domingo, 7 de febrero de 2010

“Este modelo económico genera desigualdad”

 Piénselo otra vez; Y REBATAMOSLO  CON ARGUMENTOS

TOMADO DE PERU ECONOMICO Edición de Febrero 2010

Al cabo de dos décadas de políticas pro mercado, las frías cifras arrojan resultados distintos de lo que convencionalmente se supone: la desigualdad ha disminuido y los más pobres han ganado proporcionalmente más. Pero el mercado laboral y la mala educación, entre otros factores, impiden una mejora más amplia.

Por Héctor Collantes*

* Carolina Carbone colaboró con la investigación para este artículo
Por modelo económico entendemos al conjunto de políticas aplicadas desde el proceso de apertura y liberalización de inicios de la década de los noventa en el Perú. En particular, el término suele ser empleado para describir las políticas aplicadas en la década del 2000, durante la que se consiguieron ciertas mejoras que propiciaron el alto crecimiento económico del país. Y que, a la vez, suscitaron enormes discusiones respecto del nivel de desigualdad en el reparto de los réditos (“chorreo”, para mayores señas). Pero a la estricta luz de las cifras, buena parte de ese discurso es un mito.

“La desigualdad ha aumentado”

NO, HA DISMINUIDO. La desigualdad ha disminuido de acuerdo con la medición del coeficiente de Gini que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) entre el 2004 y el 2008. En ese período, pasó de 0.492 a 0.479 al considerar a zonas urbanas y rurales (ver gráfico 1), aunque en algunos años subiera hasta 0.508. Para el 2007, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo publicó en su Reporte de Desarrollo Humano 2009 un valor de 0.496 para el Perú, en tanto que Venezuela tenía un valor de 0.434, Bolivia de 0.582, Chile de 0.52, y Brasil de 0.55.


El valor del coeficiente de Gini se registra entre 0 y 1, en donde 0 corresponde a la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1, con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás, ninguno). Éste es el indicador más usado para medir la desigualdad en la distribución del ingreso por ser “Lorenz-consistente” (no lo afectan las permutaciones en la población ni su tamaño, las transferencias de ricos a pobres lo reducen y sólo se afecta por cambios relativos –no absolutos– en el ingreso), pero no es el único.


Para Javier Escobal, investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade), las variaciones registradas en el coeficiente de Gini no son estadísticamente significativas. A manera de contraejemplo de los resultados del Gini, Escobal sugiere prestarle atención al indicador propuesto por el presidente Alan García en su discurso de inauguración (28 de julio 2005) cuando planteó metas para el 2011: "La distancia entre el 20% más rico del Perú y el 50% más humilde se habrá reducido a la mitad de lo que es ahora y el Perú será mucho más justo". Este indicador ha seguido la trayectoria opuesta de la que esperaba el Presidente: en el 2004 era 4.2 y en el 2008 era 4.5, por lo que la tendencia mencionada parece no haberse revertido.



Vale la pena recordar que los indicadores de desigualdad pueden contradecirse, tanto porque difieren en lo que miden como por el hecho de que algunos se afectan más por ciertas variables que por otras. Tómese, por ejemplo, la siguiente comparación entre China y Tailandia: con coeficientes de Gini de 0.403 y 0.414, respectivamente, Tailandia parece más desigual que China. Pero si en esa misma comparación se observa el ratio de ingreso del 40% más rico entre el del 20% más pobre de la población, es China la que parece más desigual (11.7 para China y 10.9 para Tailandia).

“La riqueza se queda en manos de los ricos”

FALSO. Una revisión a los datos calculados por Ipsos APOYO Opinión y Mercado (IAOM) con soles constantes de junio del 2007 indica que los más favorecidos fueron los más pobres.

El ámbito del estudio es urbano, mide a Lima y a las ciudades con más de 20,000 habitantes del Perú. Y encuentra que el ingreso familiar promedio mensual nacional superó en el 2007 (S/.1,902) al de 1999 (S/.1,892). Esto ocurre luego de haber caído a su nivel más bajo tras la crisis asiática (S/.1,567 en el 2001).

Al identificar cuál fue el Nivel Socioeconómico (NSE) cuyo ingreso se superó entre 1999 y 2007, se destaca que esto se da en el NSE de ingresos más bajos: el “E”, que pasó de S/.617 a S/.660 (6.9%). En tanto, el nivel de ingresos de todos los otros NSE era menor que en 1999. La revisión a los coeficientes de Gini del INEI brinda perspectivas similares: los coeficientes de ingresos y gastos urbanos disminuyeron más rápidamente en las ciudades que en las zonas rurales. Escobal coincide en que ha existido un incremento importante de los ingresos urbanos de los segmentos relativamente más pobres asociado a mayores oportunidades de empleo. Pero la brecha con lo rural sigue presente.

De manera similar a esta revisión, en la presentación para la CADE del ex ministro de Economía y Finanzas (MEF) Luis Carranza pudo observarse que el ingreso familiar promedio mensual se incrementó en 10% en Lima entre el 2003 y el 2008. Pero el incremento nacional en el mismo período fue de 29% y el aumento más pronunciado se registró en la selva, con 75%. Asimismo, en tanto que el promedio del ingreso familiar mensual del quintil 1 (el más rico) creció en 11% entre el 2003 y el 2008, la mayor alza se vio en el quintil 4 (59%) seguido del quintil 5 (el más pobre, con 57%) (ver gráfico 2).

“La clase media no mejora”

FALSO, SÍ MEJORA. Aunque es difícil definir a la “clase media” y por ello resulta complicado determinar su mejoría, sí existe un mayor acceso a determinados bienes y servicios que podrían discutirse como característicos de la “clase media”.

La venta de bienes durables creció entre el 2003 y setiembre del 2009: 66% en el monto de importación de electrodomésticos y 678% en las líneas de teléfonos celulares por cada 100 habitantes. Roxana Barrantes, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos, sugiere cautela al considerar el indicador de tenencia de al menos un celular en el hogar como indicador de crecimiento económico y de desigualdad. Así, puede que ahora parezca que “todos tienen celular”, pero no todos los celulares son iguales: sus tipos y funcionalidades varían mucho entre modelos. Además, en los hogares más pobres, tiende a existir sólo un aparato y se decide quién lo tiene en función de las actividades de los miembros del hogar.

Por ello, Barrantes piensa que la tenencia de automóviles es un mejor indicador de crecimiento económico en el nivel de los hogares. Entre el 2003 y antes de finales del 2009, se registró un incremento de 526% en el número de autos nuevos vendidos (ver gráfico 3).

Por el lado de las ventas de perecibles, la suma de las ventas en alimentos de Gloria y Alicorp aumentó en 116% entre el 2001 y el 2009. Entre el 2002 y 2009, las ventas de Supermercados Peruanos crecieron en 138%. Aunque sea una revisión parcial, la tendencia del incremento de ventas de alimentos ha sido clara y ha venido acompañada de una mejora en la nutrición. En un período similar, entre el 2000 y el 2009, y aunque se refiere a sectores más desposeídos, conviene destacar que el porcentaje de niños menores de cinco años con desnutrición crónica en el Perú pasó del 26% al 19%.

Además, aunque no es la definición exacta de la cantidad de sus miembros, la cantidad de personas en el NSE C ha aumentado. Su participación nacional urbana creció de un 29.7% en el 2003 a un 38.7% en el 2007. Asimismo, el NSE D pasó de 36.9% a 30% y el NSE E, de 22.4% a 15.2%. Si bien es una medición en el Perú urbano (no se tienen cifras comparativas para el rural), y es previsible que la tendencia rural sea menor, la tendencia es apabullante.

“Los salarios no han subido proporcionalmente al crecimiento”

ES CIERTO, EN EL SECTOR FORMAL. De acuerdo con la información del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, la remuneración mensual real de los ejecutivos ha crecido anualmente un 2.8% entre 1996 y el 2008, mientras que la de los trabajadores se incrementó en 0.3% y la de los obreros en 0.2% en Lima Metropolitana durante el mismo período (ver gráfico 4). Los asalariados casi no han visto crecimiento en sus remuneraciones.

La productividad laboral, estimada por The Conference Board y el Groningen Growth and Development Centre, creció entre 1996 y el 2008 en 1.8% en el Perú. Entre el 2001 y el 2008, este incremento fue de 2.8%. Tal aumento habría permitido un mayor incremento de las remuneraciones en conjunto.

Pero en el Perú, de la misma manera en que lo discutiera Robert Gordon de la Northwestern University para Estados Unidos, este incremento en la productividad laboral no sería del todo parejo si se dividiera entre los sectores público y privado o si se convirtieran en reales a los ingresos de los hogares y a la productividad laboral con el mismo deflactor (se emplea el Índice de Precios al Consumidor en uno y el deflactor del PBI en el otro).

Asimismo, Gustavo Yamada, profesor y vicedecano de la facultad de economía de la Universidad del Pacífico, encuentra una explicación en la revolución tecnológica vigente de las tecnologías de la información y comunicación que ha aumentado la demanda de trabajo calificada. Esto se sumaría a que en el Perú existe mucha oferta laboral de baja calificación de quienes obtienen títulos técnicos y universitarios de instituciones de baja calidad.

El esquema de la remuneración ejecutiva también contribuye a explicar la diferencia. Jorge Velaochaga, managing partner y director para Latinoamérica de Transearch Peru, resalta que en el 2000 un 90% del sueldo de los ejecutivos era fijo y el 10%, variable. Mientras que, conforme ha pasado el tiempo, se ha dado la tendencia del aumento de la parte variable hasta llegar hoy a un 25% a 30% para convencer al accionista de que el desempeño de la empresa va a ser el adecuado.

Pero el sector asalariado podría no ser el más adecuado para encontrar los incrementos en la productividad total de factores que The Conference Board calculó en 3.5 puntos porcentuales del 5.8% en que creció cada año en promedio la economía peruana entre el 2001 y el 2009. Hay alta rigidez laboral: en el Ranking Doing Business 2009 el puesto del Perú en el rubro de Contratación a trabajadores era el 161 (de 183), y en el 2010 se ha ascendido al puesto 112. La baja posición se debe a las dificultades en despedir a trabajadores, aspecto en que el ratio peruano es de 60/100. Esta rigidez, sumada a las altas tasas de emprendedorismo nacional, explicaría un mayor ingreso al autoempleo o a la emigración, como destaca Raúl Mauro, investigador del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo. No sorprende así que los microempresarios con acceso al crédito (con una deuda menor a US$1,000) se incrementaran en 346% (a 647,000) entre diciembre del 2001 y junio del 2009. En esa fecha alcanzaron a ser el 48% del total de deudores del crédito a las microempresas que registra la Superintendencia de Banca y Seguros.

“La desigualdad es un problema para el crecimiento”

NO NECESARIAMENTE. El crecimiento económico parece no tener efecto en la desigualdad, como lo demostraron las investigaciones de David Dollar y Aart Kraay del Banco Mundial o la de William Easterly de la Universidad de Nueva York.

Pero en cambio es cierto lo contrario: la desigualdad sí parece afectar el crecimiento, especialmente la desigualdad en la distribución de activos. Ya John Maynard Keynes refería que la propensión marginal a ahorrar era mayor con el ingreso, por lo que una economía desigual permitía mayores inversiones en capital físico. Los pobres también ahorran mucho como seguro ante la debilidad de las redes de protección social, pero su ahorro difícilmente se convierte en capital físico. Pero también se arguye que la inequidad reduce la inversión en capital humano, pues los pobres no pueden invertir en su educación, y menos capital humano limita el crecimiento. Las diferencias relativas respecto de una mayor ganancia del vecino podrían reanimar las discusiones acerca de que no “chorrea” lo suficiente y elevar la inestabilidad política que afecta a la inversión. La pobreza se redujo en el Perú de 54.8% en el 2001 al 36.2% en el 2008 (ver gráfico 5) pero incluso cuando en el 2006 se ubicaba en 44.5% existían personas que se consideraban pobres sin que las estadísticas los calificaran así. Por ello aún faltaría llegar a un nivel todavía menor de pobreza en que casi no haya estas diferencias en la percepción.


Por otro lado, la reducción de la pobreza habría sido mayor si se hubiera tenido menor desigualdad. El caso se ha discutido para China y podría ser similar para el Perú.

Más allá de los ingresos, para Escobal la desigualdad es un problema central: “La inequidad de oportunidades es probablemente el factor más importante que caracteriza al Perú”. El especialista pone como ejemplo a un estudio del Proyecto Niños del Milenio (que sigue a un grupo de niños durante sus primeros 15 años de vida) en el que las madres quechuahablantes y con poca educación tienen entre seis y siete veces más probabilidad de no tener acceso a electricidad o acceso a cuidado prenatal que las madres cuyas circunstancias (educación y lengua) son más favorables. La brecha es incluso mayor (10 a 1) cuando se comparan los niveles de desnutrición de los niños que provienen de ambos grupos de madres. No es raro que, bajo esas circunstancias tan desfavorables, la probabilidad de completar primaria sea la décima parte para los niños de madres quechuahablantes y con poca educación respecto de los niños de madres con mayor educación y cuya lengua materna es el castellano.

Puede discutirse que en algunas sociedades la equidad tiene un valor intrínseco. Así, su búsqueda se justificaría en sí misma y no tanto en sus efectos sobre el crecimiento económico. Y en el caso peruano, tanta desigualdad viene desde mucho antes que se iniciara este modelo económico.

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