miércoles, 7 de noviembre de 2007

La deuda impaga del Estado


La deuda impaga del Estado
¿Cómo votan los peruanos? O, mejor todavía, ¿qué significan en el fondo esas votaciones? Los comicios del 2006 son el punto de partida del ensayo de Alberto Vergara en el cual explora las percepciones políticas del electorado y trata de asignarles un significado histórico. DOMINGO conversó esta semana con él.
Por Enrique Patriau
Foto: Claudia ALva

Alberto Vergara (1974) concibió la idea de escribir su libro cuando Desco le pidió preparar un artículo sobre las elecciones del 2006. Sin embargo, como le ofrecieron un viaje a Canadá para estudiar un doctorado en la Universidad de Montreal, el proyecto quedó en el archivo, hasta que lo rescató cuando la Universidad Católica convocó a un concurso de ensayos. No ganó el primer lugar, aunque sí una mención honrosa. El paso siguiente fue la publicación. Ni amnésicos ni irracionales: las elecciones peruanas 2006 en perspectiva histórica es el resultado.

Vergara se encerró un mes y medio en sus vacaciones, aprovechando que en Canadá el invierno no permite hacer otra cosa más que escribir y leer. Pero, en el fondo, las elecciones del 2006 son un pretexto. Su interesante planteamiento va más allá de lo meramente coyuntural.

El objetivo principal de su ensayo es mostrar que detrás de las elecciones, entre alternativas económicas o institucionales, se esconde una división más profunda. Así, Vergara reflexiona en torno a un país donde coexisten poblaciones que aún esperan los primeros elementos de una ciudadanía moderna con otras globalizadas que han culminado su proceso de inclusión en el proyecto del Estado-Nación.

–¿Y esa convivencia es lo que viene configurando los resultados electorales en el Perú contemporáneo?

–Efectivamente. Y seguirá habiendo tensiones entre ambos horizontes hasta que el Estado consiga expandirse en cuanto a la dación de servicios básicos, con mecanismos que redistribuyan los beneficios que deja el mercado. De otro lado, también necesitas que ese sistema democrático sea percibido como útil para que la brecha no se abra y podamos ir hacia votaciones más homogéneas.

Racionalidad pura


Vergara escribió su ensayo en Canadá.
Y contrariamente a lo que muchos creen o presienten, Vergara postula que, en realidad, el peruano ha demostrado ser un elector racional.

¿Por qué? Pues porque frente a la necesidad de defender el sistema democrático y el deseo de cambiar el modelo económico, los ciudadanos eligieron al único que ofrecía ambas cosas: Alan García.

"Y eso me parece pura racionalidad", asegura el estudioso.

–Aunque después, en lo económico, García siguió con el piloto automático.

–Bueno, tú te puedes casar con tu novia, ¿pero sabes cómo se va a comportar como esposa? No. Esa es otra historia.

Sucede que, en opinión de Vergara, si bien el de Humala resultó un voto aparentemente contestatario, eso no es causal de irracionalidad.

El mismo Humala, añade, es un fenómeno que no es puramente peruano pues su discurso se enraiza en la tradición de lo nacional-popular de América Latina: fortalecimiento del Estado, nacionalización de recursos públicos, construcción de una base nacional contra la oligarquía, y más. "¿Eso es nuevo? No pues".

Y si el discurso no es irracional, menos lo serán quienes creen en él. Al fin y al cabo, ¿qué de raro tiene que personas que se sienten nacionales de segunda clase tengan aprecio por esa clase de opciones políticas? Hablar de irracionalidad es un abuso del lenguaje".

En todo caso, Vergara cree que el futuro político nacional podrá dejar de ser incierto en la medida que las condiciones de bienestar ciudadano, en una combinación de Estado, democracia y mercado, se expandan. Y claro, todo ello sumado a la aparición de partidos políticos articuladores de las demandas sociales. "Esa sería la fórmula mágica", asevera.

–Los partidos políticos son imprescindibles.

–Creo que sin ellos estamos fritos. Hasta Fujimori necesitaría uno, ¿cierto? En el 2000, él debe haber deseado tener bases que pudieran salir a defenderlo. La sensación de desorden político en el país proviene no de la debilidad del Estado sino de la ausencia de partidos que articulen protestas y demandas sociales.

–Un desorden que se trasluce en votaciones que suelen ser "contra alguien".

–Sí pues, ¿no? Siempre andas votando para salvarte de algo, o de alguien. Pero la gente en el fondo elige a quien le puede solucionar sus problemas de construcción de Estado o de Nación. Ese es el tema de fondo. La gente se siente acreedora frente al Estado, y me parece que con toda justicia.

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