lunes, 5 de noviembre de 2007

La universidad en la calle



Esta semana el presidente Alan García se enfrentó a los docentes universitarios que se encuentran en huelga indefinida. Les dijo que si querían aumento de sueldo, primero tendrían que someterse a una evaluación. Sin embargo, para los catedráticos la homologación de sus sueldos con los de los magistrados del Poder Judicial –su principal demanda– es un derecho conquistado que no debe ser condicionado.
El plan de estudios universitario de este año tiene un curso que los catedráticos no lo dictan en las aulas, sino en las calles: Jornada de Lucha I y II. El primero se realizó del 12 de junio al 24 del mismo mes. El segundo se inició el 16 de octubre último y aún no tiene fecha de finalización. Los docentes universitarios solo lo terminarán cuando el gobierno se comprometa a homologarles sus sueldos con los de los jueces y vocales del Poder Judicial. Y sin pasar por previo examen.

Este problema que se le ha presentado al presidente Alan García lo originó un veterano aprista. En 1983, el senador Luis Alberto Sánchez impulsó el proyecto de ley para que un catedrático universitario gane igual que un magistrado del Poder Judicial. La ley se promulgó entre aplausos pero con los bolsillos vacíos. Han pasado 24 años y esa buena intención no se ha hecho realidad.

Solo en el año 2005 el gobierno de Alejandro Toledo –luego de una larga huelga de los docentes– se comprometió a concretar el tan ansiado sueño universitario, pero el proceso tomaría tiempo. El plan consistía en llegar a la homologación en tres años y en el 2006 el régimen toledista cumplió con el primer tramo, pero dejó el resto de la tarea al gobierno aprista.

A fines de enero de este año los catedráticos revisaron sus boletas de pago y se dieron cuenta de que el aumento no se hizo realidad. Así pasaron los meses hasta que la huelga estalló en junio. Y aunque recién en julio el ministro de Economía se comprometió a realizar el pago pendiente, después se olvidó del tema.

De las aulas a la calle


El representante de los catedráticos, Julio Lazo, fue golpeado por la policía durante una de las marchas. No piensa dar un paso atrás en su reclamo.

Está claro que para las arcas del Estado no resulta lo mismo pagar las mismas cantidades a 2,167 jueces y vocales que a 15 mil docentes nombrados de las treinta y seis universidades públicas; eso sin contar a los siete mil contratados cuyas remuneraciones no se homologarían. Mientras que un juez de primera instancia recibe cada fin de mes un sueldo básico de S/.2,008, un profesor auxiliar –que debería ganar lo mismo– solo cobra entre S/. 800 y S/.1,000. Un vocal superior gana un sueldo básico de S/. 3,200, en tanto que un profesor asociado a tiempo completo –su par según la ley– recibe sólo S/. 2,000.

La ley de homologación tiene del cuello al Ministerio de Economía y no queda otra que atenderla. "¿Acaso no se respetan los contratos de estabilidad tributaria con las grandes empresas?", pregunta un docente universitaria en plena marcha por las calles de la capital.

El gobierno se ha comprometido a desembolsar los 70 millones de soles para cumplir con el segundo tramo de pagos pactado para este año, pero los ministros de Economía, Educación y el presidente Alan García han dicho que si los catedráticos quieren ver por fin –a fines del próximo año– sus boletas de pago con cantidades iguales a las que obtienen los magistrados, primero deberán pasar por un examen.

Se ha anunciado que se calificará tres aspectos: capacitación profesional, evaluación del alumnado al desempeño docente y la producción intelectual. En respuesta, el presidente de la Federación de Docentes Universitarios del Perú (Fendup), Julio Lazo, dice que la ley universitaria ya contempla un sistema de evaluaciones para ser nombrados, promovidos y ratificados.

Entonces, la pregunta es ¿por qué este nuevo afán presidencial? ¿No será que es, como se suele decir en estos días, que solo se trata de un pretexto para dilatar la homologación?

Exámenes finales


Sueldos: Catedráticos VS Magistrados.
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Antes de un problema de soles más o soles menos en los bolsillos, el tema pasa por cómo lograr un buena calidad de docentes. El reconocido sociólogo Sinesio López, quien enseña en la Pontificia Universidad Católica y en San Marcos desde la década del setenta, dice que si bien en la universidad pública hay una evaluación del trabajo docente respecto a capacitación y las obras publicadas, falta la calificación de los alumnos.

"Eso sí existe en la Católica, donde los alumnos son exigentes, te califican el cumplimiento de los horarios, cómo y qué dictas. Yo siento que esa evaluación es más fuerte que la de la misma institución. En San Marcos eso solo se hace cuando va a haber un ascenso o ratificación, no dentro del curso que el catedrático dicta", señala.

El propio presidente de la Fendup reconoce que en las universidades estatales hay excelentes, buenos y malos profesores. No es un secreto que en los años ochenta muchos profesionales ingresaban a enseñar a las aulas universitarias porque compartían la misma ideología de las autoridades. Es decir, antes de preguntarles por sus conocimientos y experiencia, se les interrogaba por su posición política. Y muchos de ellos –lamentablemente– aún permanecen en sus atriles.

Para Sinesio López esa situación ha empezado a cambiar. "He sido jurado de ingreso de nuevos docentes en la Facultad de Ciencias Sociales de San Marcos y puedo dar testimonio de que han ingresado los que tienen mejor capacitación. Además, yo mismo he sido evaluado", afirma el docente.

El caso es que además de la capacidad de los docentes para lograr la calidad educativa universitaria, también deben verse otros factores como la infraestructura y la transferencia de recursos de las arcas públicas hacia los centros de estudio. Según el vicepresidente de la Fendup, Miguel Montreuil, el Estado cubre –en promedio– el 68% del presupuesto de las universidades, el resto tiene que ingresar de los recursos propios.

"No se está destinando dinero para desarrollar investigaciones. Al contrario, nos obligan a generar nuestros propios recursos. Con una política de este tipo, ¿cómo pueden pedir excelencia? La tendencia del gobierno es que los recursos propios sean cada vez mayores", afirma.

Y es cierto. La crisis en las universidades estatales se hace notoria desde que un catedrático da un paso dentro de su facultad. En muchas de ellas no tienen una oficina propia donde puedan desarrollar sus investigaciones, como sí sucede en las universidades privadas. La situación de los laboratorios y bibliotecas queda pendiente de mostrarse en un reportaje.

A un profesor auxiliar –esa categoría representa el 40% del total de docentes universitarios–, con un sueldo que bordea los mil soles, se le hace muy complicado poder comprar libros de 200 soles para estar actualizado. Tendría que dejar de comer para pagarse una maestría. La crisis de los docentes públicos se resume en una frase de Sinesio López: "Con el sueldo que yo gano apenas me alcanza para la gasolina. Yo enseño en San Marcos porque San Marcos es una pasión. Los sueldos son miserables

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