domingo, 4 de noviembre de 2007

Herbert Morote: “Alfredo Bryce es un ladrón de columnas”


Herbert Morote: “Alfredo Bryce es un ladrón de columnas”
Indecopi ha fallado en contra de su demanda. No existen pruebas, dice, que demuestren el plagio. La resolución llama a escándalo e indigna, pero Alfredo Bryce debe haberla celebrado a su estilo –y hasta tarde–. Morote, en cambio, que fue el primero en denunciarlo por plagio, confiesa su decepción, pero advierte con simple rencor que "esta mancha Bryce la va llevar hasta la tumba".

Por Nilton Torres Varillas
Fotos:Claudia Alva


Herbert Morote Rebolledo, economista y ensayista peruano radicado en Madrid, denunció hace exactamente un año el plagio del que fue víctima nada menos que de parte de Alfredo Bryce Echenique, quien utilizó sin su permiso, y traicionando la confianza entre ambos, parte del manuscrito de su libro Pero… ¿tiene el Perú salvación?

Apelando a la amistad, Morote le había entregado a Bryce el texto para que lo examine y le ofrezca algún consejo. Bryce utilizó párrafos enteros de este texto para elaborar una columna titulada "La educación en ruinas", la cual salió publicada el domingo 25 de junio del 2006 en el diario El Comercio, bajo su firma, por supuesto.

El pasado jueves 18 de octubre, la Oficina de Derechos de Autor de Indecopi por fin emitió su fallo, un año después de hecha la denuncia. El fallo señala, entre otros argumentos, que Bryce no tiene responsabilidad alguna en cuanto a una posibilidad de plagio, dado que no existe prueba de que ese texto existía antes de la publicación de la columna.

Morote no se esperaba una resolución de esta naturaleza. Repuesto de la primera impresión, afirma estar agradecido a los medios de comunicación que no le cerraron las puertas y recogieron su indignación ya que, asegura, se han dado cuenta de que él es incapaz de acusar a alguien para beneficiarse de su prestigio.

Herbert Morote cuenta a DOMINGO detalles de lo que fue este litigio que continúa dejando muy mal parado al novelista que decía escribir para que sus amigos lo quieran más.

–¿Qué es exactamente lo que le ha argumentado la Oficina de Derechos de Autor de Indecopi para desestimar su reclamo?


Herbert Morote recuerda que fue muy amigo de Bryce hasta que descubrió que, abusando de la confianza que había entre ellos, el novelista lo traicionó.

–Lo puedo resumir en dos puntos. Primero, lo que dicen es que los cuatro testigos que presenté, y que hicieron sus declaraciones juradas, uno en España, dos en Estados Unidos y otro en Perú, son amigos míos y entonces no son válidos sus testimonios. Cómo es posible que la Oficina de Derechos de Autor no sepa que un escritor envía sus manuscritos a personas cercanas y de confianza para tener opiniones. ¿Entonces les tengo que consultar a mis enemigos? Y, por otro lado, en la hoja de descargo que hace Bryce en el proceso dice que nunca, en sus 43 años de escritor, nadie ha tenido la ligereza de acusarlo de plagio. Pone su nombre como excusa. Quiere que piensen que soy un loco, que busco apoyarme en su prestigio. Y yo anexé a mi reclamo las 27 pruebas de plagio de Bryce a otras personas.

–¿Y qué respondieron ante esas pruebas?

–Que esos casos no eran pertinentes en mi reclamo. ¿Cómo puede ser eso? Si el señor Bryce dice que nunca ha plagiado a nadie y yo muestro que sí lo ha hecho, y 27 veces, hasta donde se sabe. Esto me da vergüenza. Tengo ganas de enjuiciarlos a ellos por prevaricación. Indigna. En este país estamos hartos de la corrupción e Indecopi parece no darse cuenta de ello.

–Llama la atención que un organismo que se ha caracterizado por hacer campañas defendiendo a los autores de la piratería haya optado por esta decisión.

–Sí, pero denuncian al pirata que hace sus copias para sobrevivir. Pero no se meten con un famoso, una persona que tiene más prestigio literario que yo, obviamente. Aunque el prestigio moral lo tengo yo. Este es un baldón que demuestra el nivel que está alcanzado la corrupción en este país. Corrupción a nivel moral, de temerle a la fama.

–Y lo que le queda es indignación y tristeza.

–Tristeza por el país. Yo recurrí a Indecopi por el prestigio que tenía de la defensa del autor. Pero comenzó dilatando el proceso que debió resolver en máximo 120 días, y ha pasado más de un año de presentado mi reclamo para dar su veredicto. Es que la estrategia de Bryce y sus amigos ha sido que la gente se olvide, pero yo no me iba a olvidar nunca. Y muchos peruanos tampoco.


El autor de "Un mundo para Julius" en Lima. Todo indica que su talento ya no es el de otras épocas.


–En una entrevista Bryce dijo que un plagio debía ser considerado un halago para un escritor ¿Usted se ha sentido halagado?

–Lo que he sentido es como si entraran a mi casa y se robaran a mi mujer. Es terrible. Incluso Julio Ortega, que es íntimo amigo de Bryce, ha sido el perito de Indecopi en la resolución de este asunto. Él ha dicho que tenemos estilos distintos, y eso es obvio, pero además este señor perito es amigo del denunciado e Indecopi no lo separa del caso, pero a mis amigos no los toman en cuenta. Es sorprendente.

–El escritor ha reconocido que su manuscrito le fue de utilidad para la elaboración de su artículo.

–¿De utilidad? Mira (mostrando la página fotocopiada y resaltada lo que le fue de utilidad a Alfredo Bryce), es el 80% de mi texto el que utilizó. Y si comparamos los textos, se nota. Yo digo: "a diferencia de los aztecas, sus coetáneos, los incas, no basaron su expansión en la fuerza y la crueldad, que la usaron esporádicamente, sino en la amenaza y negociación". Qué dice Bryce: "a diferencia de los aztecas, sus coetáneos, los incas, no basaron su expansión en la fuerza y la crueldad, a la que recurrieron pocas veces". ¿Eso no es plagio?

–¿Se arrepiente de haber confiado en Alfredo Bryce al entregarle su texto? Porque él reconoce que lo recibió para que lo revise.

–Lo bueno es que la amistad que tengo con otras personas no ha sido mancillada por esto. Yo todavía sigo confiando en mis amigos a pesar de lo que me ha pasado con Bryce.

–¿Bryce era su amigo?

–Bryce era mi amigo íntimo. Hablábamos dos, tres veces por semana cuando estaba en Madrid, y cuando viajaba nos escribíamos. "Querido hermano" era el comienzo de sus mails. Nos escribimos dos o tres días antes del plagio y cuando se publicó el artículo, me llamó de Lima un amigo para preguntarme si había dado permiso para que él tome parte de mi texto. Vi el artículo por internet y le mandé un mail a Bryce preguntándole que había pasado y que quería que rectifique de inmediato al periódico porque, si no, cuando aparezca mi libro, parecerá que yo lo he plagiado a él. Lo que me respondió fue que en dos días llegaba a Madrid y allí me explicaría todo. Yo le dije que hablaríamos pero que antes mande esa carta con la disculpa que él quisiera, y mandó esa carta que salió publicada. Y por eso vine a Lima a exigir disculpas públicas.

–¿Usted trató de hablar con él?

–A través de algunos interlocutores traté de ver si podíamos encontrar a alguien que lo convenza y no me impulse a denunciarlo. Pero las referencias que tuve son que Bryce estaba muy mal aconsejado, y que no iba a ceder. Pocos días después me mandó una carta en la que me acusaba de traición, que era un desgraciado, que me aprovechaba de su nombre. Y lo denuncié y ha sido pesado para mis amigos que me sirvieron de testigos porque tuvieron que ir a los consulados de los países donde viven para que sellen cada hoja del manuscrito que recibieron al igual que Bryce. Y aun así Indecopi dice que no sirven sus testimonios.

–Aparte de la indignación por el trato, se nota la tristeza por la pérdida del amigo.

–Es que de verdad lamento mucho todo esto porque Bryce era mi amigo. Con todos los defectos que se le achacan, éramos amigos. Yo le he hecho muchos favores personales, como él me los ha hecho a mí, sobre todo respaldando algunos libros que he escrito. No olvidemos que él escribió en la contraportada de El Militarismo en el Perú, que comentó gratamente Réquiem por Perú, mi patria. Le agradezco eso, pero me decepciona el plagio de mi texto y los otros 27, y que me haya acusado de haber pagado para que lo ataquen.

–Es cierto, lo acusó de ser parte de un complot fujimontesinista en su contra.

–Me acusó de haberle pagado a Augusto Álvarez Rodrich para que muestre sus plagios, y a ese señor yo no lo conozco. Esas calumnias lo llevan a otro nivel. Al comienzo yo le tenía pena, pero ahora he visto a otra persona. No creo que esté enfermo, es simplemente sinvergüencería, una manifestación decrépita de niñitos bien del siglo XX que todavía sobreviven en el siglo XXI. Los peruanos estamos cansados de estos niñitos.

–¿A usted le hubiese bastado en verdad una disculpa?

–Hubiera sido suficiente. Sólo pedía una disculpa, y a Indecopi que reconozca el plagio.

–Cuando Bryce lo acusó de haber pagado a periodistas, usted deslizó la posibilidad de iniciarle un juicio por difamación. ¿Aún sigue en pie esta posibilidad?

–Sí, no lo he descartado. Pero veo que la corrupción está por todos lados, y eso me desanima un poco. No tengo mucha confianza aunque mis abogados me dicen que es posible.

–Señor Morote, ¿tiene Alfredo Bryce salvación?

–Yo creo que Bryce tendría que hacerse un exorcismo muy grande para alcanzar la salvación. Esta mancha lo va a perseguir hasta la tumba. Es un ladrón de columnas, y eso es fatal. Como novelista quizá tenga oportunidad de resarcirse, porque nadie niega su talento.



Reacciones ante un fallo injusto



Iván Thays
La reacción de Alfredo Bryce no se hizo esperar y, apenas enterado de la decisión de Indecopi, hizo llegar una nota a los medios de comunicación locales en la que manifiesta su alegría profunda por el fallo y en la que agradece la confianza que, en público y en privado, le testimonió “mil veces la gente en el Perú”. Agregando incluso que le encantaría que “los diarios y personas que ayer tanto lo acusaron, hoy día reconozcan su error”.
Las reacciones ante el fallo de Indecopi son diversas.
•Enrique Ghersi, abogado de Bryce, ha dicho que Indecopi ha demostrado contundentemente que el escritor no cometió ningún plagio, lo que queda demostrado con la pericia literaria que hizo, a petición de Indecopi, el crítico y poeta Julio Ortega, por cierto, amigo íntimo del escritor. Ghersi señala que la pericia aclara que la columna escrita por Bryce posee su estilo y no el de Herbert Morote, por lo que la única conclusión posible es que el texto no pertenece a Morote.
•El tema, como era de esperarse, también llegó a la blogósfera. El escritor Iván Thays, en su blog “Notas Moleskine”, dice que le alegra que Indecopi haya declarado improcedente la denuncia contra el escritor y que esa ha sido “la mejor noticia para los que admiran a Bryce”. Desde la otra orilla, el crítico literario Gustavo Faverón, autor del blog “Puente Aéreo” y quien en su momento expresó su apoyo al vapuleado escritor, hoy toma distancia y dice sobre la resolución de Indecopi que es “por decir lo menos, contraintuitiva, sorprendente y, a la luz de todo lo escrito en los meses pasados, seguramente injusta”.
•“Lamento la resolución porque sé que se atribuirá nuevamente (las denuncias de plagio) a las operaciones de un grupo de presión, y quizá no sea esa la explicación justa (aunque en el Perú los prestigios pueden mucho, a veces más de lo permisible, y las influencias son la mercancía de nuestro tráfico más frecuente). Pero lamento la resolución aun más porque en nada ayuda a limpiar el nombre de uno de nuestros mayores novelistas, que a estas alturas sólo puede salir bien librado del asunto asumiendo su culpa, pidiendo disculpas por ella y resarciendo de alguna manera a los agraviados”, afirma el crítico literario.
•En su columna del diario La Primera, César Hildebrandt también ha expresado su solidaridad con Morote y dice, muy a su estilo, que “si los escritores peruanos no defienden a Morote –aunque sólo fuese por instinto de conservación y demostración de respeto por el propio trabajo que algun día puede serles birlado– es porque la mayoría de ellos pertenece a la cofradía de los auxilios mutuos, los lobbies en España, los prólogos intercambiables, la navegación sin bandera y la sobonería a las vacas sagradas”. Mucha tinta correrá aún bajo el puente.

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