A continuación, pasamos a exponer una serie de argumentos que ponen en tela de juicio esta posición. Queda en usted estimado lector el sacar sus propias conclusiones.
La primera observación en este tema pasa por definir a la unidad de análisis. Es decir ¿a qué tipo de desigualdad nos estamos refiriendo? En ese sentido, lo que se debe tener en claro es que la desigualdad a la que se refieren los medios de comunicación es la desigualdad en el nivel de ingreso de los individuos. Se trata entonces de la desigualdad en los resultados obtenidos por los individuos y no de la desigualdad de oportunidades ("que todos los competidores de una carrera tengan el mismo punto de partida" o "que la cancha este pareja para todos"). En estricto, estos resultados no nos dicen nada específico respecto a la desigualdad de oportunidades en el país. Si bien la desigualdad ingresos es un tema relevante, lo que realmente debe interesar tanto a la academia como a la clase política de nuestro país es la igualdad de oportunidades. Ese es el verdadero tema de fondo si es que el objetivo es construir una sociedad más inclusiva y democrática.
Segundo. Entrando en materia estricta de la desigualdad en los ingresos, hay que apuntar que este tipo de desigualdad se mide principalmente a través del coeficiente de Gini¹. Para este cometido, los diferentes estudios utilizan exclusivamente a la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO). Como consecuencia de este proceder se tiene el problema de sub-reporte de la información, lo que significa que se deja de lado a los hogares con niveles extremos de ingreso (tanto alto como bajo). Un estudio de Ravallion en el que se incluye al Perú revela que la exclusión de los hogares más pudientes es significativa para explicar la presencia del sub-reporte de información. En palabras de Ravallion: "No es raro que los ricos sistemáticamente se rehúsen a responder las encuestas o que sean imposibles de encuestar". Entonces, ¿se puede aseverar rigurosamente que el país ha experimentado una reducción en la desigualdad en los ingresos cuando resulta significativo dejar de lado a los ingresos más elevados de la economía (como las ganancias de las transnacionales)? Da para la reflexión.
En línea con el segundo punto hay que traer a colación un estudio de Yamada y Castro de la Universidad del Pacífico en el cual los autores formulan coeficientes de Gini alternativos reemplazando la información de la ENAHO por la de las cuentas nacionales para los años 1997, 2001 y 2004. ¿El resultado? Una fuerte subestimación en los niveles de desigualdad a partir de la información de ENAHO y el hallazgo de tendencias disímiles de la evolución de la desigualdad. Mientras que los resultados en base a la ENAHO revelan una reducción en la desigualdad, los obtenidos con las cuentas nacionales muestran un incremento. Como agenda de investigación, ¿acaso no podría estar pasando lo mismo en estos años?, ¿si se incorpora el ingreso de los sectores más pudientes (con el uso de las cuentas nacionales) la desigualdad en los ingresos no podría estar incrementándose en vez de reduciéndose? Como asevera el economista Pedro Francke, al parecer se trata de una verdad incómoda.
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