domingo, 15 de mayo de 2011

Golpes de pecho y Toledo

Carlos Castro

En las elecciones pasadas cuando Ollanta Humala asomó como el posible presidente de la República, la derecha, los grandes empresarios, las mineras, entraron en pánico y se dieron golpes de pecho y exclamaron:Nos olvidamos de los pobres.

El elegido fue Alan García, el “mal menor”, cuyo gobierno expira con algunas cosas buenas, pero que lleva en sus hombros el aumento de la extrema pobreza, trabajadores sin derechos laborales, comenzando con los servidores del Estado, conflictos no resueltos, y algunos resueltos después de enfrentamientos, toma de carreteras y hasta muertes, como el de Bagua.

El golpe de pecho les duró poco. Las mineras han multiplicado sus utilidades, el gas en lugar de quedarse en el Perú se vende al exterior, los sueldos se achican, los hospitales de Essalud, Ministerio de Salud o de la Policía se convierten en una tortura para los pacientes a la hora de solicitar una cama, una cita o medicinas. Y no hablemos de los miles de peruanos que aportaron por años al Seguro y que no tienen ninguna cobertura.

Al otro lado, un presidente feliz con sus cifras de crecimiento económico: somos, dice, el país que más crece, pero somos también –y el presidente lo sabe– el país en el cual los niños se mueren de hambre y de frío. De pronto los resultados de la primera vuelta los volvieron a la realidad: más del 30 por ciento de los peruanos están insatisfechos con este modelo de crecimiento al que supuestamente deberían de aplaudir.

¿Cómo es posible que ocurra? ¿Qué ha sucedido?, comenzaron a preguntarse los analistas de la derecha. Culparon al gobierno por olvidarse de los pobres. Ni el presidente se escapó de sus cuestionamientos y lo enrostraron que no recorriera el país para transmitir las bondades de este modelo.

Hoy han montado una campaña en donde los millones que “invierten” importan poco frente a “los millones que podemos perder”, como afirman sus representantes. En una muestra de que los principios poco les importan –salvo los que les convengan a sus intereses– contratan al conductor de un programa exclusivamente para atacar al rival de la hija del ex dictador.

En ese escenario los que ayer condenaban al fujimorismo han comenzado a quitarse la máscara y mostrarse como lo que son. Y hay quienes simplemente toman la ruta del extranjero. Es el caso de Alejandro Toledo, el político que se convirtió en presidente gracias a que supo sumarse a tiempo a la ola de la lucha contra la mafia de Fujimori y Montesinos –con Keiko Fujimori como primera dama– que comenzó a expresarse en el país en los 90.

Hoy Alejandro Toledo emite un comunicado en blanco en donde no pronuncia una sola condena a la corrupción y a los crímenes que representa el fujimorismo y algunos de cuyos personajes acompañan a la candidata de Fuerza 2011. Y resulta risible el anuncio de que expulsará a los militantes de Perú Posible que hagan propaganda por uno de los candidatos.

Es evidente que los militantes, los de base, los que no saben de cálculos políticos, y que votaron por él, están más cerca de Ollanta Humala que de la hija del inquilino de la Diroes. Los que demuestran inconsecuencia son Toledo y los dirigentes, que gustan de la cámara, que aman ser ensalzados por la prensa de la derecha, la del kimono. Y así los que ayer lo criticaban y trataban de irresponsable o mentiroso, por mencionar los términos más suaves, hoy lo aplauden y alaban su “equilibrio”. Triste papel del político que hablaba de ponerse la vincha roja contra la mafia y que hoy se lava las manos y se hace de costado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

NO AL RETROCESO DE LA POLÍTICA DE EDUCACIÓN INTERCULTURAL BILINGÜE

“Desde el gobierno de Sagasti venimos arrastrando recortes presupuestales a la Política de EIB, que tiene impacto directo en la formación y ...