sábado, 9 de enero de 2010

Haya más allá del APRA







Lucía Benavides

A Víctor Raúl Haya de la Torre le gustaba citar a Aristóteles diciendo “el hombre es un animal político”, para luego agregar “si no es político, se queda en animal”. ¿Cómo hablar del hombre entonces, más allá de la política?

Conocí a Víctor Raúl escuchando sus discursos en las plazas de los libros de historia, ubicadas convenientemente bajo subtítulos como “APRA” o “Política del siglo XX”. Luego conocí a otro Haya, un hombre familiar que hacía esperar en la calle a la política mientras almorzaba en la casa de mis abuelos años antes de que yo naciera. No tocaba la política en la casa, me cuenta mi tía Blanca Benavides de Morales.

El hombre de familia

Víctor Raúl no se casó ni tuvo hijos. Quizá buscando la familia que no creó visitaba a su prima Mercedes, mi bisabuela, en su casa de la avenida Arequipa y luego en la casa de mis abuelos, en Miraflores. Eran como hermanos —me dice mi abuela, Elsa Ganoza de Benavides—: muy unidos desde criaturas.

Mercedes de la Torre es una constante en la vida de Víctor Raúl. Los dos nacieron en 1895 en Trujillo y murieron uno después del otro, los dos a los ochenta y cuatro años. Hablaban casi todas las mañanas por teléfono —por horas, añade mi abuela—, hasta cuando Haya estaba asilado en la Embajada de Colombia. Mientras Víctor Raúl estuvo preso en el Panóptico, Mercedes le mandó todos los días la vianda, temiendo que lo envenenaran. Cuando Haya residía en Roma, viajaron juntos por Europa acompañados por mi bisabuelo Eduardo Ganoza y mi tía Florencia Cabrera. Villa Mercedes, la casa de Vitarte donde Víctor Raúl residió los últimos veinte años de su vida, pertenecía a mi bisabuela. Porque Haya no tenía dinero —explica mi tía Blanca—; cabeza es lo que tenía —agrega mi abuela—.

Mi tía Blanca recuerda que cuando era chica, sentada en la misma mesa donde ahora yo la entrevisto, se impresionaba al ver que Víctor Raúl se paraba en la mitad del almuerzo y recitaba una poesía, y después la mamama Mercedes contestaba otra, y así seguían. Valdelomar, Vallejo… empezaban y no paraban.

Tenía una memoria de elefante —exclama mi abuela—, y de qué no sabía el Viejo. Le hablabas de la China —me dice mi abuelo, Alberto Benavides de la Quintana— y sabía de la China. Le hablabas de la India, sabía de la India: que su religión, que sus costumbres, todo sabía.

Era un hombre interesantísimo —comenta mi tía Blanca—; con decirte que yo tenía muchos amigos antiapristas, de familias antiapristas, y venía Víctor Raúl y me decía que quería reunirse con un grupo de mis amigos, y no se hablaba nada de política, absolutamente nada de política; nos podíamos quedar hasta las dos, tres de la mañana. Él hablaba y todos se quedaban con la boca abierta.

Cuenta mi abuelo que cuando tenía como cuarenta años leyó Ariel, del uruguayo José Enrique Rodó. Justo cuando acababa de terminar de leer el libro lo llamó su suegra, Mercedes, y le preguntó si podía ir a almorzar a su casa, que Víctor Raúl iba a ir. Ésta es la mía —pensó mi abuelo—: le voy a hablar de Ariel y de Rodó. Pero no lo fue. Lo sabía mejor que yo —dice mi abuelo, impresionado todavía después de tantos años—. Yo lo acababa de leer, pero él sabía todo y se acordaba de todo, aunque lo había leído, no sé, veinte años atrás.

El educador

Víctor Raúl era un hombre exquisito como intelectual —señala mi tío Roque Benavides—: hablaba inglés, alemán, francés, italiano; conoció a Einstein. No le importaba el aplauso fácil —me dice—; más allá de ser un orador de arengas, era un hombre al que le gustaba dejar un mensaje. Era un educador por esencia, un maestro.

En Trujillo, por 1972, 1973 —recuerda mi tío Roque—, le escuché un discurso de lo más aburrido en ese momento, sobre la estadística. Decía algo así: Lo que diferencia a los países desarrollados de los subdesarrollados es que los desarrollados tienen estadística y saben cómo planificar y hacia dónde ir, porque tienen una base de información. Los países subdesarrollados —nota mi tío Roque— ni siquiera el día de hoy tenemos cifras claras de desnutrición, de empleo, hasta de inflación, y entonces a partir de esas cifras no tan claras tenemos que planificar hacia el futuro.

Ese día, en Trujillo —cuenta mi tío Roque—, el público estaba esperando arengas del político, del hombre que daba un discurso el 22 de febrero (el día de su cumpleaños y el Día de la Fraternidad) en Lima y en Trujillo todos los años. Pero Víctor Raúl no estaba en las arengas sino en la educación.

Era un maestro dedicado, me dice Roque. Así como conversaba con los amigos de mi tía Blanca hasta las dos o tres de la mañana, y con los de mi abuelo hasta las cuatro o cinco (hablando él más de lo que hablábamos nosotros, aclara mi tía Blanca), me explica Roque que se pasaba hasta las cuatro o cinco de la mañana en el Partido Aprista todos los días dictando clase y conversando con la gente porque ésa era la hora en la que estaban libres. Y después llegaba a Villa Mercedes y se dedicaba a escribir. ¿Y a quién? —pregunta Roque—: a sus seguidores: de nuevo a enseñar.

El perseguido

Me cuenta mi abuelo que en el año 1938 o 1939, cuando era un alumno de segundo año de Ingeniería, fue a la casa de su tío Augusto Benavides porque le había hecho un plano de un terreno detrás de su casa, en lo que ahora es Los Cóndores. El tío Augusto se lo había pedido, pues quería denunciar el terreno para poder construir otras casas. Cuando llegó, el tío Augusto lo invitó a pasar para que conozca a unos señores. “Te presento al señor Haya de la Torre”, le dijo.


El Mariscal Óscar R. Benavides, cuñado del tío Augusto y entonces presidente del Perú, quería tomar preso a Haya de la Torre. ¿Qué hacía el tío Augusto escondiendo a la directiva del APRA? No dije una palabra —me confiesa mi abuelo—, pero Víctor Raúl empezó a preguntar que cómo iba a quedar el proyecto de las casas, y yo no pude cortar la conversación.

Mi abuelo llegó tarde a comer a su casa, a eso de las nueve de la noche. Cuando su papá le preguntó por qué se había demorado, le explicó que había estado con unos amigos del tío Augusto. No quería decir con quién —me cuenta—; no quería delatar a Víctor Raúl. Ah —le dijo su padre—, seguro que era Víctor Raúl Haya de la Torre. Dice Óscar que ahí está bien, que en la casa de Augusto está bien cuidado y no va a hacer ningún lío.

Quizá el futuro del APRA se decidió en un almuerzo de familia.

Aristóteles tenía razón

La política no es un trabajo de oficina que comienza a las siete de la mañana y termina a las cinco de la tarde. Es una vocación que tiene la mala costumbre de no respetar las puertas cerradas, ni esperar mientras uno almuerza. Parece que Víctor Raúl no cerraba bien la puerta de la casa de mis abuelos, porque la política, aunque no se hablara, terminó colándose en los almuerzos.

La relación con Mercedes funcionaba al margen de la política, pero su esposo Eduardo Ganoza fue segundo vicepresidente durante el mandato de José Bustamante y Rivero (1945-1948). Haya se unió con el Mariscal Benavides para formar el Frente Democrático Nacional pero, por razones políticas, no podía poner a ningún aprista de candidato. Por ello colocó a un miembro de su familia.

Es más: ya que mi abuelo había sido teniente alcalde de Lima en las épocas de Morales Bermúdez, cuando se llamó a elecciones municipales en el Gobierno de Belaunde, Haya le dijo que si se lanzaba de alcalde de Lima el APRA lo apoyaría. Mi abuelo respondió que de ninguna manera, pero que muchas gracias.

Más allá de la política, Haya era un hombre de familia… pero no mantuvo a su familia completamente ajena a la política. Más allá de la política, era un educador… pero educaba dando discursos en plazas, conversando en el Partido Aprista, escribiendo libros políticos. Haya no quiso cerrarle la puerta a la política, pero tampoco pudo. La política lo perseguía, y por ello sus relaciones personales incluyen anécdotas simpáticas como la de mi abuelo en Los Cóndores, pero también el sufrimiento que implica el no poder ver a la gente que quieres por miedo a que te maten o apresen.











El sufrimiento del animal político



El 2 de agosto de este año se cumplieron treinta años de la muerte de Víctor Raúl y coincidió que mi tío Roque estaba en Trujillo, por lo que fue a visitar la tumba de su tío.





Está por supuesto la piedra en el cementerio de Miraflores —describe Roque—, que dice simplemente “Víctor Raúl, 2 de agosto del año 1979”. En el piso hay otra piedra que dice Raúl Haya, nacido en tal año, muerto en 1934, época en la que Haya de la Torre estaba perseguido por el Mariscal Benavides. No pudo ir al entierro de su padre. Más abajo —me cuenta Roque— está Zoila Victoria de la Torre de Haya, fallecida en 1948, cuando Víctor Raúl estaba en la Embajada de Colombia. Tampoco pudo ir al entierro de su madre.



Como dice mi tío Roque, Víctor Raúl fue un hombre que sufrió mucho en su vida política, cosa que impactó al hombre más allá del político: su factor humano, su persona, su relación con su familia. Podemos discutir sus ideas —continúa Roque—, podemos decir que no eran lo más prácticas del mundo, pero nadie puede negar que dedicó su vida a lo que él creía. Ese hombre estaba tan enamorado de la política y era tan apasionado de la política que lo dejó todo por la política.



Buscando a Haya más allá del APRA, conversé con el tío Víctor Raúl, el que había conocido mi familia. Pero los recuerdos de una casa donde no se habla de política me han llevado de nuevo a las plazas de los libros de historia, y a los subtítulos “APRA” y “Política del siglo XX”. No se puede hablar de Víctor Raúl Haya de la Torre sin hablar de política. Haya creía en la política, y por ello era ante todo, y a costa de todo, un animal político.


Constitucionalista Beodo

Cesar Hildebranth


Ahora que han recondenado y rematado al reo Fujimori, ¡cómo extrañan los forajas los buenos tiempos!

¡Cómo extrañan, por ejemplo, a Constitucionalista Beodo!

Si el fujimorismo cree en la inmortalidad, es justo que se pregunte:

¿Dónde estará Constitucionalista Beodo? ¿En qué alambique? ¿En qué pipa de roble? ¿En qué odre? ¿Perdido en qué cosecha? ¿En qué escocés helado?

Hipando habrá de estar, una helada y una sin helar, para cabecear: dos más y terminamos, la del estribo, te juro, tú manejas.

¡Y había sido tanto! Fue el hombre que prestó su indiscutible elocuencia y su corbata michi a la mafia.

¡Y qué elocuencia! Venía de Roma su capacidad de hacer doctrina parado en un montículo de principios contradichos. Él mismo era un senador de la decadencia, un tribuno en defensa de Calígula. Los bárbaros eran los otros, los que solicitaban fumigar al Perú.

Lo blanco era negro en el discurrir de su elocuencia. Y lo bueno era malo, lo justo reprobable, lo maldito deseable, la bazofia un bien perdido, el crimen una demanda del futuro, el futuro un charco oleaginoso, la vida un vómito de etiqueta azul, la muerte el uniforme que todos nos pondríamos en el nombre de Dios y San Patricio.

Era un orador de polendas este Beodo de erres arrastradas. Pero era mucho más que eso. Era el Merlín de las transmutaciones chinescas.

Bajo su influjo podía hacerse sortijas de compromiso con el óxido, papel de baño de la Constitución, estropajos con la dignidad.

Era un mago que obtuvo, durante años, lo que ningún Batista de esta América soñó: que el hedor oliera a Chanel, que las Marthas parecieran humanas, que la manada del congreso diese la impresión de una mayoría ordenada.

A él le daban un asesinato y sacaba una amnistía astutamente general. Le daban un robo y sacaba una estampita. Le daban un traidor y salía Montesinos. Le daban una arbitrariedad y extraía de ella prestigiosos antecedentes que la convertían en nimiedad, señor presidente, en escandalillo que sólo los bastardos pueden alentar, señora presidenta.

Le daban a Fujimori y él hablaba de los estadistas. Le mencionaban el Tribunal Constitucional y sacaba la navaja de ese tranviario turbulento que jamás dejó de ser.

Pero todo lo hacía con la buena prosa que la huachafería arequipeña suele estimar. Un poquito de Rubén Darío (el más estereofónico), dos pizcas de Chocano, un volatín de Eguren, una cita de Víctor Andrés Belaúnde (no le alcanzaba para Maurrás), todo eso revuelto en Time y Selecciones, en The Miami Herald y escuelita de Beltrán, y la poción quedaba lista. Y el Mr. Hyde que salía del laboratorio tenía la cara de Bartolomé Herrera mezclada con la de Eudocio Ravines.

Con ese discurso y esa cara rabiosa todo resultaba previsible: los que se oponían sólo podían ser enemigos del país y de Fujimori.

Constitucionalista Beodo le prestó diccionario y chaqué a la única banda armada que ha tenido generales y almirantes en su plantel. Era el consejero de Capone, el defensor de los Bonnano. Pero, sobre todo, era el borracho vitalicio que la dictadura de Fujimori convirtió en embajador y encarnación.

Era un logotipo, un peleador de sumo, el monstruo de la elocuencia y, mas tarde, el que llegó a servirle el sake caliente al mismísimo Yamamoto. Y no hubo uno sino que varios Pearl Harbor.

Todas las zorrerías lo echan de menos.

¿Dónde está Constitucionalista Beodo? –preguntan los zorros.

Las goteras suspiran por su ausencia. Drenes hay que se mataron por su desaparición. La colina de la deshonra ya no es la misma sin él.

¿Hasta cuándo sufrirán los fermentos, la levadura, la mosca de la fruta? Las aglomeraciones lo reclaman. La cochambre ha quedado huérfana. Lloran los tacamas y los taberneros. Las vides solicitaron pensión de viudedad


Alza de la gasolina: en el fondo no hay sitio

.Por Humberto Campodónico

En materia de política energética, la nave va al garete. Esa frase resume no solo la última alza de los precios de la gasolina, sino también la “política” que permite la exportación del gas natural mientras se raciona a la industria nacional la posible construcción de centrales hidroeléctricas en Inambari y las marchas y contramarchas en el uso o no del etanol y el biodiesel, así como la reducción del azufre en las gasolinas.


Veamos el caso específico del Fondo de Estabilización con las cifras oficiales del MEM. En el 2007 las transferencias del MEF al Fondo ascendieron a S/. 190 millones (línea 5 del cuadro). En el 2008 y el I Trimestre del 2009 se transfirieron S/. 2,150 y S/. 1,000 millones adicionales. Así, el MEF transfirió al Fondo (que a su vez le entregó esa plata a las refinerías) S/. 3.340 millones, lo que equivale a 1% del PBI.

Teóricamente, el Fondo se “rellena” cuando los precios están bajos, pues los consumidores no se benefician con toda la rebaja (esos son los “aportes”). Cuando los precios suben, las refinerías no trasladan toda el alza a los consumidores, lo que quiere decir que, más adelante, el Fondo tiene que “compensar” a las refinerías. Como en el 2007 y el 2008, las compensaciones superaron a los aportes, el hueco fue cubierto por el MEF.


¿Por qué el MEF cubrió sin chistar el 2007 y el 2008? Porque el Presidente García no quería inflación en una época de alza de precios internacionales de los alimentos (y del petróleo). Luego, a principios del 2009, García decidió pagar S/. 1,000 millones de porrazo al Fondo en el marco del Plan Estímulo, para “ayudar” a la bajada rápida de la gasolina.

Pero en los últimos meses del 2009, los precios del petróleo han vuelto a subir, con lo que aumentan las compensaciones (los datos no han sido publicados aún –¿para cuándo?– por el MEM). En ese contexto el gobierno decide disminuir el 1º de enero del 2010 el monto de las compensaciones a las refinerías de S/. 140 millones a 40 millones mensuales.


Esta medida tenía que producir un alza de precios de las refinerías (que ya no van recibir la compensación “completa”). Pero eso ya no preocupaba tanto a García, en la medida que la inflación fue 0.25% en el 2009 y se esperan cifras parecidas en el 2010. Si su popularidad no se va a afectar, ¿cuál es el problema?


El problema es que no se “calibró” bien la reducción de la compensación y el alza provocó un tole tole de proporciones, incluyendo el despido del presidente de Petroperú (que dicho sea de paso solo estaba aplicando la medida dictada por el MEM, que a su vez la coordinó con el MEF, que es quien suelta –o no– la plata para las compensaciones que hace el Fondo). Para corregir el “error”, el gobierno elevó al toque la banda de precios del Fondo para que aumenten las compensaciones de S/. 40 millones a S/. 90 millones mensuales, lo que debiera reducir a la mitad el alza de precios.


Resumiendo, ¿es que a este desaguisado de humores presidenciales se le puede llamar política de precios de los combustibles?

Claro que no. Y eso que en este artículo no hemos tocado problemas de fondo, como los altos impuestos a los combustibles, la venta de los campos petroleros de Petroperú, la sobrecompensación a las refinerías por la “paridad de importación” y el no cobro de los impuestos a las sobreganancias de las empresas petroleras que servirían para disminuir los precios de los combustibles. ¿Qué les parece?


Moody`s y el grado de inversión



Hace unos días, la calificadora internacional de riesgos Moody´s otorgó a la economía peruana el grado de inversión¹. A continuación, pasamos a realizar un breve análisis de lo que realmente significa esta calificación y del nivel de legitimidad de Moody´s para otorgarla.

¿Qué es el grado de inversión y por qué es tan importante para el país?

El grado de inversión es el mayor nivel de calificación otorgado a los países cuyos gobiernos nacionales muestran capacidad para honrar el pago de sus deudas al sector privado. Actualmente, el grado de inversión tiene 4 niveles y la economía peruana ha ingresado al nivel inferior.

En un mundo donde prima la libre movilidad de capitales y las transacciones financieras se desarrollan en un contexto dónde no todos tienen acceso al mismo nivel de información² se requiere de indicadores de riesgo financiero –en este caso calificaciones- que reduzcan la incertidumbre entre inversionistas y deudores. Debido a estos factores es que aparecen las calificaciones de riesgo soberano que, de acuerdo a la calificación obtenida por cada país, permiten un mayor acceso al mercado de capitales mundial con una mejora sustancial de las condiciones de financiamiento para el sector público y privado.

Hay que dejar en claro que un mayor acceso a recursos financieros del exterior no necesariamente conlleva a un mayor desarrollo económico, ya que en última instancia no es la cantidad, sino la calidad de la inversión la que garantiza un desarrollo económico sostenible.

¿En qué se basa la calificación de Moody´s y cuál fue su rol en la reciente crisis financiera?

Los ratings de Moody´s se basan en indicadores cuantitativos y cualitativos de la economía en cuestión. En los indicadores cuantitativos están principalmente variables macroeconómicas referidas al sector real, al monetario, fiscal y externo. Mientras que el aspecto cualitativo se centra en el riesgo político e institucional de cada país.

Previo a la explosión de la crisis, Moody´s junto a Standard & Poor´s (S&P) otorgaban las mejores calificaciones de riesgo a instrumentos financieros que no merecían dicha clasificación. Ambas calificadoras daban por sentado un riesgo acotado para dichos instrumentos, motivo por el cual se generó una fuerte propagación en la tenencia de esos activos lo que conllevó a que la crisis llegue a una dimensión sistémica. La conducta de estas agencias respondía a incentivos perversos, dónde las mismas empresas que pagaban por el servicio de calificación crediticia requerían obtener las mejores calificaciones.

¿Por qué la economía peruana elevó su calificación al grado de inversión?
De acuerdo a Mauros Leos, Vicepresidente de Crédito Regional para América Latina de la agencia Moody’s, los factores determinantes para la mejora en la calificación del Perú fueron: la reducción de la dolarización en el sistema bancario, la reducción de la deuda en moneda extranjera y la capacidad de la economía peruana para asimilar los efectos de la crisis internacional.

Es indudable el avance que ha tenido la economía peruana en los dos primeros factores señalados por Leos, sin embargo que la economía peruana pase de una tasa de crecimiento de 9.8% en 2008 a una de 1.0% en 2009 no muestra precisamente una gran capacidad de asimilación a los efectos de la crisis a la que hace referencia Leos.

Por lo cual, y ante el precedente nefasto de Moody´s como agente corresponsable de la crisis financiera internacional hay que ser muy reflexivos y cautelosos con los comentarios de dicha agencia calificadora, porque, finalmente, se podría estar dando pie a una nueva configuración de incentivos económicos perversos cuyos resultados ya todos conocemos.








Tenor del acta suscrita entre el Gobierno Regional de Ancash y Antamina

El Gobierno Regional de Ancash y Compañía Minera Antamina S.A. en presencia del Presidente del Consejo de Ministros, ministro de Energía y Minas y Ministro de la Producción acordaron lo siguiente:

Primero: Son conscientes que para el desarrollo de la Región Ancash es necesaria la inversión privada, que genere empleo digno e ingresos fiscales que permitan ejecutar obras públicas en beneficio de la población ancashina.

Segundo.- Reconocen el aporte de Antamina al desarrollo económico y social de la Región Ancash, por tanto son respetuosos del Programa de Inversión que ésta realice en el marco de la legislación vigente, pero también consideramos que dicho programa no debe afectar la continuidad de las obras públicas del gobierno regional de Ancash, municipalidades provinciales y distritales, y universidades públicas de esta región.

Tercero.- En tal sentido, Antamina garantiza que la región Ancash no se verá perjudicada económicamente con la implementación del programa de inversiones de dicha empresa. Para este fin se continuaran con los proyectos de inversión del gobierno regional de Ancash, municipalidades provinciales y distritales y universidades públicas de la región Ancash, a través de la ejecución directa de obras a cargo del Fondo Minero Antamina o de la transferencia de recursos, de acuerdo a los convenios respectivos que se celebren.

Lima, 28 de diciembre del 2009


domingo, 3 de enero de 2010

LAS GRANDES DIFERENCIAS ENTRE RICOS Y POBRES

Para los multiempleados el tiempo se vuelve cruel y maligno. Y nos chupa la vida. Con algo de tiempo podemos activar el pensamiento crítico.

Por Rocío Silva Santisteban

Hace años entrevisté a un filósofo español que escribió sobre la ética de los náufragos: ¿podemos tener ética en un momento de precariedad y desesperación? Él respondió que sí, siempre, que aun en casos desesperados y de precariedad extrema se deben tomar decisiones apelando a una ética elemental. Y me advirtió que la indignación es un gran sentimiento para lograr ese primer paso. Unos cuantos años antes, entrevisté a una señora que vendía tejas en el camino a Humay. La señora era muy pobre, tenía apenas una casa de madera, una cocina de kerosene, en donde, acondicionadas en situación apretujada, estaban las tejas sobre un mantel de lino blanco impecable. Las condiciones de su repostería eran paupérrimas, pero de una blancura de nieve. Le tomé unas fotos y ella me pidió previamente un tiempo para arreglarse, colocarse delicadamente unos pendientes baratos, y esas fotos fueron la imagen de la mujer más digna que he tomado en mi vida. La dignidad no está en la pobreza, pero es más difícil, es muchísimo más difícil, encontrarla entre los ricos.



Dignidad e indignación parecen ser dos lados de la misma moneda. Hace doscientos años la relación entre los ingresos de pobres y ricos era de 9 a 1; ahora, es de 60 a 1. ¿Qué significa en buena cuenta eso? Que, por ejemplo, tres de los multimillonarios de la revista Forbes son dueños de la misma cantidad de dinero que el PBI de los cuarenta y ocho países más pobres. La fortuna de Bill Gates, nomás –por nombrar a uno de los “ricos buenos”– es igual a la suma de la fortuna de 106 millones de estadounidenses. ¿Qué hacen con esa cantidad de dinero? La re-invierten, pierden y ganan, la juegan en Wall Street casi como si fuera Las Vegas y a veces producen terremotos económicos que pueden llevar a la pobreza, precisamente, a esos 106 millones mencionados. Por eso es falsa la hipótesis de que la riqueza no genera pobreza, como sostienen algunos mantras del libre mercado; quizás no en un laboratorio de índices al vacío, pero cuando se tienen que tomar decisiones éticas, y estas responden al afán de acumulación capitalista, los productos de estas decisiones pueden ocasionar la caída de hipotecas, de precios y hasta de los índices de PBI de países ninguneados.



La globalización ha creado un efecto de “aparente” igualdad de acceso a la información y a ciertos bienes que circulan por el mundo más baratos que hace cien años; pero esto es potencialidad pura pues, en la realidad dura y cruda, el acceso a esos bienes e incluso a otros intangibles, como la salud, la educación, la democracia, está cada vez más limitado. Por eso los afanes de Rupert Murdoch por organizar un sistema de copyright inescrutable para pretender cobrar por el acceso a sus periódicos en Internet; y por eso nosotros, en nuestra resistencia pasiva precaria, seguimos pirateando a diestra y siniestra, sobre todo, software. Una de las luchas del 2010 tiene que ser el acceso libre al conocimiento.



Pero otra, la principal, es el acceso al tiempo. El tiempo de los países capitalistas periféricos, como el nuestro, nos rompe la espina dorsal con sus angustias, sus premuras, sus colas interminables, sus combis a velocidad de tortuga. El tiempo para los multiempleados se vuelve cruel y maligno. Y nos chupa la vida. Con algo de tiempo podemos poner en marcha el pensamiento crítico, la conciencia sobre los discursos autoritarios, la indignación ante actos tan indignos y viles como esos vergonzosos indultos, esos vergonzosos archivamientos de pruebas en los Petroaudios, esos silencios cómplices, o ante la ignominia de las universidades chicha.

Para este 2010 les deseo tiempo, dignidad e indignación.


1879 y 2009 la geopolítica chilena 130 años después

(…) Vale la pena destacar que los temores peruanos y bolivianos sobre una supuesta política agresiva de Chile probaron ser completamente infundados. El gobierno no albergaba ningún plan siniestro. La superioridad naval era un simple resguardo nacional y no fue empleada para dar ningún golpe ni ejercer amenaza.

Historiador chileno Sergio Villalobos acerca del armamentismo

chileno previo a la Guerra del Pacífico.

Chile, al no poseer demandas territoriales con sus vecinos ni tampoco ejercer una política de potencia hegemónica sobre el espacio regional o vecinal, ni menos aún una de expansión ideológica fuera de sus fronteras, no genera amenaza para la paz internacional. No existen fundamentos que permitan a Perú “acusar” a Chile de estar embarcado en una carrera armamentista.

Geoestratega chileno Cristian Leyton acerca del armamentismo chileno actual.


Por Daniel Parodi Revoredo (*)


Las fricciones que intermitentemente afectan las relaciones bilaterales peruano-chilenas parecen distintas puestas en escena del mismo libreto. Por ello es importante comprender que los acontecimientos concretos –como el escándalo de espionaje– remiten a políticas de Estado que Chile viene aplicando desde sus inicios republicanos.

Así, la década anterior a la Guerra del Pacífico, el país del sur emprendió una carrera armamentística que en 1874 le permitió obtener la supremacía naval en el Pacífico, gracias a la compra de los blindados Cochrane y Blanco Encalada. Sin embargo, y a pesar de que dichos acorazados le dieron la victoria en la contienda militar, la historia oficial chilena sostiene que la adquisición de los navíos formó parte de una política disuasiva que se opuso al fantasma de la conspiración peruana.

El discurso del “armamentismo disuasivo” reaparece en los tiempos actuales junto con el gasto de millones de dólares en compra de armas. Así, so pretexto de la modernización del equipo bélico y de la defensa de las fronteras, una millonaria inversión económica espera la ocasión para mostrar su efectividad.

Es cierto que hoy no parecen presentes las variables necesarias para un enfrentamiento armado, pero también lo es que Chile es un estado dotado de una tradición geopolítica altamente profesionalizada que anticipa escenarios futuros, posibles o probables. Por eso creemos que la coyuntura que rodeará el fallo de La Haya pondrá a prueba a los actores políticos chilenos y confrontará dos tendencias: una, el “cosmopolitismo” que acompaña la integración a los mercados mundiales y, la otra, que azuza un nacionalismo trasnochado y que se muestra reacia a asimilar una derrota en la Corte Internacional de Justicia.

En todo caso, diese la impresión de que ante a la proactiva geopolítica chilena el Perú fuese un espectador pasivo sin energías suficientes para actuar. Ya es hora pues de que el Estado defina sus objetivos geopolíticos a corto, mediano y largo plazo, independientemente de lo que Chile haga o deje de hacer.

Hace unos años se generó una controversia en el Perú debido a que Chile patentó diversas variedades de papa. Sin embargo, hasta hoy no existe una oficina centralizada de denominaciones de origen del Estado. Pensar el país, y su relación con los estados limítrofes, es también una labor que debe sistematizarse y profesionalizarse en el Perú, para así adoptar políticas acordes con los procesos regionales y mundiales en curso.


(*) Pontificia Universidad Católica del Perú


NO AL RETROCESO DE LA POLÍTICA DE EDUCACIÓN INTERCULTURAL BILINGÜE

“Desde el gobierno de Sagasti venimos arrastrando recortes presupuestales a la Política de EIB, que tiene impacto directo en la formación y ...