pasillos del poder, en los que la mayoría de los que toman las decisiones en este país bailan al son que les toquen estos grandes intereses en cuestión.

¿Por qué es importante este avance en la lucha por el gas? Por los temas que pone sobre la mesa el debate acerca de un recurso de tamaña importancia. En primer lugar, la apuesta por el desarrollo nacional al constituir este gas el combustible para cambiar la matriz energética, frente al entreguismo a intereses extranjeros que nos imponen combustibles carísimos. En segundo lugar, la consideración del recurso como estratégico y la prioridad de su control por el Estado contra el ninguneo del neoliberalismo que considera cualquier recurso como mercancía del mismo valor para el país. En tercer lugar, las posibilidades que brinda el gas para generar producción con valor agregado dando un giro a nuestra relación con el mundo y cambiando los ejes de nuestro desarrollo económico. En cuarto lugar, la posibilidad de que la apuesta por el gas permita frenar la política de concesiones en la Amazonía, que pone en grave riesgo esa frágil región del país.

El objetivo de la siguiente etapa de lucha por nuestro gas es que el Estado recupere el poder de decisión sobre el negocio gasífero, es decir, que recupere la propiedad en boca de pozo del recurso que la Constitución írrita de Fujimori y Montesinos le dio a las empresas extranjeras así como otras medidas regulatorias que favorezcan nuestro desarrollo energético. Esta es la reforma fundamental a lograr y no va a ser algo sencillo. Recuperar el poder de decisión significa recuperar nuestra soberanía energética y tener la llave para el desarrollo industrial y la exportación de productos con valor agregado. Para ello, sin embargo, hay que cambiar la Constitución y la ley y repotenciar Petroperú como una empresa estatal que vuelva plenamente a la exploración y explotación y lidere el sector. Todo esto significa decisiones políticas de envergadura que solo podrá tomar un nuevo gobierno de mayoría nacional que cuente con el respaldo necesario para ello.

De allí la necesidad de que este tema pase en forma definitiva a la agenda política de las próximas elecciones generales y se convierta en uno de los parte aguas entre los candidatos del continuismo: Keiko, Castañeda y Toledo y los que aspiran a una transformación del país. Hasta ahora el único candidato claramente posicionado que ha hecho del gas tema central de campaña ha sido Ollanta Humala, y junto con él, otros líderes políticos que también apuestan por el cambio. Sin embargo, esto no solo supone voluntad política electoral sino el despliegue de una gran energía social como la que vimos semanas atrás en La Convención para que no haya aislamiento mediático ni lobby empresarial con posibilidades de marginar un tema crucial para el desarrollo del país.

La Comisión de la Verdad, a siete años

Por Carlos Castro

“Toda sociedad tiene el irrenunciable derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las que aberrantes delitos llegaron a cometerse, a fin de evitar que esos hechos vuelvan a ocurrir en el futuro”, señaló en 1985 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Es esa búsqueda por hallar una explicación a las épocas de violencia política, con sus consecuencias de barbarie y de crímenes de lesa humanidad, se crearon las comisiones de la verdad.

América ha vivido –y esperamos que no vuelva a ocurrir más–épocas en las que los derechos y las vidas de los miembros de una sociedad dependían del dictador de turno. Alfredo Stroessner, Augusto Pinochet, Rafael Videla, Leopoldo Galtieri o José María Bordeberry y más recientemente, Alberto Fujimori, son algunos de ellos. Períodos en los que la lucha contra la subversión les sirvió para implantar regímenes en los que se cometieron torturas, desapariciones forzadas, secuestros, destierros y persecución de los opositores.

Antes de ser sacados del poder, por la movilización de las masas o por la expresión de los votos, los dictadores se dieron leyes a su favor para blindarse. Lo condenable es que, en algunos casos, los gobiernos democráticos que los sucedieron promulgaron nuevas leyes para que no sean juzgados. Como las leyes de punto final en Argentina o Chile. Frente a la impunidad se alzaron las víctimas, juristas comprometidos en la defensa de los DDHH, periodistas y organizaciones, que se movilizaron en busca de justicia, en el entendido que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles y sin amnistía posible.

Fue así como surgieron las CV que abrieron un proceso de mirada hacia adentro y en los que las familias empezaron a reconocer la barbarie que los había rodeado. Un periodista argentino recordaba que cuando era niño y su padre lo llevaba a ver los partidos de la selección de su país en el Mundial del 78 no imaginó que a unas cuadras del Estadio otros compatriotas suyos eran torturados y asesinados por órdenes de Videla.

La CV fue creada por el desaparecido presidente Paniagua a fines de su mandato y ratificada y ampliada –se agregó el término de Reconciliación– por Alejandro Toledo a poco de iniciar su gobierno. Han pasado siete años, en los que el país “escuchó la voz de los silenciados”, como señaló el presidente de la CVR, Salomón Lerner, y el resultado de su trabajo sigue siendo blanco de infamias y mentiras, como las que publicó ayer un diario atribuyendo el papel de “marionetas” de “ONG extranjeras” a los ex comisionados.

La CVR, a diferencia de lo que mienten sus enemigos, no fue complaciente con SL. Lo calificó como un movimiento terrorista genocida, lo sindicó como el principal responsable de los muertos en la época de violencia, lo responsabilizó por crímenes de lesa humanidad y señaló que sus autores no pueden beneficiarse con leyes de amnistía o perdón. Lo saben sus enemigos, pero no perdonan a la CVR haber dado voz a los sobrevivientes de torturas y masacres que tenían como autores a militares o a los Colina y señalar los crímenes de lesa humanidad en el régimen fujimontesinista. Mientras, sus recomendaciones sólo se han cumplido en parte por este gobierno. Hasta la próxima.

VALENTIN PANIAGUA UNA ENTREVISTA DE COLECCION

Medio siglo de política peruana bajo la óptica de Valentín Paniagua

Politai es una nueva revista producida por los estudiantes de ciencia política de la Pontificia Universidad Católica. En su primer número de reciente aparición se publica una larga e inusual entrevista a Valentín Paniagua realizada en el 2003. Desde su infancia en Bolivia y Cusco hasta la turbulenta transición luego del fujimorismo, el ex Presidente habla con franqueza incuestionable. Aquí reproducimos algunos extractos de la entrevista gracias a la gentileza de Politai.

Por Eduardo Dargent y Alberto Vergara

El primer gobierno de FBT

¿Cuál es el significado del triunfo de Fernando Belaúnde en 1963?

–En 1963 gana la renovación. La gran sensación del país es que se inicia una nueva época en el Perú. Y en efecto, se inició. Si uno mira la realidad del Perú, antes y después del 63 –y creo que nadie ha hecho una evaluación equilibrada de esto–, llega a la conclusión de que el Perú dio un salto gigantesco en su historia, en su vida política y social. Para comenzar, Cooperación Popular no fue solo un programa del gobierno para movilizar o promover el desarrollo humano. Cooperación Popular despertó al Perú profundo. Cooperación Popular le dio presencia al indio, ahora le dicen campesino, pero era el indio, que por primera vez podía aparecer en la escena nacional para gran disgusto de los sectores tradicionales del país, no precisamente los más conservadores, sino los sectores medios. Eso era ya un salto cualitativo en el país. Cuando en el año 64 se aprueba la ley de reforma agraria, lo importante no es que comienza la reforma agraria, que lo era, sino lo importante fue que se canceló definitivamente el pongaje en el Perú. Recién entonces se produce la liquidación de la servidumbre del indio en el Perú.

El APRA

–Imaginemos que se llevaban a cabo las elecciones de 1968, ¿cree usted que este ímpetu reformista (el del primer belaundismo) podría haberse mantenido con una presidencia de Haya de la Torre? ¿O piensa, más bien, que el Haya de 1968 ya no era el político reformista de años atrás?

–Daba la sensación por la política que siguió en el periodo 63-68 que el APRA había perdido por completo aquel impulso reformista. Después se “izquierdizó” mucho, sobre todo Villanueva. Pero lo real es que ellos se opusieron a todo el proceso de transformación que nosotros nos empeñábamos en impulsar. La reforma agraria fue mediatizada por ellos primero en la ley y luego fue boicoteada en el presupuesto, lo cual era lógico ya que en el Senado y también en la Cámara de Diputados estaban los grandes barones del azúcar y grandes hacendados, de tal manera que la reforma agraria no iba a caminar nunca por obra de ellos. Después, el APRA siguió con su retórica izquierdista e incluso se ha dado el lujo de “derechizar” al resto de personas. Pero lo cierto del caso es que, llegados al poder, no hicieron una transformación especialmente significativa, excepto barbaridades como la estatización de la banca, con los resultados que todos conocemos.

Fujimorismo

–¿Cómo percibe usted el acercamiento del fujimorismo al final de sus días con sectores doctrinariamente conservadores, acaso con personajes conservadores...

–Mire usted, yo no tengo una percepción del fujimorismo bajo esos términos. Yo no he visto a nadie coherente con una filosofía o un pensamiento económico o político, nadie, ni el propio Fujimori. Él ha sido candidato tres veces y en ninguna de las tres oportunidades se le ha escuchado difundir otra idea que no sea la cumbia del chino. Pero ideas coherentes respecto del cambio y la transformación económica no. Imagino que su ideario está en las disposiciones del Banco Mundial.

–Personajes como Francisco Tudela, anticosmopolita...

–Yo tuve un debate tremendo con Tudela en el Congreso. Yo lo reté incluso, le dije “vamos a debatir”, y por supuesto que no aceptó. Pancho es un hombre inteligente y de gran calidad... lástima que hubiera estado metido ahí... no me lo explico.

–O lo de Fernando de Trazegnies también, ¿no? Difícil de entender.

–No, para mí no. Lo conozco desde hace muchos años, desde muchacho. Es un pragmático. Él nunca se ha jugado por nada. En la época en que nosotros luchábamos políticamente él estaba al margen, en una posición cómoda. Todos se arriesgaban pero él no.

Transición

–Una primera cosa que salta a la vista es que, en contraposición a transiciones como las de Chile o España, aquí no hubo capacidad de reacción de las fuerzas armadas ante el colapso del régimen. La caída del régimen parece una estampida de ladrones y bribones. ¿Es esta una impresión correcta?

–Corresponde precisar algunos rasgos. En primer término, yo creo que la fuerza armada del Perú cobró plena conciencia de la gravedad de la corrupción cuando esta fue conocida integralmente, o comenzó a conocerse integralmente, por la difusión de los videos. En segundo lugar, yo tengo la impresión de que la fuerza armada estaba convencida de que sus compromisos con Montesinos y con Fujimori (la famosa acta de adhesión que firmaron todos los altos oficiales que incluso ahora están ahí) iba a funcionar. Obviamente, llegaron a la conclusión de que nada funcionaba si el comandante supremo comenzó por fugarse y el inspirador de todo, que era Montesinos, pasó a ser un delincuente perseguido internacionalmente, susceptible de ser capturado en cualquier momento. Creo que esos son factores que paralizaron a la fuerza armada.

El futuro de la democracia

–Hace un rato hablábamos de esa tendencia casi natural al autoritarismo de las clases bajas y altas y de todo el Perú en general. ¿Cuán vacunados cree que estamos para el futuro respecto a eso? ¿O la tentación autoritaria seguirá seduciéndonos en el futuro?

–Quiero decirles mi preocupación personal ya llegado a cierta edad. Soy ya un hombre mayor. En el año 56, cuando se eligió a Prado, Belaúnde impugnó el resultado electoral y pensamos que con esa impugnación se podía producir el golpe en cualquier momento. Y así sucedió el 62, luego de un proceso igual de discutido. En el año 63, cuando Belaúnde gana las elecciones, yo tenía la absoluta certidumbre de que el golpe no podía producirse hasta que surgió la patraña de la página 11 (…). Vino lo de la devaluación y la demagogia del APRA y del odriísmo. Fue atroz.

En 1980 fue más o menos lo mismo. Pero ese año sí tuve la convicción de que después de esos 12 años desastrosos de dictadura era imposible que los militares pretendieran un nuevo golpe. Y por eso para mí sí fue desconcertante el golpe del 5 de abril. Solo fue posible porque Fujimori estaba en la conspiración, sino los militares no se atrevían. El 5 de abril no es un golpe. Es la traición de Fujimori (…).

Sendero Luminoso

–¿Y el otro rostro de la tentación autoritaria, un proyecto violentista tipo Sendero Luminoso?

–No, ya el clima cambió. Sendero Luminoso y la aventura de los rojos fue posible porque tuvieron diez años de tranquilidad en los que se apoderaron, con la protección del gobierno, de las universidades, sindicatos, etc. E hicieron lo que les pareció en el país con la protección y simpatía del gobierno. Esos fueron los factores que contribuyeron a desencadenar esa experiencia. E incluso ahora nos toca ir a la Comisión de la Verdad. La situación para nosotros ha sido un poco incómoda.


“Yo Le gané a Hugo Blanco”

–¿Es verdad que usted disputó la final de un campeonato de ajedrez escolar con Hugo Blanco?

–Sí, y le gané. Hugo estaba un año antes que yo en el colegio y representaba a la unidad escolar. Él había ganado el campeonato de los colegios nacionales. Me parece que eran solo dos colegios en Cusco en ese momento y yo gané el campeonato de los colegios particulares, y la final la jugamos Hugo Blanco y yo, y le gané. Siempre cultivamos una buena amistad con él hasta que ocurrieron una serie de hechos que lo vincularon con situaciones muy desagradables. Durante unos años no tuvimos diálogo pero nos volvimos a encontrar en el Congreso de 1980, siendo yo miembro de la cámara y él también. Él tuvo siempre un comportamiento amable conmigo, y desde luego cuando fui Presidente tuvo gestos de mucha cordialidad. No lo he vuelto a ver y lamenté mucho que estuviera enfermo en los últimos tiempos.

¿POR QUE TANTA INGRATITUD CON LOS VIEJITOS?

Jóvenes a la compra, fonavistas a la tumba

Por Rocío Silva Santisteban

El desprecio por el anciano es una característica más de la cultura criolla neoliberal. Y eso no sería relevante si el Estado peruano no hubiera asumido como propio este discurso desde una perspectiva monolítica, sin fisuras, sin flexibilidad, sin apertura alguna.

Hoy se desprecia al que no aporta, al que no es funcional, al que aún con posibilidades mentales y físicas no cumple ningún papel en la maquinaria productiva. Eso es lo que algunos hemos captado de lo dicho por la ministra Mercedes Aráoz y por el presidente de la República ante la eventual victoria del SI en el referéndum de octubre sobre el FONAVI. El tema técnico de la pregunta ordenada por el Tribunal Constitucional no debe ser un escollo para el referéndum sino un reto técnico para la ministra Aráoz: ella es la indicada para solucionar este terrible problema ciudadano a partir de una salida viable y creativa; obviamente, aumentar el IGV no es lo más creativo. Dirigir las finanzas de un país en época de vacas gordas no es tan difícil como hacerlo en época de vacas flacas. Por eso afrontar el riesgo de la devolución de un dinero que fue saqueado por el Estado es la tarea mínima de una ministra, para eso lo es. Si no que regrese a las aulas de la Universidad del Pacífico donde estaría mucho más tranquila, pero –eso sí– que no espere salir en la carátula de Cosas.

Hoy en día, desde los negocios, pero también desde el Estado, se encumbra al joven que puede consumir: a aquel treintón que está dispuesto a pagar una hipoteca durante 20 años de su vida tras el sueño del “depa” propio. Los profesionales jóvenes, recién casados, que no tienen hijos y sí mucho futuro: tanto que comienzan a endeudarse para ser propietarios. No importa que más adelante se venga abajo la burbuja inmobiliaria: los jóvenes se endeudan porque aún creen que esa fortaleza vital les durará mucho tiempo. Las empresas y bancos y financieras tienen en los jóvenes a sus principales objetivos. Por eso les ofrecen, los seducen, les coquetean a más no poder: sobre sus hombros recae la necesidad de tener un consumidor que gaste y, sobre todo, se endeude.

En cambio los viejos no pueden endeudarse, no pueden ni contratar un seguro de salud, ni siquiera pueden ser asistidos con dignidad por ESSALUD; es más, incluso son eternamente postergados por la Oficina Nacional Previsional (ONP) con la esperanza secreta de que se mueran antes de que se solucionen administrativamente sus problemas de pensiones. No estoy exagerando. La Defensoría del Pueblo lo sabe perfectamente y, gracias a la actitud decidida de la Defensora Beatriz Merino, algunos de los funcionarios y empleados de la Defensoría asesoran y hacen lo posible para ayudar a aquellas personas ninguneadas por la ONP.

Los funcionarios de la ONP aducen a veces razones macondianas: a mi madre le dijeron que su expediente “se quemó” –oh sí, como si fuera materia autoinflamable– para no reconocer sus más de 20 años sirviendo a las Fuerzas Armadas como profesora. Ella, a los 86 años, espera con paciencia el largo trámite, mientras tanto recibe por pensión 400 soles como cesante. ¿Así se reconoce una vida dedicada al magisterio de los cadetes? Mi padre, cuando vivía en el 2006, recibía 60 soles en su boleta de pago como jubilado en el rubro “Palmas Magisteriales en el grado de Amauta”. ¡¡¡Sesenta soles!!!

Lo declarado por la ministra de Economía y por el presidente del Perú, autoridades máximas de este Estado, condice perfectamente con la actitud ninguneadora de las otras instancias estatales hacia aquellos a quienes deberíamos respetar porque representan, siempre, nuestro propio futuro. Aunque, como van las cosas, debería pensar en poner mi sien frente a una Luger Parabellum 9 mm llegando a los 65 años de edad. Así me evito humillaciones.

CHIMBOTE LO QUE UN DIA FUE

Lo que un día fue...

Antes de que las industrias pesquera y siderúrgica la convirtieran en una ciudad desordenada y peligrosa, Chimbote era una pequeña urbe costera donde la vida transcurría tranquila y los turistas llegaban a vacacionar. Una exposición fotográfica rescata esos buenos viejos tiempos.

Por Raúl Mendoza

A comienzos del siglo pasado Chimbote no era la ciudad caótica en que se transformó después por efectos de la industria pesquera y la del acero, sino un balneario apacible donde los visitantes de otras urbes llegaban para disfrutar de su bahía. En sus playas había por lo menos cincuenta metros de arena, un muelle que podía recorrerse a pie, botes para pasear en sus aguas tranquilas y, por si fuera poco, islas cercanas adornando el paisaje. Era un lugar atractivo, con enorme potencial turístico, que fue avasallado al llegar el “progreso”.

Cuenta Jorge Smith, chimbotano conocedor de la historia del puerto, que en las primeras décadas del siglo XX mucha gente de Lima se iba a Paracas o Chimbote de vacaciones. “Ambas son bahías y tienen playas tranquilas. Pero la suerte de ambas ciudades ha sido distinta”. A fines del siglo XIX, Chimbote era una caleta de pescadores. Más tarde, en los años veinte, durante la construcción del ferrocarril Chimbote-Huallanca, muchos inmigrantes extranjeros llegaron al lugar y con el tiempo se integrarían a la plural y activa sociedad chimbotana. La paulatina transformación en el puerto actual que todos distinguimos por su inconfundible olor arrancaría a mediados del siglo pasado.

Los años previos (y felices) de esta ciudad aparecen ahora condensados en la exposición “Chimbote en blanco y negro”, una muestra con imágenes captadas entre 1920 y 1960. Estas fotografías, que además se hacen públicas por primera vez, dan cuenta de la ciudad antes de su degradación urbana y su deterioro ambiental: costumbres sosegadas como cualquier ciudad-balneario, con alguna opulencia, y puntos de encuentro como la playa, el Hotel Chimú y la Plaza de Armas.

Te recuerdo

“Chimbote en blanco y negro” rescata del olvido una ciudad que ya no existe. La revista Chimbote News.com pidió a los paisanos, a través de internet, que les enviaran fotos antiguas en blanco y negro. El material recogido es singularísimo: se logró bosquejar el retrato de lo que fue la ciudad y la sociedad chimbotana antes de que la transformaran los malos aires del desarrollo pesquero. La muestra la conforman medio centenar de imágenes, pero se ha logrado reunir trece mil fotografías en papel y digitales.

Las imágenes reveladoras salieron del álbum de familia que muchos chimbotanos examinaron en casa. También sirvieron los archivos de fotógrafos ambulantes de los parques y plazas de la ciudad, y las imágenes que chimbotanos regados por el mundo enviaron vía mail. “Hemos conseguido tanto material que podrían hacerse varias exposiciones temáticas”, precisa Jorge Smith. Entre ellas se pueden encontrar tomas de la playa llena de bañistas y el muelle de madera adentrándose en el mar, así como fotos de promociones escolares, reinas de la primavera y familias conocidas.

“En la muestra hay una fotografía de unas reinitas de un centro escolar, de 1944. El día de la inauguración en Lima tres señoras se reconocieron en esa foto”, cuenta Smith. Hay más imágenes: el equipo del club José Gálvez de 1959; los hermanos del Solar y entre ellos el papá de Chemo del Solar; la Plaza de Armas cuando aún no estaba pavimentada y la misma plaza, diez años después, con piso de cemento. También hay fotos del Hotel Chimú y la destrucción dejada por el terremoto del 70. “En esa época Chimbote tenía tres mil habitantes, todos nos conocíamos”, dice Percy Robles, autor del libro El Chimbote que se fue. Hoy tiene 350 mil.

Chimbote conservó esos aires de ciudad menor hasta la década del 50, cuando aparecieron las fábricas pesqueras y poco después la siderúrgica y se terminó la hidroeléctrica del Cañón del Pato. “Con la energía eléctrica se impulsó la industria pesquera y del acero, y empezó a llegar gente de Áncash, La Libertad, Cajamarca. Se amplió el casco urbano y empezó el caos”, reflexiona Robles. En la década del 70 operaban 150 fábricas pesqueras que dañaron la bahía y el medioambiente. Hoy funcionan todavía unas treinta empresas y la siderúrgica. Ya nadie se baña en esas playas de las fotos. Hay contaminación y fango en las orillas. Pero si la realidad no es tan auspiciosa, queda el recuerdo de lo que fue.

Estas fotos traen de regreso una memoria dormida, el perfil lejano de una ciudad ordenada y apacible que miraba al mar.

La exposición

“Chimbote en blanco y negro” nació por iniciativa de la revista Chimbote News.com y de su director Pedro Miranda. Ahí se lanzó la idea de reunir imágenes de Chimbote antiguo para luego exponer las más representativas en distintas ciudades. La exposición de fotografías se presentó inicialmente en Chimbote del 27 de junio al 11 de julio en la sala de arte de la Municipalidad del Santa. En Lima se inauguró la semana pasada y estará hasta el 2 de setiembre en la Universidad de Arte Orval (Av. Primavera 207, San Borja). También será llevada a Los Ángeles (EEUU). Posteriormente se publicará un libro con el mismo título y los ingresos por la venta irán a un fondo para la construcción del Museo de Chimbote, que busca promover el turismo, la cultura y la identidad de esta urbe del norte chico.

ENTREVISTA A OLLANTA HUMALA

“Muchos se vendieron por un plato de lentejas el 2006”

Ollanta Humala fue el candidato sorpresa en el proceso electoral que llevó a AGP por segunda vez al poder. Humala quedó a muy poco del triunfo. Ahora se prepara para el 2011 y, a diferencia de los otros posibles candidatos, admite aquí que sí lo será.

Por Federico de Cárdenas

Hace poco tuvo una coincidencia inesperada con el ex presidente Toledo. Ambos le pidieron al presidente García que sacara las manos del escenario electoral.

–Sí, pero ahí hay dos posiciones: una principista y otra oportunista. Esta última es la del señor Toledo, quien siendo socio del señor García en la exportación del gas, y ambos defensores calificados de la Constitución delincuencial de Fujimori, ahora aparenta ser oposición y pide algo que él no practicó. Basta buscar los diarios del 2006 y se verá al señor Toledo haciendo campaña por AGP en la segunda vuelta, cuando decía que se tenía que votar por la democracia y no por el chavismo o el salto al vacío. Por eso me parece patético que no encuentre mejor manera de hacer su campaña. En cuanto al PNP, hemos denunciado en todo momento la decisión de García de intervenir en la campaña, y no solo ahora sino desde que dijo a la banca regional que no sabía quién sería el próximo presidente, pero sí podía cerrar el paso a quien no quería que fuera. Todos coincidieron en que el mensaje me estaba dirigido.

–En esas recientes declaraciones suyas en las que dice que todos los candidatos forman parte del fujimorismo sin Fujimori, ¿no reconocería matices?, ¿están todos en el mismo saco?

–¿Qué es el fujimorismo sin Fujimori? Es defender la Constitución delincuencial de 1993, la cual –con el problema del gas– revela una vez más su necesidad de ser cambiada. Toledo y García la defienden, con lo que descubren que sus gobiernos son lo mismo, y practican una relación Estado-capital en la que el Estado renuncia a la propiedad de los recursos y vive de la venta de los mismos, un sino común a los países primario exportadores, pero al menos la mayoría de los restantes defienden sus recursos naturales y son propietarios de ellos. El Perú es una excepción escandalosa, y eso es lo que han defendido Toledo y AGP. Por eso decimos que no hay diferencia entre ellos.

–¿Rescataría algo del segundo gobierno de Alan García?

–Claro que sí. El crecimiento económico, por ejemplo. Es verdad que es insuficiente, pero es real. También rescatamos la forma como se ha llevado el contencioso marítimo con Chile ante el Tribunal de La Haya. Pero no podemos tolerar el entreguismo de este gobierno al permitir la exportación del gas de los lotes 88 y 56, mintiendo a la población del Cusco y sembrando una bomba de tiempo en el futuro del país. Ahora mismo se está vendiendo gas del lote 88, el mismo que según el gobierno ha quedado reservado al consumo nacional. Eso es algo que no podemos avalar.

–Haciendo una autocrítica en retrospectiva, ¿aceptaría que la selección de sus congresistas en el 2006 no fue todo lo acertada que el caso requería?

–Por cierto. Hemos cometido muchos errores y entre ellos figura el no haber tenido una selección más adecuada e idónea de nuestros candidatos al Congreso. El 2006, una vez que terminaron las elecciones, y como no llegamos al gobierno, muchos de ellos se vendieron por un plato de lentejas.

–¿Por qué su partido no presentó candidato a la alcaldía de Lima y de qué manera enfrentan las elecciones municipales y regionales?

–Para nosotros lo más importante en el momento son las elecciones nacionales, y se encuentran tan próximas a las municipales y regionales que teníamos que ver una prioridad. Pero no estamos ausentes: en los lugares en los que lo hemos visto adecuado sí hemos presentado candidatos y estamos participando como partido en diversas regiones del país. Creo además que hay que saber respetar los liderazgos regionales y municipales, que muchas veces no se encuentran dentro de los partidos. Por eso planteamos la estrategia de abrir el proyecto nacionalista a diferentes candidatos que tengan una veta nacionalista y los estamos apoyando.

–¿Hay algún cambio en la estrategia política del PNP? Da la impresión de que ahora están más volcados al interior del país que a Lima. ¿Estoy en lo cierto?

–Lo que hemos hecho, luego de haber salido de la serie de procesos penales que se me armaron y que me tuvieron inmovilizado en Lima por más de tres años, es recorrer el país agradeciendo a la población el apoyo que nos dieron en la campaña anterior. Pero es cierto que estamos recorriendo las provincias, tratando de llegar hasta donde no pudimos hacerlo en la campaña del 2006. Luego nos dedicaremos a Lima.

–¿Cuánto se ha avanzado en la construcción partidaria? ¿Se podría decir que el PNP es ya un partido con implantación nacional?
–Claro que sí. Es un partido que genera identidad en su militancia. Hace un momento hablamos de errores: hay que recordar que no éramos partido en el 2006 y que fuimos bajo el paraguas legal de UPP. Apenas UPP se vendió al gobierno dimos por terminada la alianza, con el problema de que ellos se han quedado con la olla. Pero lo que no pudieron quitarnos fueron nuestras ideas y planteamientos, nuestra interpretación del país y las soluciones que tenemos. Por eso vamos ahora con la “O”.

Hace unos meses, un grupo de conocidos intelectuales le dio su apoyo, sin que eso implicara una afiliación al PNP. ¿Trabaja con ellos su plan de gobierno? ¿Qué tipo de vínculo mantienen?

–El proyecto nacionalista es más amplio que el partido, que es la columna principal del proyecto. He agradecido públicamente el apoyo valiente y desinteresado de esos intelectuales. Es un gesto pocas veces visto que, a más de un año de una campaña electoral, salga un grupo de intelectuales de diferentes raíces ideológicas y anuncien un apoyo. Ellos son una columna más de las que sustentan el proyecto; otras son los movimientos sociales y gremiales, con los que venimos trabajando desde hace buen tiempo. Y también hay movimientos de carácter local y regional ligados. Nuestra estrategia de trabajo es tratar de incluirlos a todos. Nuestro plan de gobierno es una responsabilidad compartida entre el partido y una comisión de intelectuales por el cambio, y está bastante avanzado. Recoge las bases del 2006 e incorpora nuevas propuestas: nueva democracia para todos, nueva Constitución, etc. Necesitamos redefinir el poder en el Perú y una revolución educativa.

–En el pasado, su cercana relación con Hugo Chávez acabó perjudicándolo. ¿Qué relación tiene con él y cómo ve al gobierno venezolano?

–En mi opinión, el Perú debe fortalecer la relación con todos los países latinoamericanos, sea la Venezuela de Chávez o la de Juan Pérez. Buscaremos una relación de integración y amistad con todos en el continente, siempre de acuerdo con los intereses nacionales. También creo que lo que pasa en cada país es problema de ellos. No tenemos por qué juzgar lo que pasa en una casa que no sea la nuestra. Aseguro que nuestra transformación del Perú no será copia o calco de la de otros países.

–¿Le son indiferentes esos casos de censura a la prensa en Venezuela, que se ha visto obligada a salir con espacios en blanco?

–En verdad, no sé lo que esté pasando con la prensa en Venezuela y sobre eso no voy a opinar. Mi compromiso es defender la libertad de expresión, no solo la de los de arriba –que ya la tienen– sino también la de los de abajo. Eso implica también un comportamiento adecuado de la prensa. Hemos defendido a Canal 4 cuando el gobierno maniobró con Crousillat, a radio La Voz de Bagua, a radio Orión en Pisco, a radio Cutivalú. Hemos denunciado el cierre de radios en Chimbote porque eran de oposición. ¿Qué más muestras quieren de que estoy con ustedes?

–Casi todos los posibles candidatos dicen que todavía lo están pensando. ¿Usted también?

–No. Voy a ser candidato y participaré en las elecciones. Pero será el Congreso del PNP el que así lo determine.

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