A caso recordando el dicho que la mejor defensa es el ataque, el gabinete ministerial en pleno acudió al Congreso el día de ayer a dar su versión de los hechos de corrupción que han ocasionado la peor crisis política desde el derrumbe del fujimorismo. Sin embargo, en pleno uso de sus atribuciones, los congresistas se negaron a recibirlos, argumentando la independencia de poderes y que había una invitación pendiente para el próximo martes.
La posición del Congreso es defendible, puesto que el artículo 129 de la Constitución, que autoriza a los ministros en pleno o individualmente a intervenir en el debate, se refiere, obviamente, al tema que se trata en agenda, la cual es fijada previamente por la Junta de Portavoces. Esta agenda solo puede ser variada previo acuerdo de la misma Junta y no a voluntad o capricho de los ministros, de lo contrario el Legislativo quedaría subordinado a lo que el Ejecutivo decidiera, y no hay tal.
La negativa motivó que el premier Del Castillo diera una conferencia de prensa en el Legislativo denunciando la actitud del pleno, la misma que fue respondida por la oposición, cuyos dirigentes sostuvieron que el gabinete había intentado sorprender al Legislativo y que había que respetar la relación entre poderes del Estado, ya que si se hubiera admitido el cambio de agenda el gabinete habría procedido a exponer su punto de vista sin intervención de los parlamentarios, con lo cual la sesión de interpelación del martes 14 quedaba sin objeto.
Hay que agregar que el doctor Del Castillo ha empleado la táctica, para muchos equivocada, de colocar a los dirigentes de la oposición en el mismo saco, argumentando que por haber pedido la renuncia del gabinete, la lideresa del PPC Lourdes Flores se ha vuelto tan radical como el nacionalista Ollanta Humala, y que ambos se encuentran ya en temprana carrera electoral. Este hecho es discutible, puesto que medios e instituciones que nada tienen que ver con lo electoral han demandado lo mismo.
Como sea, y actuando en coherencia con lo ocurrido, el premier Del Castillo anunció que el gabinete se dirigía a Palacio a poner sus cargos a disposición del presidente García, un gesto en el que ya habían sido precedidos por el ministro de Salud Hernán Garrido-Lecca, quien horas antes había hecho renuncia al cargo, siguiendo el camino tomado días antes por el ministro Valdivia, aunque no por las mismas razones.
Con lo cual la crisis política suscitada llegó a su punto culminante y a manos de quien debe tomar la máxima decisión. Corresponderá al Presidente evaluar si de algún modo puede continuar con este gabinete desgastado y prolongarle artificialmente la vida hasta la cita del APEC o, por el contrario, aceptar las renuncias presentadas y proceder a nombrar un nuevo presidente del Consejo de Ministros y un Ejecutivo renovado.
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