martes, 8 de junio de 2010

En defensa de una causa perdida el armamentismo



A favor de la iniciativa del desarme en la región.

Al igual que los llamados contra la corrupción que algunos todavía hacemos, aun a sabiendas de que caerán en saco roto, ha hecho bien el presidente Alan García al utilizar la cita de la OEA en Lima para reiterar la propuesta de limitar el gasto militar en la región.
“¿Para qué hemos comprado tantas armas? Lindamos en el camino de la irracionalidad. Hagamos una zona de paz verdadera, no una zona de equilibrios, que es una violencia latente. Mejor sería no comprar armas”, dijo el presidente el domingo en la inauguración de la XL asamblea general de la OEA.

Es obvio que este llamado no tendrá consecuencias prácticas, y las primeras señales apuntan en esa dirección. El secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, niega la necesidad del desarme pues sostiene que “nuestros países tienen un gasto militar menor al de otras regiones del mundo”.

A su vez, poco antes de que Hillary Clinton, la secretaria de Estado de EEUU, partiera al Perú, la Casa Blanca emitió una declaración oficial en la que dejó en claro que “Estados Unidos no considera que el hemisferio esté sufriendo una situación de carrera armamentista. Todo lo contrario”.

Pero dicho comentario pierde peso si se tiene en cuenta que proviene del gobierno de una de las principales potencias mundiales de exportación de armas. Sería como creerle al cartel de Sinaloa que el consumo de drogas en la región es reducido.

El gasto en armas en la región podrá ser bajo en relación con otras zonas del mundo, pero viene creciendo más rápido como consecuencia de las decisiones –cada uno por razones diferentes– de países como Venezuela, Colombia o Chile, entre otros.

Las carreras armamentistas son promovidas principalmente por brokers que se llenan los bolsillos, de manera vil, a costa de disminuir los recursos disponibles para fines como el combate a la pobreza, y contando con la ayuda de políticos corruptos a quienes les cae una buena ‘propina’ por su complicidad.

Tampoco se puede obviar la contradicción del gobierno del presidente García de promover el desarme pero comprando, al mismo tiempo, armamento, aunque eso tiene que ver con la política errática y confusa del Ministerio de Defensa.

¿Sirve la OEA como ámbito para una propuesta a favor del desarme? En realidad, la OEA ya no sirve para casi nada, salvo para albergar a políticos sin chamba que son enviados temporalmente a Washington a la espera de que consigan otra, pero igual hay que aprovechar todo espacio para abogar por el desarme, incluso hasta porque –como decía Jorge Luis Borges– solo los caballeros defienden las causas perdidas.

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