domingo, 15 de mayo de 2011

La perpetuación de la pobreza, la miseria y la injusticia

Por Farid Matuk

Ex jefe del INEI

 Lo importante es que esas cifras son una sólida respuesta a las tesis de la depresión y el derrotismo según las cuales el Perú está siempre condenado a mayor pobreza, peor miseria, más injusticia y solo los ricos se benefician del avance.

Alan García (24-10-09)


Esta cita corresponde a un artículo publicado en el diaro El Comercio por el Presidente de la República. Al presente, este régimen está pronto a terminar, y es posible efectuar una evaluación de la gestión con información de encuestas, la cual es disponible hasta el año 2010 para el caso de la ENAHO (Encuesta Nacional de Hogares), y desde el año 2007 para el caso de la ENDES (Encuesta Nacional de Demografía y Salud).


En la campaña electoral de 2006, el presidente García hizo dos promesas de gran impacto: “Agua para todos” y “Analfabetismo cero”. En los mapas adjuntos se puede observar cómo ninguna de las promesas se ha cumplido, siendo cierto que la cobertura de acceso de agua potable a través de la red pública se ha incrementado y que la tasa de analfabetismo en mayores de 15 años se ha reducido.

El problema práctico es que las expectativas creadas hace cinco años en materia de agua potable y analfabetismo no han sido satisfechas, en un contexto de bonanza económica nunca vista en el siglo XX, y solo comparable con la era del guano en el siglo XIX. Estas expectativas insatisfechas concluyen que el actual diseño institucional está fallado, y por ello son necesarias drásticas modificaciones.

Otro componente de insatisfacción esta ligado al concepto de “Hambre cero”, que se refiere a la ingesta de calorías por encima del mínimo vital. Lamentablemente, no es posible efectuar una comparación detallada entre 2006 y 2010, porque el INEI, para proteger al gobierno, ha dejado de publicar las bases de datos correspondientes a partir del tercer trimestre de 2010. El resultado obtenido al comparar la primera mitad de 2006 con la primera mitad de 2010 es que, a nivel nacional, esta variable se encuentra estancada, aunque en Lima Metropolitana se observa un incremento del déficit calórico.

Finalmente, respecto a la desnutrición infantil, se observa una reducción de la misma a nivel nacional, pero en la mitad de los departamentos la desnutrición se halla estancada; donde nuevamente un razonamiento que busque identificar un vínculo entre crecimiento económico y bienestar social, topará con severos problemas en la realidad nacional; siendo la explicación primaria, la carencia de una intervención estatal focalizada en las áreas de mayor urgencia.

Para los interesados en un análisis estadístico más detallado, los programas de cómputo están disponibles en www.29x55.com. También deben observar que el INEI desde el 2009 ha reducido el peso del sector rural en la ponderación nacional en 8 puntos. La consecuencia práctica es un sesgo intrínseco en la mejora del bienestar social, al comparar datos previos al año 2009 con datos publicados desde el 2009 en adelante. Si el INEI mantuviera estándares metodológicos de calidad, debiera haber publicado nuevos factores de expansión para todas las encuestas previas al año 2009.

Preservar el pensamiento crítico

Por Salomón Lerner F.

Existen circunstancias en las que pueblos y personas, de modo imperceptible, tocados por los dilemas urgentes de la actualidad, transitan rápidamente del análisis racional, que brinda razones y posibilidades que no pueden ser dejadas de lado, a la dimensión anímica de lo irracional; así, abandonando la serenidad que siempre debe acompañar a la reflexión para que ella sea certera y eficaz, abrazan prontamente la que pareciera ser una solución que aparece en un comienzo como la menos perniciosa. El grave problema es que, como se ha anotado, en estas personas las movimientos del alma conducen a una defensa de la postura ya elegida, olvidando que ella ha sido asumida como una opción condicionada y crítica. El discernimiento cauteloso cede el paso, de este modo, a un embelesamiento y hasta a un fervor militante por la opción proclamada. Se produce así el anonadamiento de la distancia crítica que siempre nos debiera acompañar y se incurre en una suerte de alienación que nos lleva a distorsionar una realidad compleja e insatisfactoria que antes apreciábamos con lucidez.

Hablamos, pues, de una claudicación como la que de algún modo se está dando en las actuales circunstancias electorales que se viven en el Perú. Una conjunción de factores nos ha colocado a muchos en la triste disyuntiva de elegir entre dos opciones que, en circunstancias distintas, veríamos como inaceptables. Y sin embargo, hay que elegir. Y es ahí donde nuestro discernimiento es puesto a prueba en la medida en que ya no se trata de optar entre lo que consideramos lo mejor para cada uno y para la colectividad; por el contrario, se trata de decidir sobre lo que prevemos será menos nocivo –no solamente en términos económicos, sino para preservar la dignidad del país– y, que por tanto, nos dejará abiertas las posibilidades para seguir construyendo la democracia que queremos. Ahora bien, la validez práctica y ética de esa difícil opción depende, precisamente, de que conservemos la distancia crítica, de que no demos rienda suelta a un entusiasmo sin base, pues nuestras opciones de mejorar a partir de un mal menor dependen de que lo reconozcamos como tal y actuemos en consonancia con ello. Y sin embargo, a menudo la crítica resulta avasallada por una adhesión más pasional.

¿Cuáles podrían ser tanto las causas cuanto los resultados de esta frecuente transformación? En lo que atañe a las causas, creo que una de ellas estriba en el miedo que –en ocasiones de modo fructífero– se nos presenta bajo la figura de amenazas posibles a nuestra existencia personal y social, ya sea en el terreno del bienestar material, ya sea en la dimensión ético-política de la justicia y del ejercicio de nuestras libertades. Si a este miedo, que ofrece la impresión de desvanecerse una vez que hemos entregado nuestra confianza a alguien, se le suma la tendencia a la identificación entre lo que pensamos y lo que desearíamos que pensase la gente a la cual nos hemos acercado, el resultado difícilmente podrá ser otro que la tergiversación o el abandono de nuestra originaria neutralidad y la cerrada defensa de posiciones que no hace mucho tiempo atrás rechazábamos o criticábamos. De algún modo, esta inclinación es muy explicable. La esperanza es, diríase, consustancial a nuestra naturaleza humana. Y esa esperanza nunca se pierde, porque no es un sentimiento acabado sino el que se construye día tras día. Cada situación inédita que enfrentamos nos conduce a reajustar las dimensiones y el contenido de nuestras esperanzas. La voluntad de creer nos orienta a colocar en la única opción disponible aquellos atributos que mejor se corresponden con lo que desearíamos fuera cierto.

Un efecto mayor de este fenómeno, y que tiñe toda nuestra vida social, estriba en el peligro de una lamentable polarización que no solamente divide a las personas originando agravios mutuos e intolerancia sino que también refuerza las posturas más extremas en las opciones en liza, pues en una viciosa circularidad ellas encuentran mayor legitimidad social cada vez que los enardecidos partidarios las alientan y les demandan ir más lejos del lugar al que ellos apuntaban.

En tanto humanos, somos seres complejos, poseemos razón, afectividad, voluntad. Somos conciencia que conoce, siente y valora. Hagamos de nuestra vida una experiencia permanente de equilibrio; que nuestra razón abandone la tentación del dogmatismo y se haga crítica, que nuestros afectos no nos obnubilen hasta el punto de llevarnos al abandono de una actitud vigilante, indispensable para una democracia como la que queremos

La tercera vuelta García-Toledo

Por Martín Tanaka

La segunda vuelta Humala-Fujimori obviamente concita toda nuestra atención, pero hay otra competencia que se está dando paralelamente y que no deberíamos desatender: la tercera vuelta entre Alejandro Toledo y Alan García.

Como se recordará, Toledo tuvo muy bajos niveles de aprobación a su gestión durante gran parte de su gobierno, con un promedio de poco más de 10% entre finales de 2003 y finales de 2005, según las encuestas de Apoyo de ámbito nacional. Sin embargo, en 2006, el último año de gobierno, su aprobación subió sistemáticamente, y entre enero y marzo, llegó hasta el 18%.

Después de la primera vuelta, los temores que despertaban tanto Ollanta Humala como Alan García probablemente ayudaron a tener una visión más indulgente de su gobierno, y su aprobación subió hasta 28% en abril, y terminó con un 33% en julio. En agosto de 2006, ya con García en el poder, la aprobación a su gobierno llegó al 42%.

En el caso de García, la aprobación a su gestión promedió 25% entre 2009 y 2010, más que el doble que su predecesor; pero a diferencia de este, no subió entre enero y marzo de su último año. Sin embargo, sí ha pegado un salto a 32% en abril después de la segunda vuelta, en la que nos vemos obligados a elegir entre Humala y K. Fujimori, y muestra una tendencia ascendente, dato confirmado por otras encuestadoras.

De otro lado, pese a que la popularidad de Toledo tuvo una recuperación al final de su gestión, esta no alcanzó para tener un desempeño decoroso en las elecciones de 2006: Perú Posible no logró presentar candidato presidencial (recuerden a los candidatos fallidos Jeanette Emmanuel y Rafael Belaunde), solo presentó lista parlamentaria, y apenas lograron superar la valla electoral de 4% y elegir dos congresistas. En el caso del Apra, a pesar de que la segunda gestión de García no ha sido catastrófica como la primera, tampoco logró hacer viable una candidatura presidencial, con la renuncia de Mercedes Aráoz, y la lista parlamentaria apenas superó la valla del 5%, logrando elegir cuatro congresistas.

En suma, en la competencia con Toledo, García gana en la aprobación a su gestión durante el gobierno, pero en el tramo final la cosa está muy peleada. Quedan sin embargo más de dos meses de gobierno; a diferencia de 2006, el contexto actual es de crecimiento económico, y García ha planificado grandes inauguraciones en las próximas semanas. A esto hay que añadirle anuncios recientes de aumentos a militares y policías, el congelamiento en el precio de los combustibles, y otras medidas efectistas.

¿Será que García, pese a todo, al igual que Toledo, dejará el gobierno con una aprobación sustancialmente mayor a la que ha tenido a lo largo de este, y superior al 42% de su predecesor? Si Toledo logró ser protagonista de las últimas elecciones, García sueña con serlo en 2016, elección en la que se enfrentaría, nuevamente, a Alejandro Toledo.

La sinrazón de Rospigliosi

Por Luis Pásara

En una segunda vuelta la mayor parte del electorado vota en contra del candidato que estima peor. En la decisión acerca de por quién votar concurren en el elector razones y argumentos, pero también prejuicios, miedos, odios e incluso fobias; esto es, factores irracionales que, como en la vida, resultan inevitables.

En el caso peruano, de prejuicios, odios y fobias tenemos hoy abundancia, tanto en los medios de comunicación como en las redes de Internet. En éstas sobresale el racismo de una manera que provoca vergüenza nacional también en quienes vivimos fuera.

De los analistas uno espera algo distinto. No digo imparcialidad, que sería mucho pedir. Pero sí un análisis basado en hechos y datos ciertos, que oriente a quien lee o escucha para estar mejor enterado y formar así su criterio.


Muchos de quienes fungen de analistas hoy están entregados a una causa porque ellos mismos o el medio en el que trabajan ha sido alquilado a un candidato. Sabemos quiénes son. Ciertamente, Fernando Rospigliosi no pertenece a ese grupo despreciable y por eso es que la posición que ha adoptado en esta fase de la campaña electoral sorprende a quienes, como yo, lo apreciamos.

Ha dedicado sus espacios periodísticos a criticar acerbamente a Ollanta Humala. Razones tiene y, aunque uno pueda discrepar de la manera de pesarlas, están referidas a hechos que, en efecto, conducen a preguntas o alimentan dudas.



Se puede entender que sobre la base de tales cuestionamientos Rospigliosi, como cualquier otro, se niegue a votar por Humala. Lo que no puede entenderse es que, como colofón de las objeciones a Humala, Fernando Rospigliosi abra el camino para votar por Keiko Fujimori, como ha hecho en este diario el domingo pasado. Allí empieza su sinrazón.



Sus argumentos principales son tres. El primero es que Montesinos está preso y no será indultado porque “es políticamente imposible”. Parecería que la dictadura de Alberto Fujimori se explica solo por la presencia de Montesinos, argumento original de Juan Luis Cipriani, que en la campaña ha hecho suyo la que fuera “primera dama” del dictador. Pero, en cualquier caso, ¿por qué no es “políticamente imposible” hoy que Humala se convierta en un Chávez, como teme Rospigliosi?



El segundo argumento es que el analista no cree “que Keiko Fujimori quiera hacer lo que hizo su padre”. No sé qué quiera hacer la candidata pero sí le he escuchado repetir que el de su padre ha sido el mejor gobierno que ha tenido el país. Y algunos de sus adláteres sostienen que el dictador salvó al Perú del abismo, que lo ha puesto en el camino del primer mundo, etc. ¿No es suficiente?



El tercer argumento a favor de Keiko es que “en su entorno hay gente honesta y capaz”. Cómo entenderlo si, aparte de los 78 judicialmente condenados del régimen que, claro está, no pueden aparecer “algunos porque están presos”, alrededor de la candidata figuran los mismos que sirvieron a la dictadura, desde la amenazante Martha Chávez hasta Hernando de Soto.



Ninguno de los tres argumentos es digno de la inteligencia que Rospigliosi ha mostrado en múltiples trabajos y numerosísimas columnas de opinión.



Del analista se espera ecuanimidad. Es una expectativa exigente en una circunstancia en la que muchos escribidores alquilados cobran por infundir miedo de modo desvergonzado. Pero cuando el analista no da razones o pretende tener argumentos que son insostenibles, pierde credibilidad. En ese riesgo se halla Fernando Rospigliosi. Un riesgo alto porque mantener credibilidad es su única base de legitimidad para ejercer como analista.

“Un medio que hace propaganda política daña a la democracia”

“Un periódico que sale con propaganda a favor de un candidato sólo sirve para envolver zapatos, no para hacer historia”, sentencia., asegura el reconocido periodista colombiano Javier Darío Restrepo. Palabras cruciales para un país como Perú, a muy poco de decidir quién manejará el destino del país.

Ahora que un vasto sector de los medios reemplaza información veraz por propaganda política, resulta urgente escuchar las reflexiones del colombiano Javier Darío Restrepo, columnista y experto en ética periodística, sobre el rol que deben cumplir los medios en coyunturas electorales y el equilibrio e independencia que están obligados a exhibir siempre.

Por Flor Huilca

Son cada vez más frecuentes los conflictos entre medios de comunicación y los gobiernos en la región, ¿cómo podemos explicar estas tensiones?

–El conflicto por la libertad de expresión no es nuevo. En el continente hay un fenómeno político singular debido a presidentes con una concentración muy fuerte de todos los poderes. Llegan con una abundancia de votos, grupos políticos que los apoyan y la conciencia de que la prensa no está bajo su control. Pasa con Hugo Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega y Evo Morales, que buscan la manera de tener bajo control a la prensa, su juez natural. La prensa es el instrumento que tiene la población para equilibrar el poder en una democracia.

–Los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador e incluso Argentina alegan que los medios se han convertido en plataformas opositoras porque buscan su desestabilización política. ¿Qué papel están cumpliendo en esos países?

–La prensa tiene que ser absolutamente clara en que mucho más importante que su propia supervivencia es que la información llegue a la población. La información es el arma que tiene la población para someter a juicio a esos poderes. En todos estos países las poblaciones necesitan la orientación que les da el periodista a través de su conocimiento de la realidad. No es que los periodistas se vayan a convertir en editorialistas, les basta con mostrar los hechos tal como son, situados dentro de un contexto, para que se entienda, sobre todo cuando todos los gobiernos tienden a presentar la realidad de acuerdo con sus intereses.

–Pero en algunos medios prima la propaganda política y no la información veraz...

–Desde luego que uno puede presentar su punto de vista político, pero eso no sirve para nada, por el contrario, se convierte en un peso muerto. El periodista tiene la obligación de controlar su deseo personal porque está al servicio de la verdad, debe mostrar la realidad. No basta con presentar la verdad, hay que mostrarla de modo que la gente te pueda creer.

–Esa obligación a veces se frena por la posición de los medios. ¿En qué se respalda el periodista para cumplir su trabajo?

–Allí tenemos uno de los grandes obstáculos, además de las limitaciones económicas a las que está sometido el periodista. El mayor enemigo de la libertad de expresión en el continente son los malos sueldos. No solo los gobiernos con tendencias totalitarias están impidiendo que llegue una información de calidad a la población, sino también los dueños de medios de comunicación y los propios periodistas que lo consienten. Mientras se mantenga el interés económico como predominante y se tenga bajos sueldos, será imposible que haya libertad de información y, por consiguiente, la sociedad estará siempre sometida a una información manipulada.

–En el Perú estamos en pleno proceso electoral, ¿es lícito que los medios de comunicación fijen su preferencia política?

–Hay dos situaciones que se plantean cuando hay de por medio una campaña electoral. Primero, el medio de comunicación tiene el derecho y –yo diría el deber– de decir su preferencia en su página editorial. Solo allí. Pero ese mismo medio tiene que dar una muestra de equilibrio y ofrecer información sin ninguna clase de sesgo. Hacerlo evitará acudir al recurso hipócrita de utilizar la información como una forma de editorializar. Los electores tienen tranquilidad cuando ven que el resto de la información es útil a todos. La otra línea es que el medio de comunicación no diga su posición en la página editorial, pero lo resalte continuamente en la información, eso es completamente dañino para la democracia y para la credibilidad de los medios.



–Esa línea suele diluirse con frecuencia y tenemos medios convertidos en voceros oficiales de un candidato presidencial.



–Cuando un medio de comunicación pone al servicio de una candidatura todas sus páginas se convierte en un boletín de propaganda. Los lectores lo saben y solo lo compran los que están de acuerdo con la campaña. Es lo mismo que sucede con los boletines de propaganda de cualquier clase, se convierten en pura basura porque el lector sabe que allí no se dice la verdad, sino la verdad que le interesa al que vende. Un medio que renuncia a esa tentación tiene un inmenso valor y la gente le cree. Cuando un medio hace propaganda para cualquier cosa, así sea para un candidato, se convierte en un estorbo para la democracia.



–La polarización electoral también se vive en los medios. Hubo despidos y renuncias de periodistas en desacuerdo con la línea editorial de diarios y canales de TV. ¿Qué les puede decir a quienes viven ese conflicto?



–No hay que olvidar que siempre que hay polarización allí hemos metido la mano los periodistas. La polarización es el resultado, en buena parte, de la forma en que damos la información. En medio de una polarización, donde la población mira las cosas con demasiada emoción, el periodista debe poner la parte de inteligencia, aunque eso ponga en peligro su puesto y sus ingresos. Ese es el costo que hay que pagar por ejercer la profesión. Cuidado con contribuir a la degradación moral de la profesión. Cuidado con que, por buscar lo más fácil, hacemos caso a las voces que nos invitan a convertir el periodismo en propaganda.



–¿No cree que el periodista tiene una posición limitada? Nunca decide la línea editorial, solo debe defenderla como suya.



–No podemos subestimar la participación que tiene el periodista raso, está en contacto directo con los hechos, tiene la materia prima con que se hace la noticia y defiende su presentación. Eso no lo tienen los que están en otros escalones dentro de los medios. Él tiene ese papel y debe defenderlo. Si se convierte en un simple secretario, mandadero, entonces ha perdido su categoría de periodista. El periodista debe dignificar la profesión y esa dignidad se pone en juego en situaciones en que la información se convierte en un botín que quieren manejar y manipular los políticos, los candidatos y la gente que lucra con este tipo de actividades.



–De la polarización hemos pasado a la agresión a periodistas y amenazas con coronas fúnebres, ¿no cree que ello, más allá de lo condenable, deba llamar la atención de los directores sobre lo que estamos haciendo?



–Si los directores son inteligentes entenderán que el mayor logro de un diario es mantener su influencia en la población, que es resultado de una información honesta y profesional. Un periódico que sale con titulares y propaganda a favor de un candidato nunca tendrá influencia, siempre será papel desechable. Para un diario el objetivo supremo es tener influencia, no tanto circulación, eso le da autoridad moral y vuelve a los periódicos material imprescindible. Un diario sin influencia en la sociedad a la que se dirige solo sirve para envolver zapatos, pero no para hacer historia.



Perfil



• Nombre: Javier Darío Restrepo.



• Lugar de nacimiento: Colombia.



• Docencia: Es maestro de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y experto en ética periodística. Mantiene un consultorio ético para periodistas.



• Ombudsman: Fue Defensor del Lector en El Tiempo y El Colombiano.



• Publicaciones: Avalancha sobre Armero (1986), Del misil al arado (1989), Periodismo diario de televisión (1990), Ética para periodistas (1991) en colaboración con María Teresa Herrán, Más allá del deber (1992), La revolución de las sotanas (1995), Testigo de seis guerras (1996), entre otros.



• Premios : Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 1985, Premio San Gabriel del Espiscopado Colombiano 1994 y Premio Germán Arciniegas de la editorial Plantea 1995.



Perra, terruca, chola

Por Rocío Silva Santisteban

Ante la caída y derrota del candidato PPK me habían comentado muchas personas sobre el racismo y la intolerancia que se diseminaban por las redes sociales entre los ppkausas hacia los “electarados”, neologismo de sofisticada invención, atribuido por las otras malas lenguas a Aldo M. La verdad que yo, a pesar de navegar por esos lares casi a diario, no lo había percibido con la potencia con que algunos amigos y amigas lo sostenían. Obviamente tampoco es que dudara del racismo que, generalmente más rápido que la ola de un tsunami, se disgrega por doquier en palabra escrita, oral o en imágenes. Pero me quedó la intriga de no sentir en todo su esplendor ese supuesto torpedo.

Como suelen sucederles las cosas a los incrédulos, la semana que acaba de pasar me aconteció a mí misma el proyectil, y con un viraje de tono tal que la violencia de las palabras de cualquier poeta expresionista languidecía de ñoña. El mensaje venía de una supuesta María Luisa Larrea y me decía lo siguiente: “Olle (sic) terruca miserable, sales como una perra ladrando sin tener razón alguna …” y sigue así “le estás haciendo propaganda al asesino reciente que es Ollanta Humala, terruca malparida (...) qué dices de madre mía chola imbécil, cachetona de odio, perra (...) prefiero votar por un perro que es más fiel que ese chavista seguro que te pasó un poco de plata, aparte de que eres fea chola y aguaruna eres la peor chola de las terrucas, entre tú y la mujer de abimael no hay diferencia, mejor es la de abimael porque es callada y no habla porquerías como tú baboza (sic sic recontra sic)”.

En un análisis mínimo llegamos a la siguiente interpretación: ser “aguaruna” que es el nombre castellanizado de los awajún, es considerado algo despectivo, un “insulto” tanto o igual que el sustantivo chola, en su sentido perverso y racista. Algo absurdo, por supuesto. Y para que no queden dudas sobre el sentido ofensivo el párrafo arranca con un “terruca miserable y perra”, luego de la increíble falta ortográfica del encabezado. Como sabemos, el calificativo “perra” para una mujer implica no solo la animalización sino, sobre todo, la referencia a la “sexualidad desenfrenada” de una perra/prostituta. Finalmente termina con una deferencia a “la mujer de abimael” porque sabe callar, algo que, en el peor sentido del término, yo no sabría hacer porque “soy una terruca perra que ladra”. Hay que tener en consideración que la repetición de las “erres” sazonando todo el parágrafo pretende aumentar la agresividad por las vibrantes múltiples.

El análisis me permite distanciarme, sin embargo pretendió ser un golpe. Se trate de una boquita-de-caramelo Larrea o de un troll del universo feisbukero el tema es que la agresividad está a flor de piel y la percibo con toda su crudeza. Pero esta carta no es nada, absolutamente nada, en comparación con un gesto más agresivo que todos los insultos, desprecios y erres vibrantes utilizadas en serie: me refiero al arreglo mortuorio que recibieron los colegas de La Primera. Mi solidaridad con el maestro César Lévano, a cuyas clases en la Universidad de San Marcos asisten centenas de alumnos siempre atentos (para mi envidia como profesora). Sin duda se trata de un ejercicio de amedrentamiento por las puras: Lévano no cejará en su tenacidad periodística. Por supuesto que tampoco es nada desdeñable el intento de ataque de jóvenes desatinados contra Jaime de Althaus, quien felizmente retrocedió despacio para poder salir sin mayores consecuencias. A todos les pido recordar a Nietzsche cuando decía: lo que no nos destruye, nos fortalece.

La suspensión política de la moral

Por Jorge Bruce

Durante la Revolución rusa se acuñó la frase que titula esta nota. En 1917 eso significaba que se había entrado en un estado de excepción y que, por ende, el crimen era un mal necesario (si es que era un mal). En el 2011, en el Perú, parece estar sucediendo algo análogo. Estamos en serio riesgo de entrar a un periodo con un “nuevo Fujimori”. Para ello se requiere esa suspensión política de la moral, a fin de poder escindir todo lo que se sabe acerca del régimen en cuestión. Durante el segundo gobierno de Nixon, una tira cómica mostraba a dos hombres en un bar. Uno dice: “Mira, Nixon no es tonto. Si la gente realmente quisiera un liderazgo moral, él les daría un liderazgo moral”.

El argumento de que no hay genética en política es correcto. De hecho, el problema del fujimorismo no está en los genes sino en la política y en las identificaciones. Nadie nace corrupto. La candidata Fujimori tendría todo el derecho a pretender hacer un gobierno ético y democrático. Para ello, sin embargo, tendría que hacer un deslinde tajante del de su padre. Algo como lo que hizo la hija de Fidel Castro. Pero todos vemos que no solo no es así, sino que el condenado por crímenes de corrupción y lesa humanidad es el sustento del movimiento Fuerza 2011. Sin él, su hija no existiría políticamente. A pesar de lo cual es probable que las encuestas de hoy amplíen la ventaja de la heredera del presidente más corrupto de la historia del Perú (sitial difícil de alcanzar, por lo demás).

Los afectos que han permitido llegar a esta situación son el miedo, por un lado, y la cólera, por el otro. El miedo favorece al fujimorismo, en la medida que esa imagen del salto al vacío que Kurt Burneo ha tratado de reducir a una frase de campaña sigue disuadiendo a muchos electores. La mayoría quiere un cambio, pero teme un salto mortal. Humala se benefició inicialmente de la cólera y la desesperanza de muchos excluidos del ágape del crecimiento económico. Paradójicamente, su empeño en desmarcarse de ese plan inicial de Gana Perú, en vez de aplacar los temores de quienes lo ven como una amenaza, solo lo está alejando de quienes lo habían colocado como su paladín.

Tengo una intuición que no puedo demostrar: Humala no se siente un hombre de izquierda. Creo que sus intenciones de convertirse en un centrista moderado son genuinas, pero tardías. La evolución del plan de la primera vuelta a la hoja de ruta de esta semana es presentada como una adaptación a la correlación de fuerzas, para usar otra idea del marxismo, pero es percibida como una debilidad tanto por sus adversarios –que además controlan los medios– como por sus partidarios. Y puede que tengan razón. Humala sin cólera no da fuego, no cataliza ese gran bolsón de malestar.

En cambio, la hija de Fujimori se ha limitado a encerrar a quienes, como Martha Chávez o Luisa María Cuculiza, no ven la hora de regresar a los buenos viejos tiempos del autoritarismo y la impunidad. Hasta un termocéfalo como Rafael Rey ha entendido que se requiere de ciertos remilgos para volver a palacio. Por eso le “apenan” las críticas de Mario Vargas Llosa. Para decirlo en colores: la veo verde.

Diez datos curiosos sobre el documental Marca Perú

Un reportaje publicado hoy en la revista “Somos” nos revela el lado no visto del video producido por PromPerú

A pesar de un pequeño tropezón (el uso de una canción boliviana que ya ha sido reemplazada por un huaino ), el documental de la Marca Perú ha sido un éxito: miles de personas lo han visto y compartido por las redes sociales.

Para saber qué estuvo detrás de esta ingeniosa producción, la revista “Somos” conversó con los creadores del documental. A continuación, algunos datos curiosos.

REALIDAD CREADA

1.- En primer lugar, el video sobre el Perú en Nebraska no es propiamente lo que se dice un documental. Es más bien un ‘mockumentary’: mitad verdad y mitad ficción. ¿Por qué? Por ejemplo, la participación de la gente del pueblo y otros extras había sido previamente coordinada.

2.- Nebraska no es el único lugar con un pueblo o ciudad llamada Perú. Pero esta localidad estadounidense fue elegida porque era donde hacía menos frío.

3.- Algunas cifras: se realizaron 50 horas de filmación, repartidas en 14 días. Los “embajadores” estuvieron en Nebraska durante una semana. Se gastó un total de un millón de soles. Y las coordinaciones tardaron dos meses.

4.- Gastón Acurio no viajó a Estados Unidos. Su parte se grabó en Lima y luego se integró en la edición. Lo mismo pasó con Juan Diego Flórez, quien grabó en Nueva York.

5.- Natalia Málaga también iba a participar, pero no pudo coordinar agendas con la productora.

6.- Por su parte, Claudia Llosa tuvo que cancelar su viaje debido a un compromiso familiar.

7.- Mario Vargas Llosa fue invitado pero los realizadores no obtuvieron respuesta.

8.- El lenguado que Javier Wong filetea en una escena fue llevado desde Hawái por el importador de un restaurante peruano en Omaha.

9.- El logo del Perú en el bus no estaba, hubo que colocarlo a punta de ingenio y stickers.

10.- El sheriff fue interpretado por un actor estadounidense y por su doble local en la escena de la Av. Abancay.

Cada año se practican 13 mil cesáreas no justificadas

Cada año se practican 13 mil cesáreas no justificadas

Clínicas realizan el triple de operaciones de este tipo que en hospitales públicos. En el sector privado, seis de cada 10 mujeres pasan por estas cirugías

 NELLY LUNA AMANCIO

“Una cesárea se debe realizar solo si es necesario. El médico debe tener una responsabilidad ética con su paciente”, afirma el doctor Pedro Mascaro, director general del Instituto Nacional Materno Perinatal. Lo dice tranquilo, como si tratara de encontrar las palabras exactas para explicar por qué en las clínicas privadas el número de cesáreas triplica (y cada año aumenta) al de las que se practican en los establecimientos de salud públicos. Mientras que el promedio nacional de estas intervenciones se mantiene hace varios años en 21%, en el sector privado el porcentaje ya supera el 60%.

“Un parto normal requiere un acompañamiento a la gestante de 8 a 10 horas, en cambio una cesárea dura no más de una hora y media. Por eso podrían presentarse más casos de cesáreas en la actividad privada”, aclara el doctor Mascaro. En el sector privado, a diferencia del público, los honorarios de los médicos son calculados sobre la base de sus servicios: a más consultas y servicios, mayores serán sus ingresos.

Un estudio de Alejandro Arrieta, investigador del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES), revela que cada año en el sector privado se afectarían los derechos de 13 mil mujeres, a quienes se les habría practicado una cesárea injustificada médicamente, la mayoría de las veces sin consentimiento informado. Este abultado número de cirugías representa un costo de 6,7 millones de dólares, que son pagados por las empresas prestadoras de salud y los pacientes.

¿AFÁN DE LUCRO?

Para los médicos consultados, el alto número de cesáreas esconde un claro afán de lucro en el sector privado. Sabrina Morales, presidenta de la Sociedad Peruana de Psicoprofilaxis Obstétrica, sostiene: “Las clínicas más caras son las que mayor número de cesáreas presentan. No voy a mencionar nombres, pero en varias podrían superar el 80% de casos. Aunque no es un asunto de las clínicas, sino de la conducta ética de los médicos”.

El año pasado, en los establecimientos del Ministerio de Salud se registraron 482.550 partos: 21% de ellos fue por cesárea. En el sector privado, el número de nacimientos es menor, pero el porcentaje de cesáreas es mucho mayor: representa entre el 60% y 70%, sostiene Clodoaldo Barreda, médico y administrador de la Asociación de Clínicas Privadas.

El problema se agudiza si tenemos en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que estas cifras no deben superar siquiera el 15%. “¿Por qué el porcentaje es tan alto aquí? ¿Acaso las gestantes peruanas son distintas a las de otras partes?”, se pregunta Morales. Incluso en Irlanda, la tasa de cesáreas apenas alcanza el 5%.

ALTOS COSTOS

El estudio de Arrieta establece que el incremento del número de cesáreas en el Perú coincidió con la creación de las empresas prestadoras de salud (EPS). “La escasa regulación y la falta de transparencia en la información amplían los incentivos por parte de los doctores para compensar la caída de sus ingresos induciendo a sus pacientes a demandar mayores tratamientos”, refiere.

La conclusión de la investigación de Arrieta es demoledora: “La reducción en los ingresos médicos pueden verse compensada por un incremento de cesáreas médicamente injustificadas”.

Las cesáreas no solo generan más ingresos que los partos naturales, también requieren de menos tiempo y pueden acomodarse al horario del médico. Así, mientras una EPS cubre casi el 100% del costo de un parto natural (dependiendo del plan de salud), en las cesáreas solo cubre un porcentaje mínimo. Veamos un caso.

En una reconocida clínica de Surco, una cesárea cuesta S/.6.700. El seguro privado de la paciente cubre casi el 60%. Ella paga S/.2.700. Los honorarios de un médico en las clínicas más grandes fluctúan entre los US$500 y US$800 por un parto natural, y entre US$1.000 y US$2.000 por este tipo de operación.

LOS RIESGOS

Una cesárea innecesaria somete de 2 a 3 veces más riesgos a la madre que un parto normal. Se pueden incrementar las infecciones y tratamientos con antibióticos después del parto, hemorragia o desgarro uterino, lesión del tracto uterino, infecciones de herida operatoria, endometritis e infecciones urinarias. Los riesgos para el feto también se incrementan de 3 a 5 en comparación a un parto normal. La probabilidad de muerte neonatal es 2,9 veces mayor que en el parto normal.

¿Cómo una gestante puede saber si su prescripción de cesárea es realmente correcta? “No puede, el médico maneja los detalles sobre su gestación, y las madres siempre confían en su médico. Es lamentable, pero la mayoría de mis pacientes suele tener un embarazo normal, saludable, y al último momento algo ocurre, les dicen que se presentaron complicaciones y ellas creen, confían”, dice Sabrina Morales.

Al respecto, Arrieta también es claro: El derecho al consentimiento informado de la madre gestante se afecta cuando el médico sobredimensiona los riesgos que podría conllevar un parto natural en casos específicos.

Lo mismo cree Sabrina Morales. Explica que no todos los niños que presentan el cordón umbilical alrededor del cuello tienen que nacer por cesárea. “Cuando el cordón rodea el cuello y está flojo, [el bebe] puede nacer sin complicaciones, eso pasa hasta en un 30% de los fetos, pero eso no se lo dicen a la madre o la asustan”, cuestiona.

El representante de las clínicas, Clodoaldo Barreda, explica el porqué del alto número de cesáreas en el sector privado: “Nuestras clínicas cuentan con tecnología avanzada, por eso es más frecuente que nosotros detectemos precozmente problemas durante la gestación, como el cordón umbilical alrededor del cuello, a través de una ecografía en 3D. Esto se informa a la madre gestante, y ella siempre va a buscar lo mejor para su hijo, entonces deciden un parto por cesárea”.

Por miedo al dolor o por una mera decisión personal una gestante puede elegir un parto por cesárea, pero, como señala Morales, esta decisión tiene que ir acompañada por información adecuada. “Los médicos tienen que decir la verdad sobre los riesgos o consecuencias”.

LA VOZ DEL MINISTERIO

Las guías del Ministerio de Salud regulan el procedimiento de una cesárea, los riesgos y los criterios sobre los casos absolutos y relativos en los que se debe practicar. Su aplicación, sin embargo, depende de cada establecimiento. Las clínicas privadas tienen sus propios criterios. Mascaro señala que no todos los casos en los que el feto se presenta de pie requieren una cesárea. “Si la madre ya ha tenido un hijo antes, tiene la opción de tener un parto normal”, asegura.

La especialista en psicoprofilaxis recuerda la vez en que una paciente suya que había llevado un embarazo normal la llamó asustada el mismo día del parto. Su médico –quien tenía un alto récord de cesáreas– le había dicho que urgía una cesárea debido a una complicación súbita. Ella desconfió, cambió de galeno y este le dijo que la cesárea no era necesaria.

“¿Pero cuántas mujeres pueden cambiar de médico? Se tiene que hacer algo, se están vulnerando los derechos de las gestantes”. Morales, como Mascaro, cree que este es un asunto de ética médica del que no se habla mucho por un falso espíritu de cuerpo.

Golpes de pecho y Toledo

Carlos Castro

En las elecciones pasadas cuando Ollanta Humala asomó como el posible presidente de la República, la derecha, los grandes empresarios, las mineras, entraron en pánico y se dieron golpes de pecho y exclamaron:Nos olvidamos de los pobres.

El elegido fue Alan García, el “mal menor”, cuyo gobierno expira con algunas cosas buenas, pero que lleva en sus hombros el aumento de la extrema pobreza, trabajadores sin derechos laborales, comenzando con los servidores del Estado, conflictos no resueltos, y algunos resueltos después de enfrentamientos, toma de carreteras y hasta muertes, como el de Bagua.

El golpe de pecho les duró poco. Las mineras han multiplicado sus utilidades, el gas en lugar de quedarse en el Perú se vende al exterior, los sueldos se achican, los hospitales de Essalud, Ministerio de Salud o de la Policía se convierten en una tortura para los pacientes a la hora de solicitar una cama, una cita o medicinas. Y no hablemos de los miles de peruanos que aportaron por años al Seguro y que no tienen ninguna cobertura.

Al otro lado, un presidente feliz con sus cifras de crecimiento económico: somos, dice, el país que más crece, pero somos también –y el presidente lo sabe– el país en el cual los niños se mueren de hambre y de frío. De pronto los resultados de la primera vuelta los volvieron a la realidad: más del 30 por ciento de los peruanos están insatisfechos con este modelo de crecimiento al que supuestamente deberían de aplaudir.

¿Cómo es posible que ocurra? ¿Qué ha sucedido?, comenzaron a preguntarse los analistas de la derecha. Culparon al gobierno por olvidarse de los pobres. Ni el presidente se escapó de sus cuestionamientos y lo enrostraron que no recorriera el país para transmitir las bondades de este modelo.

Hoy han montado una campaña en donde los millones que “invierten” importan poco frente a “los millones que podemos perder”, como afirman sus representantes. En una muestra de que los principios poco les importan –salvo los que les convengan a sus intereses– contratan al conductor de un programa exclusivamente para atacar al rival de la hija del ex dictador.

En ese escenario los que ayer condenaban al fujimorismo han comenzado a quitarse la máscara y mostrarse como lo que son. Y hay quienes simplemente toman la ruta del extranjero. Es el caso de Alejandro Toledo, el político que se convirtió en presidente gracias a que supo sumarse a tiempo a la ola de la lucha contra la mafia de Fujimori y Montesinos –con Keiko Fujimori como primera dama– que comenzó a expresarse en el país en los 90.

Hoy Alejandro Toledo emite un comunicado en blanco en donde no pronuncia una sola condena a la corrupción y a los crímenes que representa el fujimorismo y algunos de cuyos personajes acompañan a la candidata de Fuerza 2011. Y resulta risible el anuncio de que expulsará a los militantes de Perú Posible que hagan propaganda por uno de los candidatos.

Es evidente que los militantes, los de base, los que no saben de cálculos políticos, y que votaron por él, están más cerca de Ollanta Humala que de la hija del inquilino de la Diroes. Los que demuestran inconsecuencia son Toledo y los dirigentes, que gustan de la cámara, que aman ser ensalzados por la prensa de la derecha, la del kimono. Y así los que ayer lo criticaban y trataban de irresponsable o mentiroso, por mencionar los términos más suaves, hoy lo aplauden y alaban su “equilibrio”. Triste papel del político que hablaba de ponerse la vincha roja contra la mafia y que hoy se lava las manos y se hace de costado.

Fábula de la princesa buena y el ogro malo

Autor: Guillermo Giacosa

CompartirEnviar.Heme aquí en mi hogar, en el ocaso de mi existencia, padeciendo, con curiosidad y un poquito de vergüenza ajena, la terrible fábula que nos relata día a día la prensa sobre la princesa buena y el ogro malo.

La princesa, un poquito obesa para el papel de tal, se llama Keiko, tiene los ojos rasgados de algunas etnias orientales y a su anciano padre preso por crímenes que él dice no haber cometido. Su madre, que otrora sufriera la violencia de su irascible padre y del brujo Vladi que siempre le acompañaba, parece haber perdido la memoria y es presentada al pueblo en condición de muda.

El ogro malo tiene, como muchos ogros, una sonrisa engañadora y cada día nos enteramos, gracias a este relato colectivo, de alguna de las nuevas maldades pergeñadas por su genio destructivo. Se llama Ollanta, tiene un hermano rebelde preso y un papá con algunos prejuicios, y tanto lectores como televidentes esperamos con ansiedad el día en el que la prensa nos revelará que ese disimulado ogro no se alimenta de la buena cocina de este reino, sino de niños vivos y de sangre humana.

Todavía no lo han dicho, pero estoy seguro de que si el ogro si-gue con sus engaños la prensa revelará este aspecto terrible de su existencia.

Lo más curioso de la presente fábula es que mucha gente de este antiguo reino del Perú, por inocencia, por pereza, por tontería o por interés, no distingue la fantasía de la realidad y cree que la fábula es cierta.

Más grave aun, los autores de la misma terminan convencidos de que sus curiosas invenciones son las que construyen la realidad y cada día rivalizan en adjudicar nuevas virtudes a la princesa obesa y nuevas maldades al ogro Ollanta.

Triste destino el de un país cuya imaginación puede ser manipulada por narradores que responden a intereses económicos y políticos coyunturales y que, en realidad, solo pretenden mantener incólume el orden establecido a pesar del claro mensaje que el pueblo envió en la primera vuelta de esta elecciones.

Ensayo sobre la ceguera

Autor: Patricia del Río

CompartirEnviar.Si hay algo que me desconcierta profundamente de estas elecciones es que pareciera que en el Perú las lecciones nunca se aprenden. Que la letra no entra ni con sangre, ni con sustos. Mucho menos con reflexión. Hace exactamente cinco años nos encontrábamos en una encrucijada similar (aunque menos dramática), pues estábamos obligados a escoger entre Alan García y Ollanta Humala, apelando al mal menor.

La irrupción de la candidatura de Humala, bastante más radical que la de hoy, había tenido un efecto colateral insospechado: les había pegado a todos tal susto que la campaña del 2006 giró en torno de temas fundamentales como la necesidad de inclusión, de repartir mejor la riqueza, de luchar contra la desnutrición y la falta de oportunidades. Se pusieron en tela de juicio mecanismos laborales como los services, se prometió evaluar un impuesto a la sobreganancias mineras. Hasta los empresarios acusaron el golpe y organizaron un CADE cuyo tema era la inclusión.

¿Qué pasó? ¿Por qué hemos llegado a la misma encrucijada de tener que elegir al menos malo? Sería mezquino decir que en el gobierno de García no se ha hecho nada. Es verdad que aún tenemos índices altos de desnutrición y pobreza, pero se han reducido considerablemente en este quinquenio. También debemos reconocer que hay más gente con empleo, más casas con agua, más celulares, más carreteras. ¿Por qué, entonces, un porcentaje importante de la población no quiere este modelo?

En una entrevista que le hice en el 2006, el gran Carlos Iván Degregori (quien hoy pelea con serenidad sus últimas batallas contra una dura enfermedad y desde aquí lo saludamos con profundo respeto) me explicaba que la respuesta a esta insatisfacción no estaba solo en el chorreo o en la consolidación democrática, sino en el reconocimiento. Es decir, para que terminen estas polarizaciones no se trata simplemente de distribuir ingresos sino de mirar a los otros como ciudadanos iguales, con los mismos deberes y derechos. Y eso definitivamente no ha ocurrido: los petroaudios dividieron a los peruanos entre los que conseguían una cita en el Country para gestionar “sus intereses” y los pobres diablos que esperaban semanas en las calles para que les dieran una audiencia de cinco minutos. El ‘Baguazo’ estableció que los derechos de un indígena amazónico no merecen la misma atención que los de una señora de San Isidro. Las burlas a las congresistas Hilaria Supa y María Sumire en el Congreso confirmaron que el quechua no es un idioma digno del Parlamento nacional. Los artículos del Perro del Hortelano, salidos de la pluma del presidente García, advirtieron que aquellos que reclamaban atención a problemas irresueltos no había que tomarlos en cuenta, porque estaban en contra del progreso solo por fregar.

El Perú se convirtió en este extraño país en el que solo habitan seres privilegiados por el actual modelo económico. Y los miembros de esa categoría se han empoderado tanto con los índices de crecimiento del último lustro, que hoy, a diferencia de la campaña del 2006, ni siquiera están dispuestos a considerar que aún subsiste un serísimo problema de exclusión y falta de reconocimiento. No les interesa. No se habla del tema. Las grandes preocupaciones de campaña son cómo defender tu AFP, cómo preservar los contratos con las grandes empresas, o cómo hacer que las cosas mejoren, sin que nada cambie. Se han encerrado en tal burbuja que son incapaces de ver lo que a mi criterio constituye una seria advertencia: en los estratos más pobres, que son mayoritarios, el voto que va dirigido tanto a Ollanta Humala como a Keiko Fujimori está motivado por esa necesidad tantas veces postergada de reconocimiento. De ser considerado alguien. Los que marcan la O escogen una propuesta de tinte más radical y los que marcan la K otra más asistencialista, pero ambos están buscando, a como dé lugar, formar parte de ese Perú, extraño, divertidísimo, lleno de prosperidad que la verdad les debe resultar más lejano que el mismísimo Perú Nebraska.

La pregunta es ¿qué pasa si esta vez tampoco lo consiguen? ¿Cuál será la segunda vuelta que nos depare el 2016? Como bien vaticinó Carlos Iván en el 2006, si seguimos sin resolver problemas fundamentales como sociedad, prepárense porque “el mal menor cada vez será mayor”.

NO AL RETROCESO DE LA POLÍTICA DE EDUCACIÓN INTERCULTURAL BILINGÜE

“Desde el gobierno de Sagasti venimos arrastrando recortes presupuestales a la Política de EIB, que tiene impacto directo en la formación y ...