viernes, 23 de octubre de 2009

Goles y millones


Por: Diego García-Sayán
Zelaya y Micheletti vibraron al unísono, sintiendo seguramente lo mismo, durante el “paréntesis” futbolero en el que Honduras clasificó al mundial. Mientras, el drama hondureño quedaba brevemente suspendido en el tiempo. El fútbol se situaba por encima de desgarros y conflictos políticos.
Confieso que no me encuentro entre los fanáticos futboleros y que hace años me quedé sin el equipo de mis simpatías (Unión Huaral) cuando fue barrido del escalafón profesional. Cosas de la vida … y del fútbol. Sin embargo, constato, como muchos, que este fenómeno de masas nunca ha movido tantos millones. De gente y de dinero.
Parafraseando a Marx, ¿el fútbol, “opio de los pueblos”? No diría tanto pero el hecho es que hace rato superó la categoría de “afición”. Hoy se trata de una pasión que mueve a millones de fanáticos “igualando”, temporalmente, a la gente y poniendo de lado diferencias sociales, políticas y hasta nacionales. Millones que llenan estadios y se prenden de la TV en una misma “onda”.
Nunca antes en la historia tanta gente se conectó en simultáneo como en la final del último mundial. Más de 700 millones.Si los fanáticos se cuentan por millones, también lo es el dinero que está de por medio. Como no lo ha habido jamás en un espectáculo de masas. Que se ve en ejemplos como los US$ 130 millones por el “pase” al Real Madrid de Cristiano Ronaldo.
O lo que gana su entrenador chileno Pellegrini quien, según se dice, recibe más de US$ 7 millones líquidos al año, además del pago de todos sus gastos.
Lo que los equipos gastan –o, mejor dicho, invierten– es la contraparte de uno de los más grandes ductos contemporáneos de captación de billete. La taquilla es un ingrediente menor. La superan la publicidad, las transmisiones por TV y la venta de simbología de equipos o jugadores. Una camiseta del Real Madrid, por ejemplo, se vende en España en más de 130 dólares. Millones gastan diariamente coleccionando toda suerte de parafernalia.
¿Este fenómeno podrá ocultar o minimizar los conflictos sociales o políticos que existen en todos lados? Obviamente no, pues esos conflictos suelen reflejar problemas reales que un espectáculo de masas no puede resolver. Pero es evidente que estamos ante el más grande amortiguador que haya existido en la historia. Que se superpone a fronteras, tensiones nacionales y políticas y que genera las pasiones más “globalizadas” de la historia. Mis respetos.

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