domingo, 17 de abril de 2011

Albertismo 2011

Por Mirko Lauer

¿Qué tipo de carta es Alberto Fujimori para la segunda vuelta fujimorista? Su papel ha ido variando con el tiempo. En una primera etapa la hija se presentó como su representante, con la tarea de excarcelarlo. Pero luego eso fue considerado contraproducente y dejado atrás en pos de una imagen autónoma, limpia y juvenil, que ha funcionado.

Ahora Fujimori ha reaparecido en escena, como la víctima que podría ser liberada mediante la imposición del nuevo poder político fujimorista al Poder Judicial, un remake de los viejos tiempos. Martha Chávez, emblemática figura de los años 90, ha asumido el lanzamiento de la primera amenaza. Un diario ha titulado El otro chavismo.

Esta impaciencia es comprensible, pero la impresión es que Fujimori sigue siendo un pasivo político. Entre otras cosas porque su reaparición en firme relanzaría toda la negra historia del autoritarismo y la corrupción de su decenio. De paso liquidaría toda la autonomía, frescura y juventud de la hija candidata.

Por esto último el rostro del padre no apareció por ninguna parte en la campaña, como indicio de que el partido había superado esa etapa y, para los incautos, como una forma velada de autocrítica. Pero también puede significar que con el paso de los días la hija le fue tomando el gusto a aparecer como una efectiva Nº1.

Pero cosas como el exabrupto de Chávez o la renuncia de Carlos Raffo Arce sugieren que hay sectores mucho más albertistas que otros. Un argumento que cae por su propio peso es que si el padre fue considerado mala medicina en la primera vuelta, muchos lo van a ver igual en la segunda. Una súbita liberación opacaría seriamente a la candidata.

Una parte de la buena estrella electoral de la hija se ha fundado en sus declaraciones sobre que su campaña no tiene como objetivo central excarcelar al padre, una manera de expresar respeto por el sistema judicial, a cuyo presidente ella incluso hizo una visita protocolar. La amenaza de Chávez a César San Martín borra todo ese trabajo.

La amenaza además pone el dedo en una llaga clave: la manipulación fujimontesinista del sistema judicial, y de las instituciones en general, para alcanzar objetivos políticos. Ese fue el pivote de la alianza con Vladimiro Montesinos. Lo que acabamos de ver es un elocuente botón de muestra, que hasta el momento de escribirse esto no ha sido desmentido.

Pues la idea de que el presidente de la Corte Suprema va a ser defenestrado si el fujimorismo vuelve al poder desmiente el sentido del papel que viene circulando Pedro Pablo Kuczynski, sobre el cual todavía está fresca la firma de Keiko Fujimori. Esto hace pensar que con Keiko no solo se elegiría una presidenta, sino un nuevo Poder Judicial completito.

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