viernes, 27 de noviembre de 2009

el sueldaso que recibio Garcia y que nadie quiere hablar

El millón de García

Está muy bien eso de publicar la lista de congresistas que se beneficiaron el año 2001 por un bono que engordó sus pensiones.

Revisando la lista uno se encuentra con algunos nombres sorprendentes.

El combativo dirigente del Sutep César Barrera Bazán, por ejemplo, aparece allí con una remuneración mensual de 7,032 soles y catorce centavos. Digamos que es difícil imaginar a Barrera como un jubilado que la pensión amansó.

Nadie puede discutir la legitimidad de las pensiones de gente como Héctor Cornejo Chávez, Javier de Belaunde Ruiz de Somocurcio y aun de Gustavo Espinoza Montesinos –por más antisistema que haya sido-. Como esas, hay muchas otras pensiones de gente que hizo vida parlamentaria fecunda y reconocida.

Habría que ser muy mezquino para negarle a Francisco Belaunde Terry una pensión de siete mil soles y un sencillo. Pero tendríamos que ser muy permisivos para ver sin ironía la presencia en esa lista de gente como Daniel Espichán (7,585 soles), cuyo mayor mérito fue ser servil con Fujimori y bravo con la oposición arrinconada.

¿Y qué hacía en esa argolla pensionaria Rómulo León Alegría (3,634 soles)? No era un faenón pero quizá sí demasiado para alguien que usó el parlamento sólo para trepar en el escalafón previsional.

Que Julio Castro Gómez (7,251 soles) haya estado en la lista no deja de sorprender. Pero que Enith Chiquival Saavedra haya estado disfrutando de 6,800 soles mensuales sí parece de una generosidad que sólo el dinero ajeno puede permitir.

Y que Agustín Mantilla, el titular formal de una cuenta negruzca de 4 millones de dólares, haya estado viviendo con sus 7,368 soles mensuales resulta casi conmovedor.

Y ya no hablemos del fugaz Francisco Chirinos Soto y la meteórica Cristala Constantinides, ambos con pensiones por encima de los siete mil y tantos.

¿Y el cosmopolita Javier Silva Ruete necesitará los 7,047 soles que recibe? ¿Y don Carlos Tapia García no sentirá un culebreo contradictor a la hora de pasar por su cheque de 7,047 soles y 23 centavos? ¿Y qué méritos misteriosos le permitieron a Emeterio Tacuri, el dirigente popular, acceder a los 7,123 soles que cobraba catorce veces al año?

En fin, que la lista tiene exquisiteces.

Dicho esto, hay que decir también que esas pensiones, subidas cuando se sumó la llamada “asignación congresal” al monto de la remuneración básica, no fueron dadas a escondidas.

La “primicia” de Fritz Du Bois –el segundo de a bordo del judiciable Jorge Camet durante todo el fujimorato y actual director de Perú 21- tiene varios años de retraso.

Todos los apristas que han presidido el actual Congreso cumplieron con pagarlas sin chistar. Y lo que ha hecho Alva Castro –aterrorizado no se sabe por qué- es más pacharaco que lo que perpetró en Interior con los patrulleros chinos que alguien le impidió comprar y va a desatar una ola de procesos judiciales.

Se ha tratado de enlodar a Carlos Ferrero, pero lo cierto es que ni él ni Henry Pease ni Manuel Masías –que fueron los que aprobaron el aumento de las pensiones- se beneficiaron con la norma porque no están en la ley 20530.

Ferrero, bestia negra de Perú 21, está en la ley 19990 y recibe una pensión de 832 soles mensuales. Para decirlo con toda sencillez: Ferrero es actualmente un consentido salarial de su mujer, que es la manera más elegante de decir que es un provisional mantenido.

Se puede haber sido fujimorista y Ferrero, para su fatalidad, lo fue. Pero se puede haber sido fujimorista y, al mismo tiempo, decente con la hacienda pública. Y ese es –hasta que no se demuestre lo contrario- el caso de Ferrero.

Que un mandamás del ministerio de Economía de la época de Camet se yerga como el nuevo árbitro de la moralidad pública dice mucho de la agonía política que vivimos y de la prensa que toleramos.

Tampoco se ha dicho que la norma que permitió el alza de las pensiones congresales se dio después de un informe favorable del Defensor del Pueblo de aquella época, Jorge Santistevan de Noriega. Tengo el informe aquí sobre mi mesa y no hay ninguna duda: Santistevan conmina al Congreso a subir las pensiones.

Y tampoco se dice que fue el gobierno de Toledo el que, el 20 de diciembre del 2004, derogó la ley 20530 y fijó en dos unidades tributarias el techo de las pensiones del Estado –lo que fue un gesto de brutalidad jurídica que nada tuvo que ver con las delicadezas abominables con que PPK y los suyos trataron a la empresas extranjeras-.

Ayer Ferrero salió a desafiar al Apra a que dijera cuánto cobró Alan García cuando, en el 2001, reclamó los devengados de su larga ausencia tras su fuga por las azoteas de Surco.

Claro, nadie le contestó.

Pero nosotros sí tenemos una idea.

El doctor García recibió en el 2001 nueve años acumulados de su sueldo de parlamentario.

En el momento del reclamo –que es el que se toma en cuenta según ley-, el sueldo de un congresista era, como lo reconoció ayer el mismísimo Mauricio Mulder, de unos 9,000 soles.

Si multiplicamos 9,000 por 14 tendremos la suma recibida por un año (los congresistas reciben 14 sueldos). Y 9,000 por 14 dan 126,000 nuevos soles.

Y si multiplicamos 126,000 por 9 obtendremos la suma que recibió, en total, Alan García el año 2001.

Esa suma llega a un millón ciento treinta y cuatro mil nuevos soles (1’134,000 soles).

Nada mal para un hombre que había sido acusado de enriquecimiento ilícito en un dictamen firmado por el congresista Rafael Rey Rey y que se había pasado esos años entre el piso de Bogotá y el piso de París, sin contar las escapadas vacacionales.

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